30 HABITANTES
El único pueblo de Madrid al que el agua aún llega en camiones cisterna: "Nos estamos haciendo mayores y queremos mejoras"
Las Herreras, una de las siete pedanías de Santa María de la Alameda, recibe varias veces por semana la visita de un tráiler con agua potable para el consumo de sus vecinos

Las Herreras, el único pueblo de Madrid al que el agua aún llega en camiones cisterna. / CEDIDA

“Unos pedigüeños”. Así se sienten los vecinos de Las Herreras, una de las siete pedanías de Santa María de la Alameda y la única en la comunidad que todavía recibe el suministro de agua a través de camiones cisterna. Estos, que pertenecen al Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid, acuden varias veces por semana para rellenar el depósito municipal. “Funciona gracias a un sistema de la boya, que cuando llega al nivel mínimo, hace saltar una alarma al Canal y viene el camión”, señala Alejandro Herranz, presidente de la asociación vecinal de Las Herreras. La pedanía cuenta con un total de 30 ciudadanos censados, aunque sólo ocho familias viven en ella: “Fuimos una de las últimas poblaciones pertenecientes al Ayuntamiento que estaba sin agua. En 1993, pagando los vecinos una parte, conseguimos que instalaran un depósito, redes de agua y sistema de alcantarillado conectado con una captación de agua que había en el pueblo”.
Sin embargo, y tras décadas abasteciéndose de esta forma, un análisis concluyó en que ese agua no era apta para el consumo humano. “Siempre ha habido vacas por aquí, pero al estudiar los componentes, salieron valores muy altos en un mineral. Se cree que es por la presencia de vacas en la zona y el Canal de Isabel II consideró que no podíamos beber”, explica Herranz. Hicieron entonces una nueva captación, esta vez con poca inversión, ya que la que había hasta el momento no llevaba mucha agua. Sin embargo, tampoco funcionó y se usa a día de hoy para la agricultura, ganadería y desagües: “Nunca se usó. Decidieron que el pueblo ya estaba abastecido con los camiones”. En su opinión, este tipo de servicios pueden ser de ayuda en épocas de sequía, cuando muchos municipios dejan de recibir suministro. Sin embargo, en Las Herreras, los camiones cisterna aparecen a lo largo de todo el año, sin importar el clima, el día o la hora. “Tenerlo como un servicio fijo durante tantos años llama la atención. Nunca nadie ha dicho nada, no hemos tenido quejas. De hecho, el agua es potable, es buena y nunca ha faltado”, suma.

Las Herreras, una de las siete pedanías de Santa María de la Alameda, municipio madrileño. / EPE
El agua que portan los grandes tráilers procede de la presa de La Pedriza, perteneciente a la Confederación Hidrográfica. “Se ha preguntado en la Asamblea de Madrid que hasta cuándo vamos a mantener este sistema de abastecimiento, ya que el pueblo está viviendo una expansión y no queremos que se vea limitado por eso”, lamenta. Según dice, algunas instituciones están estudiando “con filtros de medioambiente” los lugares por donde pueda llevarse la red de agua. Desde el Canal de Isabel II lo confirman: “Las Herreras se abastece gracias a los camiones cisterna porque no está conectado a la red general de distribución. Estamos valorando la posibilidad de suministrar agua potable al núcleo urbano de esta pedanía mediante un entronque desde la arteria de Robledo de Chavela, por medio de una conducción y una estación elevadora, sin descartar otras opciones que también están siendo analizadas”. La contestación resulta familiar a Alejandro, quien lleva años pidiendo una respuesta clara al Ayuntamiento.
200.000 euros
Desde el consistorio, por su parte, se muestran ajenos y aseguran que “el pueblo tiene agua, depósito y tuberías” y que “todo terminará cuando el Canal realice el proyecto”. Tras varios intentos de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA de ponerse en contacto con el Ayuntamiento local, tanto la alcaldesa como los concejales de Urbanismo y Medioambiente prefieren mantener silencio al respecto. Acostumbrado, Herranz indica que la razón por la cual creó la asociación vecinal es para unir las pocas voces que aún quedan en el municipio. “Siempre hay que estar presionando y da un poco de pena. Es un ayuntamiento con nueve núcleos de población y todos estamos demandando mejoras. Son cosas básicas que no se pueden dejar atrás. Da igual cuantos seamos, ya que si se mejoran los servicios quizás más personas se interesen por vivir aquí". Hace unos meses, le denegaron la petición de instalar un enganche por “no haber una red cuando sí la había”.
Desde su portavocía, el madrileño denuncia la pasividad de las instituciones, quienes “se han desentendido” durante los últimos meses. “Queremos un enganche al canal como todos los núcleos de nuestro alrededor, como La Estación o Santa María de la Alameda. Todos menos Robledondo y nosotros, que la recibimos de una presa. A ellos, ese agua les da de sobra. A nosotros no. Y por eso queremos estar dentro de la red general. Eso el Canal lo sabe. Llevamos un año y medio luchando y jamás se ha hecho hincapié en el asunto. El Canal tiene la voluntad, pero no nos dan una fecha para la obra”, expresa. Desde que consiguió su enganche particular hace unos meses, Alejandro ha guardado silencio. Sin embargo, mira con incredulidad cada vez que ve aparecer uno de los camiones cisterna por las calles de su pueblo: “Hasta que se cansen de pagar dinero y más dinero por este servicio que no repercute en nosotros pero sí en la economía del Canal. El año pasado, el gasto en camiones superó los 200.000 euros en menos de 500 cisternas que trajeron”.

Las Herreras recibe varias veces por semana la visita de un tráiler con agua potable para el consumo de sus vecinos. / EPE
“Es un gasto añadido que está bien para que el pueblo no se quede sin agua puntualmente, pero algún día deberán ponerle fin”, critica. La imagen, dice, que proyecta su pueblo a día de hoy es sinónimo de “dependencia”, pese a que el servicio sea bueno: “Da la sensación de que somos ciudadanos de segunda. No se genera empleo ni industria y la población, que crece los fines de semana, no se fija correctamente. Nos sentimos unos pedigüeños por pedir y no recibir nada, pero es que aquí solo llegan las migas. Ir detrás del resto en todo es agotador. Nos estamos haciendo mayores y queremos mejoras. No lujos, sólo cosas básicas”. Cuando llegó el depósito, hace años, los vecinos de las Herreras se quedaron sin agua en varias ocasiones. Sin embargo, desde la instalación del sistema de alarma, eso no ocurre. “En casa nunca ha faltado, excepto cuando hay una avería, pero eso pasa en todas partes”, bromea. A la pedanía madrileña acuden camiones cisterna cada dos o tres días para llenar el recipiente y, sus vecinos, conscientes de la situación, tratan de administrar el agua de la manera más responsable posible.
Sin cobertura
Una labor de racionamiento de la que no todos son conscientes: “Hay varias casas rurales y cada vez va más gente los fines de semana. Los que somos del pueblo y hemos vivido este problema, llevamos cuidado y no malgastamos, pero quienes vienen de fuera no piensan en ello. Les da igual y desperdician muchísima”. Este no es el único problema que ocupa la mente de los alameños. La comunicación con los medios de transporte y la cobertura en el pueblo son dos de los temas que rondan la cabeza de Alejandro. “Existe una línea de autobús que va desde El Escorial hasta Peguerinos y pasa por la mayoría de los pueblos excepto por el nuestro. Se supone que queda a desmano. Hemos intentado que se desviase la ruta hacia Las Herreras, pero dicen que dificultará el recorrido”, insiste.
Pese a que la Comunidad de Madrid publicitó el año pasado un servicio para cubrir esta necesidad con un coche público bajo demanda, los vecinos siguen pagando un taxi a otro pueblo cada vez que quieren salir: “Ese coche, que nos llevaría a un punto donde haya transporte público, no se nos ha ofrecido”.“Nos cuesta estar apartados de la comunicación. La gente se hace mayor y, sin transporte público, muchos mayores no podrán venir a su casa del pueblo”, expresa. Alejandro recuerda cómo una vecina, madre de tres hijos, tuvo que mudarse a Robledo de Chavela por el mal servicio que tenemos. También la cobertura en la pedanía es insuficiente y hay vecinos sin conexión a internet: “La fibra pasa a dos kilómetros y hay postes en el pueblo que están en desuso”. En Las Herreras hay más reclamaciones que habitantes, parece.