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PERSONAS SIN HOGAR

De dormir en la T4 de Barajas a tener ilusión y un techo: "No me siento como en mi casa, pero estoy tranquila"

Mercedes, Carmen Susana y John explican cómo terminaron durmiendo en el aeropuerto y cuánto ha cambiado su vida tras ser realojados en centros de acogida

Un hombre duerme en la T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas.

Un hombre duerme en la T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. / Diego Radamés / Europa Press

Ximena Hessling (EFE)

Madrid

Tres usuarios que han pasado por el centro de acogida de emergencia Pinar de San José, habilitado por el Ayuntamiento de Madrid para personas que pernoctaban en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, relatan su experiencia y cómo han pasado de la "supervivencia" a la "tranquilidad" de tener cubiertas sus necesidades básicas de alojamiento y comida. En un vídeo difundido por el Consistorio madrileño, los testimonios de Mercedes, Carmen Susana y John muestran cómo este recurso les ha permitido centrarse en la formación o la búsqueda de empleo.

Mercedes, madrileña, explica que terminó durmiendo en el aeropuerto porque lo conocía de haber trabajado allí hace años. Ahora tiene plaza en una residencia de la Comunidad de Madrid, un lugar que le gusta, afirma. Del centro de acogida, que inicialmente le pareció que estaba "muy lejos", dice que se acostumbró y no tuvo "ningún problema", participando en actividades como pintar camisetas o jugar al bingo y al parchís. Expresa su cariño al personal, a quienes se refiere como sus "niñas", y confía en que vayan a visitarla a la residencia.

Carmen Susana, de Venezuela, relata que llegó al centro junto a su hijo mayor de edad tras ser víctimas de un "engaño" de una persona que les había ofrecido ayuda con el empadronamiento y el alquiler, promesa que no cumplió. Tras pedir ayuda sin éxito en el centro de emergencia temporal de Las Caracolas, durmieron en un banco y luego en el aeropuerto de Barajas. Después de nueve días en Pinar de San José, donde les trataron "muy bien", Carmen Susana ha pasado al centro municipal para mujeres sin hogar 'No second night', y su hijo a otro recurso municipal.

"No me siento como si estuviera en mi casa, pero estoy tranquila, duermo bien, tengo mi comida, mi ducha, pasamos el rato. Aquí me siento muy bien, en comparación con cómo estábamos en la calle. La situación ha cambiado bastante", reconoce. En su país, trabajó en banca y fue encargada de tiendas. Señala que está en proceso de regularizar su situación, puesto que está "indocumentada", y tiene previsto hacer un curso de geriatría para buscar trabajo como cuidadora de personas mayores o como empleada de hogar. "La calle no es fácil", admite.

Por su parte, John, informático de nacionalidad colombiana, explica que sufrió una fractura de tobillo que le obligó a dejar su trabajo y, al no tener familia, amigos ni conocidos en España, pidió ayuda al Samur porque no podía pagar el alquiler de la habitación. Así llegó al centro Pinar de San José.

Durante varios meses, John pernoctó en el aeropuerto, donde se encontró con dos personas en una situación similar. Recuerda que cada día se dedicaban a "la supervivencia", buscando el desayuno, la comida y la cena en comedores sociales de iglesias o fundaciones.

Ahora, John tiene una plaza en el centro de acogida municipal Pedro Meca, donde se encuentra "tranquilo y contento", confiesa. Afirma que el centro es "acogedor" y aprovecha su tiempo para ir a la biblioteca de Argüelles y a Condeduque a buscar empleo. En un solo día se inscribe en "treinta o cuarenta ofertas de trabajo", con la confianza en encontrar un empleo próximamente.