QUÉ FUE DE...
Carmen Romero, la socialista sevillana que se negó a ser la mera sombra de su marido Felipe González
La otrora eurodiputada fue la primera esposa de presidente con trabajo que llegó a la Moncloa y quiso mantenerlo. Ahora lleva unos años retirada del foco

Carmen Romero, fotografiada en Barcelona en 2009. / JOAN CORTADELLAS
Contaban algunos periodistas en los ya lejanos años 80, con cierta sorna dicho sea de paso, que cuando Felipe González viajaba fuera del país, parecía un presidente del gobierno viudo. Quizás eran algo exagerados. Según algunos allegados, poco antes de instalarse en el palacio de la Moncloa tras acceder al poder en 1982, el político socialista había pactado con su esposa Carmen Romero que ella solo lo acompañaría “en aquellos actos o viajes protocolarios en que su presencia fuera imprescindible”. Y así fue de hecho, porque saltaba a la vista que la sevillana nunca quiso ejercer de señora presidenta ni limitarse a ser una mera sombra de su marido, puesto que tenía sus propias ocupaciones e inquietudes. De hecho, muchos alaban todavía hoy su personalidad y el hecho de que fuera la primera esposa de presidente con trabajo que llega a la Moncloa y que trató de mantenerlo durante todo el tiempo que fue posible.
Nacida en 1946 en el seno de una familia de clase media, Carmen era hija de un médico militar de ideología conservadora. De niña estudió en el colegio religioso Sagrada Familia, en el barrio sevillano de Nervión, donde alguna de sus compañeras la recordaba como una niña que apenas se hacía notar. “Carmen no estaba entre las más listas de la clase y no llamaba demasiado la atención. Se la conocía porque tocaba la guitarra y cantaba, y alguna vez porque hizo teatro. Aunque, como era la más grande de la clase, casi siempre le tocaba interpretar papeles masculinos”. También se contaba que desde una temprana edad mostró una vocación democrática y humanitaria, y que incluso estuvo a punto de iniciar el noviciado (ella misma confesaría alguna vez que las de monja misionera y concertista de guitarra eran sus profesiones frustradas).

Carmen Romero y Felipe González, en una imagen tomada en 2002. / PACO CAMPOS
Como había aprendido solfeo y guitarra en el Conservatorio de Sevilla, a mediados de los 60, mientras estudiaba la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad, pudo integrarse en un cuarteto de guitarra clásica y luego formó parte de dos grupos musicales universitarios. “El primero, de nombre Las manos, utilizaba el rock para hacer la revolución en facultades y colegios mayores. El segundo grupo, Canción para el pueblo, se inspiraba más en el folk español”, contaba una revista en la que también se mencionaba que en 1965 vivió su primera historia de amor con Manuel Álvarez Fuentes, “un sevillano de Constantina, dos años mayor que ella” que estaba terminando Derecho. “Manuel y Carmen se enamoraron mutuamente, pero el romance no pasa de seis meses”. Unos dicen que fue a través del tal Manuel como conoció a Felipe González, entonces un alumno de Derecho que salía con una estudiante de Clásicas llamada Concha Romero.
“Era muy humano, muy delicado y muy tierno, con un don especial para hacer que te sintieras bien a su lado”, contaría años después Concha. “Además era muy simpático y muy atractivo. Le gustaba leer, y hablaba muy bien, con mucho aplomo. Era muy inteligente y, para mí, una persona muy atractiva desde el punto de vista físico e intelectual”. Otra versión sostiene que Carmen entró realmente en contacto con él por mediación de Alfonso Guerra, con el que ella compartía la afición al teatro, pues el susodicho les conocía a ambos. Sea como fuere, tanto Felipe como Carmen eran entonces dos veinteañeros universitarios con un futuro ilusionante y después de quedarse solteros entablaron una gran amistad.

Carmen Romero y Felipe González, junto a Concha Velasco y Paco Marso. / ARCHIVO
Felipe ya llevaba un tiempo inmiscuido en política. En 1962 se afilió a las Juventudes Socialistas y se incorporó al PSOE en el 64, entonces un partido clandestino. Carmen, que ya estaba comprometida con la causa antifranquista antes de conocerle, se convirtió en su pareja en 1967, poco antes de debutar como militante socialista. En julio de 1969 se casaron por poderes y luego se instalaron en la calle Espinosa y Cárcel y tuvieron a sus hijos Pablo y David (la tercera, María, vendría al mundo algo después, en Madrid).
Profesora en un instituto
“Carmen se casó con un hombre y con una causa”, recordaría al respecto el periodista e historiador David González. “Eran tiempos de lucha antifranquista, de riesgos y reuniones clandestinas. Carmen y Felipe, con otros sevillanos, vascos y madrileños, dieron el golpe en el Congreso de Suresnes de 1974, desbancando a Rodolfo Llopis y tomando el PSOE en el exilio. En 1975, se mudaron a Madrid, a un piso en la calle Pez Volador, en el barrio de La Estrella. Carmen, añorando Sevilla, tardó en adaptarse, pero logró una plaza como profesora de literatura en el Instituto Calderón de la Barca. En Madrid, se rodearon de amigos como Miguel Boyer y Elena Arnedo, o Carlos Zayas y Massiel”.
Para Felipe, la política era en esa época su prioridad absoluta. No en vano, así se lo hizo saber a su mujer antes de la celebración de su boda. “Nunca afirmó estar enamorado de ella, ni se declaró de forma oficial ni hubo grandes gestos románticos en su relación”, contó sobre su romance una periodista de Vanity Fair. “Se querían, congeniaban bien y se casaron porque así tenían que ser las cosas. Pero la política, en efecto, siempre fue lo más importante. Ella lo comprendía y apoyaba, y a su lado llegó a la presidencia del gobierno de España, lugar donde estuvo durante trece años, más que ningún otro político de la democracia”.

Carmen Romero y la periodista Victoria Prego, en 2001. / GUILLERMO JUNQUERA
Mientras él se curtía como líder supremo del socialismo, su mujer trabajaba como profesora en el turno nocturno del Instituto Calderón de La Barca y en la Federación de Trabajadores de la Enseñanza. Luego tuvo que dejar la docencia por razones de seguridad. Y en 1989, cansada de ser “la esposa de”, decidió presentarse en las elecciones legislativas como candidata a diputada del PSOE por Cádiz, lo que le valió críticas de algunas voces de la derecha (que no dijeron ni mú cuando Ana Botella entró en la política activa). “Yo he sido, y él está aquí para atestiguarlo, tremendamente respetuosa con su trabajo. Jamás en la vida he hecho comentario alguno porque, entre otras cosas, no creo que esa sea mi función. Siempre he tenido una delicadez enorme por no meterme en asuntos que no me incumben”, confesó a Jaime Peñafiel en una charla para ¡Hola!, una de las pocas publicaciones a las que ha concedido entrevista.
Lucha contra el cáncer
Amante de la literatura y la música, Carmen no llevó nada bien eso de ver su nombre en las páginas de revistas del corazón, donde se hablaba de continuos rumores de crisis matrimonial y se le adjudicaron amoríos con algún que otro intelectual. También hubo espacio en las mismas páginas para Felipe, al que llegaron a vincular sentimentalmente con alguna de sus ministras, con Pilar Miró o con Merry Martínez Bordiú, nieta favorita del dictador Franco, que salió desmintiendo la historia. Finalmente, en 2008 saltó la noticia de que el matrimonio se había roto. En diciembre de ese año, ¡Hola! publicó las primeras imágenes en las que se veían juntos a Felipe y a Mar García Vaquero, cuñada del conocido empresario Pedro Trapote, con quien se casaría en 2012. Tras saltar la liebre, la siempre discreta Carmen accedió a abordar el asunto durante una extensa entrevista con Vanity Fair en 2009, a propósito de la presentación de un trabajo como traductora de una biografía de la pintora Artemisia Gentileschi.
En concreto dijo que "se habían quitado las alianzas hace 20 años”, pero no mencionó por ejemplo que ya no tenía contacto alguno con el político. En otra interviú aseguró que no se arrepentía de haber dejado el escaño como diputada socialista por Cádiz en 2004. “Cubro una etapa, ahora quiero llevar una vida más familiar, más relajada sin dejar de estar activa. Tengo 62 años, muchas inquietudes y en este periodo he tenido cinco nietos. Necesitaba un descanso, la vida política te saquea como persona. El político siempre corre el riesgo de que la cohorte de aduladores que lo secunda no le deje poner los pies en el suelo”, explicó una mujer que entonces ejercía como presidenta del Círculo Mediterráneo. Pese a aquellas declaraciones, en 2009, por sugerencia de Sonsoles Espinosa, esposa del entonces presidente Zapatero, aceptó volver a la política como eurodiputada socialista. En 2014 lo dejó al ser diagnosticada de cáncer de mama tras hacerse una revisión rutinaria y se retiró de la vida pública.

Carmen Romero, después de separarse de Felipe González. / ARCHIVO
Dicen que durante el tiempo que duró su agresivo tratamiento encontró un gran apoyo en sus hijos Pablo (que estudió Ciencias Físicas y fundó una empresa informática), David (pintor de profesión) y María (que se licenció en Derecho y durante años asumió la coordinación del gabinete de su padre Felipe). En los últimos años, Carmen ha querido seguir luchando desde la sociedad civil para favorecer el entendimiento entre culturas. Y en primavera de 2024 se dejó ver manifestándose a las puertas de Ferraz por Pedro Sánchez, al que su ex marido, sin embargo, critica últimamente con fiereza por la aprobación de la ley de amnistía y la gestión de la crisis interna que afecta al PSOE por el caso Koldo y el caso Cerdán. Al ser preguntada por su apoyo al actual presidente del Gobierno, Carmen declaró al diario El Mundo que aquello “fue un acto de solidaridad, pero en estos momentos no tengo intención de estar más presente en el debate político”.
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