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GASTRONOMÍA

De las bateas de Cambados a las mesas madrileñas: el viaje del mejillón

Desde las frías aguas de las Rías Baixas hasta el menú de restaurantes de la capital, el mejillón gallego continúa su viaje como un alimento nutritivo, versátil y responsable

Mejillones.

Mejillones. / EPE

Andrea San Martín

Andrea San Martín

Cambados

En las tranquilas aguas de las Rías Baixas, frente a la villa marinera de Cambados, más de 3.300 bateas cuelgan como perlas flotantes en el Atlántico y el mejillón gallego sigue su curso hacia el corazón de la gastronomía española. Aunque su historia se forja en las costas gallegas, el mejillón ha encontrado en Madrid una de sus más fieles aliadas. Y es que la capital destaca como uno de los principales consumidores de este molusco en todo el país.

Imagen de una de las más de 3.300 bateas de Galicia.

Imagen de una de las más de 3.300 bateas de Galicia. / EPE

Cada año, en Galicia se produce unas 250.000 toneladas de mejillón, consolidándose como el principal productor de Europa. Más allá de su sabor y versatilidad, el mejillón representa una historia de tradición, sostenibilidad e innovación, que ha logrado llegar hasta los hogares madrileños, donde hoy se disfruta en apenas dos minutos de microondas.

Según los últimos datos del mercado, el consumo de mejillón en Madrid ha alcanzado cifras destacadas: casi una quinta parte del total de mejillones vendidos en España corresponde a esta comunidad. Con un crecimiento del 19 % respecto al año anterior, la ciudad se posiciona como un referente tanto en volumen como en dinamismo. La marca Aguinamar®, una de las más relevantes en el sector, se lleva una buena parte de este protagonismo, concentrando el 23 % de las ventas en Madrid y experimentando un notable crecimiento del 11,9 % interanual.

Un mar de tradición y sostenibilidad

El origen del mejillón gallego, como bien saben los madrileños más gourmets, está en las aguas cristalinas de las Rías Baixas, donde el cultivo de este molusco se lleva a cabo con un sistema ancestral que ha ido perfeccionándose a lo largo de los años. Las bateas, esas plataformas flotantes de madera de eucalipto, están ancladas al fondo marino y albergan cuerdas de las que cuelgan los mejillones. Este cultivo, que no requiere aditivos ni antibióticos, respeta el ecosistema local y convierte al mejillón en uno de los productos más sostenibles y regenerativos del planeta. En lugar de agotar el mar, esta práctica lo enriquece, ofreciendo un producto con una huella ambiental mínima.

De las bateas de Cambados a las mesas madrileñas: el viaje del mejillón.

De las bateas de Cambados a las mesas madrileñas: el viaje del mejillón. / EPE

El proceso de cultivo es una danza entre la ciencia y la tradición. Desde el invierno, cuando se recogen las minúsculas semillas del mejillón, hasta su crecimiento en las cuerdas de las bateas, el proceso es completamente natural. Pasados de 12 a 18 meses, los mejillones alcanzan su tamaño ideal, manteniendo una calidad excepcional que se conserva incluso después de su envasado y transporte.

El mejillón: un superalimento que va directo a la mesa madrileña

A menudo subestimado, el mejillón es una auténtica joya nutricional. De acuerdo con Yaiza Quevedo, nutricionista de Angulas Aguinaga, este molusco es una fuente excepcional de proteínas de alta calidad, ácidos grasos Omega-3, hierro, vitamina B12 y selenio. Los mejillones, de hecho, son uno de los pocos alimentos que aportan todos los aminoácidos esenciales, lo que los convierte en una proteína de fácil digestión y asimilación. Además, su bajo contenido en grasa y la presencia de Omega-3 lo hacen perfecto para mantener una dieta equilibrada y saludable. Es por eso que cada vez más madrileños apuestan por este marisco.

Desde la tradicional tapa de mejillones en salsa brava en un bar de Lavapiés hasta las propuestas más sofisticadas en restaurantes de autor, el mejillón se adapta a todos los gustos y ocasiones. La clave está en la versatilidad: puede prepararse de múltiples formas, en salsas, al vapor o incluso en ensaladas, siempre manteniendo su sabor inconfundible.

La revolución del mejillón en la cocina madrileña

Madrid, una ciudad conocida por su constante evolución gastronómica, ha acogido al mejillón gallego como un aliado perfecto en su oferta culinaria. La tendencia hacia una alimentación más saludable, rápida y accesible ha hecho del mejillón una opción popular tanto en restaurantes como en hogares. Aguinamar®, pionera en el envasado de mejillones en atmósfera protectora y en formatos innovadores como el "vivo limpio", ha sabido acercar el mar a la vida urbana.

Estos productos, listos para cocinar o servir, permiten disfrutar del mejillón en cualquier momento, sin perder la calidad ni el sabor característicos. "Nuestro objetivo es preservar el valor nutricional del mejillón y hacerlo accesible a todos los públicos", asegura Dory Solla, al frente de la empresa. Con una plantilla que se duplica en épocas de alta demanda, como durante las fiestas navideñas, la compañía ha logrado consolidar su presencia en Madrid, siendo testigo de la creciente popularidad de este producto entre los madrileños.

Un mercado en constante crecimiento

La capital española no solo ha sido un punto de consumo importante, sino también un lugar clave para el desarrollo de nuevas iniciativas. De hecho, Angulas Aguinaga, empresa líder en el sector de los productos del mar, ha reforzado su presencia en Madrid tras la adquisición de Aperitivos Iñaki, una empresa madrileña especializada en boquerones, anchoas y gildas. Esta compra refuerza su posición en el mercado de aperitivos y mejora su capacidad logística en la región, lo que garantiza una distribución más eficiente y ágil para todos los consumidores madrileños.

Además, el dinamismo del mercado en Madrid se refleja no solo en la cantidad, sino también en la diversidad de consumidores. Desde los más tradicionales hasta los más modernos, el mejillón ha logrado conquistar todos los paladares, convirtiéndose en un producto de consumo masivo que, además de sabor, ofrece un compromiso con la salud y el medio ambiente.

Hoy, el "oro negro" del Atlántico se sirve no solo en los hogares gallegos, sino en los modernos apartamentos de Madrid, demostrando que la tradición puede convivir con la innovación y que el mar sigue siendo un regalo delicioso para todos.