ENTREVISTA
Rubén Pozo, el rockero que sobrevivió a Pereza: "He pasado por etapas difíciles en las que me he acogido a todos los dioses"
El artista publica '50town', su último álbum, el quinto, con el objetivo de suturar las heridas que se ha relamido en el tiempo: lo presentará en Madrid el 15 de enero en La Sala del Movistar Arena

Rubén Pozo, en el centro de Madrid. / ALBA VIGARAY

Dice Rubén Pozo (Barcelona, 1975) que, ahora, 13 años después de Pereza, se siente más libre que nunca. Acaba de cumplir 50 y, claro, cómo no, el presente ha ganado peso. Escribe lo que quiere, tal y como lo siente. No está pendiente de habladurías ni tendencias. A él, que es perro viejo, cuidado, sólo le interesa la música hecha desde las entrañas. De lo contrario, estaría traicionándose a sí mismo. Acaba de lanzar 50town, su último álbum, el quinto, con una premisa: suturar las heridas que se ha relamido en el tiempo. "Siempre que algo me aprieta por dentro, acabo convirtiéndolo en música. Funciono así", dice. Habla con la calma de quien no tiene que demostrar nada. Rubén ya lo ha hecho todo. A estas alturas, si está aquí, obvio, es para disfrutarse. El tiempo lo dirá.
Un grito que, en este cancionero, salpicado de humor y vitalidad, reivindica su maestría lírica. 10 canciones que son 10 fogonazos a punto de deslumbrar. Señas que, en apenas 30 minutos, con gran urgencia, guían al más despistado por la carretera de la vida. Para presentarlas se ha aliado con Los Chicos de la Curva: su nueva banda ya está rodándolas por un gira de 30 fechas. A Madrid le tocará el turno el 15 de enero en La Sala del Movistar Arena. "Me sigue dando respeto ponerme delante del público. Espero que todo vaya bien", pide. Una confesión, ojo, qué liberador, que le acerca un poco más si cabe a los suyos.

'50town' es el quinto álbum de Rubén Pozo. / ALBA VIGARAY
P. En 50town dice que todavía sigue contando en duros. ¿En serio?
R. Lo paso todo a pesetas, sí. Sin querer. Los abuelos lo hacían en duros y, entonces, de pequeño, te tocaba hacer las cuentas correspondientes. Es una manía, no sé.
P. ¿Qué tal va la crisis de los 50?
R. Recuerdo que escribí esta canción con 48, mientras miraba por la ventana. En dos años iba a convertirme en un cincuentón. Iba a adentrarme en esa ciudad, de ahí nació el título. Cogí la guitarra y la compuse para quitarme el peso que traía esta palabra.
P. ¿Se compone mejor con 50 que con 20?
R. Ni idea. Antes, me costaba más hacer un tema. Ahora, en cambio, menos y soy más productivo. Para este álbum, por ejemplo, elegí 10 cortes entre 40. Seleccioné aquellos que mejor encajaban con la idea que tenía en mente. Al final, han entrado los que más me gustaban. Se me da fatal escribir por encargo.
P. ¿A qué le da importancia ahora que antes, tal vez, no tanto?
R. Lo fundamental es que el proyecto me remueva. Intento que letra y música salgan a la vez, pero es difícil. Tengo un cuaderno donde voy apuntando ideas. Lo tengo en la mesa, para cuando lo necesite. En ocasiones, me sale una melodía interesante y recurro a él para ver si surge la magia.

Rubén Pozo lideró Pereza junto a Leiva hasta 2012. / ALBA VIGARAY
P. ¿Echa de menos trabajar en grupo?
R. Estoy a gusto así. Tengo un equipo, pero la última decisión es mía. Soy responsable de todo, incluidas las consecuencias. Escribir con alguien a tu lado siempre da tranquilidad. Si bien todos los grupos empiezan componiendo juntos, acaban haciéndolo por separado. Es el caso de los Beatles. Las bandas de pop tienen una fecha de caducidad de diez años. A partir de ahí, es otra cosa.
P. ¿Qué siente cuándo echa la vista atrás?
R. Que he tenido suerte en lo personal y lo profesional. Siempre he trabajado con amigos y me lo he pasado que te cagas. Mantengo a mis colegas de Pereza y Buenas noches, Rose. No nos vemos a diario porque cada uno ha llevado su camino, pero me siento orgulloso cuando miro por el retrovisor. Tengo una flor en el culo.
P. ¿Pereza era tan bueno como lo parecía entonces?
R. Éramos cojonudos. Hemos dejado en el camino un puñado de canciones chulas. Lo dimos todo en cada disco. Desde entonces, sigo haciendo lo mismo. Me fío de mi intuición.
P. ¿Se desarrolla un sexto sentido a la hora de crear?
R. Se debe tener de base. Cada canción es un ejercicio de honestidad contigo mismo: a veces, por mucho que te duela, tienes que quitar partes que te encantan. Dicho esto, no se puede gustar a todo el mundo. Aunque, en el fondo, claro, esperas que el público te siga acompañando.
P. ¿Ha tenido miedo a arruinarse?
R. Es parte del juego. El día que me muera no quiero arrepentirme de no haber sacado aquel disco que tenía tan claro. Prefiero hacer las cosas y ya se verá.

Rubén Pozo, en el centro de Madrid. / ALBA VIGARAY
P. ¿Cree en Dios?
R. Para mí, Dios son las leyes del universo. Creo que, cuando morimos, todo se queda aquí. Y no pasa nada. Mi vida no es peor. He pasado por etapas difíciles en las que me he acogido a todos los dioses.
P. La última canción nace tras un comentario cruel en las redes. ¿Cuántas veces le ha tocado renacer como artista?
R. Cada vez que termino un tema que me gusta, pienso que es el último. Pero, al tiempo, sale otro y otro… Aquel mensaje fue terrorífico: “Qué haces, matado. Deja de hacerte daño”. Me dejó jodido, pero me encantó. La letra habla de la necesidad de soltar para abrazar lo nuevo. Y aquello me hizo reflexionar. Es la mejor frase y me la regaló un hater. Gracias, querido. No te voy a pagar derechos de autor.
P. Hemos escuchado a Vega, Dani Martín, Amaia Montero y Antonio Orozco, entre otros, hablando de los problemas de salud mental que han afrontado a lo largo de sus carreras. En su caso, ¿ha necesitado parar alguna vez?
R. Soy una persona muy tímida, introvertida. Subirme a un escenario siempre ha sido complicado de gestionar. En los inicios, me sentía respaldado por mis compañeros. Pero, en solitario, estoy yo solo. Los días de concierto no soy una persona normal mentalmente, no estoy para muchos trotes. Me siento tenso, nervioso.
P. ¿Qué entiende ahora por triunfar?
R. Hacer lo que quiero. He renunciado a tantas cosas por vivir de la música que no me queda otra. El éxito es seguir lanzando discos que escuche la gente. No necesito una limusina ni un estadio. Soy animal de garito, donde se escucha mejor mi propuesta. Mientras me mantenga, seré el hombre más feliz del universo.