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EN MADRID

Las máquinas parlantes que llevan 100 años grabando los sonidos de España: "Se muestra por primera vez al público"

La Biblioteca Nacional exhibe 150 piezas en una exposición que profundiza en la historia de la grabación y la reproducción sonora

Uno de los gramófonos que conforman la exposición 'Máquinas parlantes'.

Uno de los gramófonos que conforman la exposición 'Máquinas parlantes'. / MARISCAL | EFE

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Madrid

El fonógrafo que Thomas Alva Edison patentó en 1901 lo cambió todo. Aquel invento logró fijar la voz por primera vez en la historia. Y, claro, acostumbrados a lo efímero, revolucionó un mercado en proceso de exploración. Vinilos, discos y cassettes fueron apareciendo a lo largo del tiempo con el mismo objetivo: hacer del sonido el tesoro más preciado. Un patrimonio que hoy la Biblioteca Nacional de España reivindica en Máquinas parlantes, una exposición que profundiza en la historia de la grabación y la reproducción sonora. “Se muestra por primera vez al público”, dice María Jesús López, comisaria y jefa del servicio de Documentos Sonoros del departamento de Música de la Biblioteca Nacional de España. 150 piezas para conocer cómo España ha escuchado hasta hoy.

“Hasta entonces la música estaba codificada. No había soportes donde grabar la voz. El fonógrafo supuso un gran cambio, aunque no fuera una opción doméstica asequible: era caro y estaba reservado a a unos pocos”, explica López. El término Máquinas parlantes se acuñó a finales del siglo XIX para denominar a los primeros aparatos creados para satisfacer esta necesidad. Poco a poco, fueron apareciendo modelos que lograron convertir la música en una experiencia renovada.

La muestra está abierta al público hasta el 8 de febrero.

La muestra está abierta al público hasta el 8 de febrero. / MARISCAL | EFE

El fonógrafo rápidamente llamó la atención de la sociedad: sus cilindros de cera permitían escuchar voces y melodías más allá del instante. Tal fue su popularidad que, pese a su precio, desmesurado para la mayoría, se crearon gabinetes fonográficos donde se reunían personas para probarlos. “Eran salas de audición y ventas. Se extendieron por España, aunque en Madrid tuvieron especial calado”, sostiene Áurea Domínguez, comisaria y doctora en Musicología por la Universidad de Helsinki. La exposición, abierta al público hasta el 8 de febrero, exhibe aparatos históricos que invitan a reflexionar sobre el acto de la escucha. De hecho, es la música la guía al visitante por las seis secciones que conforman el recorrido.

El gramófono dio un salto cualitativo al sustituir los cilindros por discos.

El gramófono dio un salto cualitativo al sustituir los cilindros por discos. / MARISCAL | EFE

El gramófono dio un salto cualitativo al sustituir los cilindros por discos, más fáciles de producir y distribuir. Así empezó a incorporarse a los hogares como símbolo de modernidad. Sin embargo, su mayor éxito tuvo lugar al extenderse por cafés y verbenas. “Se podía escuchar en fiestas, con monedas. Había distintos tipos de agujas con diferentes grosores. Cuanto más gruesa fuera, mayor era el volumen. El sonido es directo y se escucha bastante bien”, continúa Domínguez.

El hito de Columbia

Pueden contemplarse un gramófono Mikiphone (1925), un cilindro de celuloide Henry Lioret (1900), un disco Berliner con la voz de El Mochuelo (1899), una patente española de Columbia (1925) y una partitura de El fonógrafo ambulante (1899), entre otros objetos. El sonido ganó matices con la llegada del micrófono, abriendo camino al cine sonoro y a la industria moderna del disco. Una evolución que encontró en la fundación de Columbia su punto álgido: fue la primera discográfica española con capital propio, lo que impulsó la producción local y dejó un legado de repertorios históricos. Con el paso de los años, se democratizó su uso y los gramófonos comenzaron a usarse en al aire libre.

Vista de un tocadiscos que forma parte de la exposición organizada por la Biblioteca Nacional.

Vista de un tocadiscos que forma parte de la exposición organizada por la Biblioteca Nacional. / MARISCAL | EFE

Posteriormente, otros formatos transformaron la manera de recoger el sonido: el vinilo, la cinta magnética, el cassette y el CD ampliaron las posibilidades de conservación, edición y difusión. La radio se consolidó como medio de masas, llevando voces y música a las casas con una presencia constante. Aquí, precisamente, se reflexiona sobre la cara política de la voz, capaz de ampliar discursos, campañas y programas. Pero también, como hoy, para dar espacios a voces alternativas.