DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL
La salud mental encuentra hogar en un piso tutelado en el centro de Madrid: "Lo que no se ve parece que no existe"
Unos 60 residentes con enfermedades mentales graves comparten vivienda, rutinas y apoyo profesional en siete pisos por Castellana, Lagasca o Retiro

Juan y Javier, junto a la integradora social Aitana, en un piso tutelado de personas con problemas mentales de Aiss, en Madrid. / EPE / Xavier Amado

El día comienza temprano a las ocho y media de la mañana, entre despertares, duchas, desayunos y camas hechas. Alguien sale al gimnasio, otro al centro de salud. La escena a simple vista podría parecer un jueves normal en una casa compartida en cualquier barrio de Madrid, pero detrás hay un propósito terapéutico: ofrecer estabilidad y una rutina a personas con enfermedad mental crónica grave.
Con cerca de 60 plazas, los siete pisos tutelados que gestiona la Asociación de Iniciativas Sociales (Aiss) en Madrid proporcionan un entorno seguro y estructurado a quienes ya han alcanzado cierta estabilidad psicopatológica. Además de alojamiento permanente, esta iniciativa privada incluye acompañamiento profesional, apoyo a domicilio y actividades de ocio. Su objetivo es claro: fomentar la autonomía personal y facilitar la integración en nuestra comunidad.
El perfil de los residentes es diverso, aunque la mayoría supera los 40 años. Entre las patologías más comunes figuran la esquizofrenia, los trastornos de personalidad —como la bipolaridad— o la depresión. "Son personas cuya vida, o la de sus familias, ha tocado fondo, y adquieren conciencia de su enfermedad, dándose cuenta de que necesitan ayuda", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Ana Villota, fundadora y presidenta de Aiss.

La cuidadora Tania y la presidenta de Aiss, Ana Villota, junto a Javier y Mario en un piso tutelado de personas con problemas mentales, en Madrid. / EPE / Xavier Amado
Una vida lo más normal posible
Javier vive en uno de estos pisos desde hace siete años, cuando pidió ayuda a la que hoy es su exmujer. Padece depresión psicótica y comparte hogar con otros siete residentes. "Llevaba una vida un poco desorganizada; ahora tengo una rutina laboral diaria y estoy muy contento", cuenta este madrileño. Hoy, aunque quedan meses, espera con ilusión la Navidad para empezar a decorar el piso y "poner el árbol".
Cada residente asume tareas domésticas para "fomentar la autonomía", según explica Aitana Sánchez Lázaro, integradora social y subdirectora de Aiss. Javier se encarga de la comida y la basura; Agustina, diagnosticada con bipolaridad, limpia y cuida el piso. Llegó en 2014, tras la muerte de sus padres. Después de las tareas de la casa, la catalana pero casi madrileña, disfruta de la lectura y de los paseos, aunque "de eso menos”, relata.
Algunos residentes llevan más de 25 años en estas viviendas, desde que Villota fundó Aiss en 1999. "Siguen aquí porque para ellos es su casa y su hogar", subraya.
"En personas con este tipo de trastorno es primordial mantener una rutina, dentro y fuera de la casa", apunta la psicóloga Ana Lucio Villegas Gómez. "Es importante que aprendan a convivir bien entre ellos y a gestionar los conflictos que puedan surgir”.
Villota añade que convivir con la familia suele ser "una situación muy desgastante", porque los allegados no siempre saben cómo actuar. Una vez que entran en los pisos, "vuelven a establecer rutinas familiares: nosotros asumimos el peso profesional de la enfermedad y ellos se dan amor”, resume.

Juan hace la cama junto a la cuidadora Tania en un piso tutelado de personas con problemas mentales de Aiss, en Madrid. / EPE / Xavier Amado
Ubicación céntrica y visibilidad frente al estigma
"La sociedad no está acostumbrada a pedir ayuda; parece que da vergüenza", señala la integradora social. Aunque la percepción social ha mejorado, "sigue existiendo estigma, más encubierto, disfrazado y no tan a gran escala", añade Villota.
Lo verdaderamente importante es verbalizar la situación y eliminar los prejuicios, como vincular las enfermedades mentales con violencia. Es más, "las personas con una enfermedad mental son menos violentas porque tienden a recluirse, al miedo, al aislamiento", comenta la fundadora, "puede haber crisis, y momentos de recaídas, pero no tienen que ir vinculadas necesariamente a un episodio de agresividad".
Las responsables insisten en que la visibilidad es clave para normalizar la vida de las personas con enfermedad mental. De ahí, el enclave de los pisos. "Estamos en barrios emblemáticos como la Castellana, Lagasca, O’Donnell o Retiro, porque "lo que no se ve parece que no existe, y aquí se ve, no somos algo olvidado", apunta Villota.

Agustina, junto a la cuidadora Tania y la psicóloga Ana, en un piso tutelado de personas con problemas mentales de Aiss, en Madrid. / EPE / Xavier Amado
Esa ubicación también facilita el día a día: transporte público cercano, centros de salud, facultades o espacios de ocio en el propio barrio crean una red de recursos que "da soporte y cambia la vida".
Guerras, catástrofes naturales y salud mental
Las guerras y los desastres naturales no solo se miden en ruinas materiales o en cifras de muertos y desplazados, también dejan secuelas invisibles, no solo a quien sobrevive sino también marcando a generaciones futuras. "Cualquier persona expuesta a una situación límite puede desarrollar un problema de salud mental", advierte Villota, aludiendo a conflictos como los de Ucrania o Gaza y a emergencias como la dana en Valencia.
"Todos somos vulnerables y nadie está exento de sufrir una enfermedad mental", recuerda con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este 10 de octubre bajo el lema Compartimos vulnerabilidad, defendamos nuestra salud mental.

Piso tutelado de personas con problemas mentales de Aiss, en Madrid. / EPE /Xavier Amado
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