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ARTESANÍA

De periodista a calígrafa, así logró Rocío trabajar con Dior y crear las invitaciones de bodas de famosos: "La discreción es clave"

Rocío Huerta es la mano detrás de El Tintero, un proyecto que gestiona los tarjetones de más de 200 ceremonias al año y conecta artesanos de toda España con marcas de lujo

Rocío Huerta, calígrafa y fundadora de El Tintero, empresa dedicada a la elaboración de invitaciones de boda artesanales.

Rocío Huerta, calígrafa y fundadora de El Tintero, empresa dedicada a la elaboración de invitaciones de boda artesanales. / ALBA VIGARAY

Pablo Tello

Pablo Tello

Madrid

“Soy gata”, dice nada más presentarse en un intento de dejar claro su amor por la ciudad en la que nació. Madrid no solo la ha visto crecer, sino también cambiar de profesión, emprender por cuenta propia y convertirse en un referente de la caligrafía en la capital. “Es un nicho muy pequeño, en el que todos nos conocemos pero cada uno está enfocado en algo distinto. En mi caso son las bodas, aunque ha ido derivando en otras muchas aristas”, explica Rocío Huerta, calígrafa y fundadora de El Tintero. Aunque siempre encontró en la pintura una vía de escape al estrés o los problemas, decidió matricularse en el grado de Derecho y Periodismo, que le permitió trabajar en medios de comunicación durante varios años: “Me decanté por la comunicación porque siempre me ha gustado conocer las historias de la gente, soy bastante curiosa”. Todo cambió cuando, una tarde, dibujando con sus sobrinos, su marido quedó asombrado con lo que había creado: “Me preguntó por qué nunca le había contado que se me daba tan bien”. Esa frase, que convivió con ella durante días, cambiaría el rumbo de su vida.

“Estuve unos meses sin trabajar y me apunté a un curso de iniciación a la caligrafía, que fue una tontería, pero me impresionó. Me enganché tanto que hasta soñaba con las formas de las letras que había hecho por la mañana”, explica. De un taller pasó a otro y, así, sucesivamente. En apenas unos meses aprendió de numerosos maestros y practicó otras técnicas, como la japonesa: “Yo iba a clase con calígrafos profesionales y tenía un síndrome del impostor muy grande porque era gente consagrada en este mundo”. Con una soltura impropia de una principiante, Rocío comenzó a regalar a sus amigas la caligrafía de los sobres e invitaciones el día de su boda: “Poco a poco se fue corriendo la voz y empezaron a llegarme encargos”. De vuelta en el mundo laboral, se vio obligada a compaginar un trabajo convencional con la caligrafía que practicaba en su dormitorio. “Me iba a la imprenta a las ocho de la mañana, antes de trabajar. Cuando salía recibía a clientes en mi casa y, por la noche me dedicaba a caligrafiar. Fue una época de mucho trabajo, no descansaba ni los fines de semana. No sé cómo mi novio no me dejó en ese momento”, bromea. 

Rocío Huerta cambió el periodismo por la caligrafía hace ocho años.

Rocío Huerta cambió el periodismo por la caligrafía hace ocho años. / ALBA VIGARAY

La madrileña reconoce que el punto de inflexión fue su boda, donde ella misma diseñó la papelería: “Aposté por hacer algo diferente y a la gente le llamó la atención. Desde entonces no he dejado de recibir encargos”. Recién casada, en 2017, decidió dejar su puesto de trabajo y dedicar todo su tiempo a las invitaciones en El Tintero. Una decisión que sorprendió a toda su familia, que no entendía por qué la Rocío periodista se había hecho calígrafa, aunque de eso se enteró hace algunos años. “Dar el salto es aterrador, pero siempre tuve el apoyo de los míos. Comencé reinvirtiendo todo lo que ganaba en formación y materiales, pero fue una época muy bonita”, reconoce. Si bien encontró su verdadera vocación pasados los 30, convive con la artesanía desde que era pequeña: “Mi madre es encuadernadora artística y siempre he tenido muy presente el trabajo manual en casa. Ella tenía un taller en casa y siempre nos hacía partícipes a mis hermanos y a mí cuando había que elegir colores o texturas”. 

Contrato de confidencialidad

El Tintero es un lujo que no todo el mundo puede permitirse, según dice. “La artesanía a día de hoy lo es. Nuestros papeles son italianos y han sido seleccionados después de muchísimas pruebas; los imprimimos nosotras mismas para asegurarnos del buen funcionamiento de todo; y los entregamos con los nombres caligrafiados a mano uno a uno”. Es por eso que diseñar invitaciones de boda con Rocío puede llegar a costar 2.500 euros, dependiendo del número de invitados y el grado de detalle que quieran los clientes. También las hay de 250 euros. “Si te decantas por las acuarelas, por ejemplo, el precio sube. Incluso hemos llegado a coser pespuntes de tela en la solapa del sobre… te puedes complicar todo lo que quieras”, asegura. Quienes más se enredan en el diseño de los tarjetones son, precisamente, las influencers y creadoras de contenido: “Es muy divertido trabajar con ellas porque siempre van a lo que nadie ha hecho y eso nos hace salir de nuestra zona de confort. Quieren ir a por lo especial y de repente piden una invitación en tela o con materiales nuevos para nosotros, pero ahí está la gracia”. 

Las invitaciones de boda de El Tintero van desde los 250 a los 2.500 euros.

Las invitaciones de boda de El Tintero van desde los 250 a los 2.500 euros. / ALBA VIGARAY

Bea Gimeno y Alejandra Navas han sido las últimas en sumarse a una lista por la que ya han pasado el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y su esposa Teresa Urquijo y Moreno, Tamara Falcó e Iñigo Onieva y otros tantos nombres que no puede revelar. “Nos piden firmar contratos de confidencialidad. Al trabajar con nombres y direcciones de mucha gente conocida, la confidencialidad es básica y la discreción fundamental en este trabajo”, señala. Las bodas que pasan por El Tintero, entre 150 y 250 al año, son en su mayoría celebradas en la región entre mayo y septiembre: “Me gustaría estar más presente en otras provincias donde, a día de hoy, aún somos segundas opciones”. En general son parejas tradicionales, que optan por grandes celebraciones y que no han dejado de casarse en la última década. Sin embargo, hace 10 años todos los enlaces eran iguales y, a día de hoy, no hay nadie que quiera pasar desapercibido: “Existe esta necesidad de que el evento hable de tí y todo el mundo se lleve una vivencia no material. Todos quieren diferenciarse del resto a través de los detalles”. 

Red de artistas

La estética siempre ha jugado un papel importante en la mente de Rocío y, según cree, lo heredó de su madre. “Ella disfrutaba encuadernando y nunca lo hizo por producir, sino por el arte del proceso. Rodearse de cosas bonitas y bien hechas me hace feliz. Es lo que primero entra por los ojos, antes incluso que la funcionalidad”, sostiene. En una sociedad prácticamente tecnológica que busca la rapidez e instantaneidad en cada vez más cosas, Rocío planta cara a las invitaciones digitales. “Igual que hay fast fashion y el día de tu boda no te casas con un vestido de Zara por muy bonito que sea, con las invitaciones en papel ocurre lo mismo. Puedes invitar a tu círculo con un mensaje de WhatsApp o una plantilla de Canva, que está genial, pero hay un porcentaje de la población que en un día tan importante prefiere mandar una carta física, que es algo que ya no se ve por el mundo. No es por utilidad, es por tradición y para darle un status a tu evento, invitando como hay que invitar en las grandes ocasiones”, expresa. 

Gracias al boca a boca, Rocío fue recibiendo los principios encargos hasta fundar El Tintero en 2017.

Gracias al boca a boca, Rocío fue recibiendo los principios encargos hasta fundar El Tintero en 2017. / ALBA VIGARAY

A diferencia de muchos, ella no teme a la inteligencia artificial. “El día en que supere nuestros estándares de calidad, nos aprovecharemos de ella. En ocho años hemos creado un banco de acuarelas tan grande que sería difícil que alguien intentara competir con nosotros, ni siquiera ayudándose de la tecnología. Aunque intenten imitar los trazos tradicionales, no funciona ni tiene el mismo efecto que algo hecho a mano”, insiste. El Tintero es mucho más que sobres, misales y acuarelas. Especialmente desde la pandemia, cuando las bodas se congelaron. “Las empresas no cerraron y tenían que seguir haciendo sus campañas de marketing”, dice. Así fue como recibió el primer encargo de una marca de lujo como calígrafa: “Empezaron a contactar conmigo para que los regalos que hacían a influencers y periodistas fueran acompañados de una tarjeta escrita a mano”. La pandemia pasó y esas mismas marcas comenzaron a vender experiencias personalizadas en las que Rocío tenía un papel importante: “Querían que la clienta de Loewe que comprase un perfume llegase a su casa hablando del artista que había grabado sus iniciales en el bote de vidrio”. 

Pronto empezó a recibir encargos fuera de Madrid y, ante la imposibilidad de abarcar todo el trabajo ella sola, contactó con otros profesionales: “Me ofrecí a centralizarlo y empezamos a actuar como agencia intermediaria entre marcas y artistas: grabados en perfumes, floristas el día de la madre, pintores, artesanos… Todos buscaban el valor añadido en la experiencia con la artesanía y eso a los clientes les encanta porque no es algo que vean todos los días”. Dior, Guerlain, Jo Malone o Bulgari son algunas de las marcas que han marcado el teléfono de la calígrafa en alguna ocasión: “Al principio eran campañas ocasionales y ahora son continuas durante todo el año”. Hace años era ella quien iba a casi todos los eventos como calígrafa y ahora cuenta con una red de más de 100 artistas en España y Portugal: “Nosotros les coordinamos, pagamos y nos ocupamos de que todo vaya bien. Hay campañas que ocurren simultáneamente en 18 centros a la vez”. Lo que empezó con un simple dibujo en la habitación de sus sobrinos ha terminado siendo el proyecto de su vida. ¿Te casas?