QUÉ FUE DE

Cicciolina, la estrella del porno que acabó siendo diputada en el Parlamento italiano

La de Budapest triunfó en los años ochenta en la industria del cine para adultos. Hoy día vive en Roma, entregada a su pasión por la pintura y los animales

Cicciolina, en Gijón durante el festival Eros Asturias en 2010.

Cicciolina, en Gijón durante el festival Eros Asturias en 2010. / Juan González - EFE

Madrid

Durante varios años, allá por los lejanos ochenta, Cicciolina fue la actriz porno mejor pagada de la industria. Paradójicamente, esta ítalo-húngara, cuyo verdadero nombre es Elena Anna Staller, nació en el seno de una familia católica tradicional a la que ese mundo le parecía un espanto. Apenas contaba tres años cuando su padre, un funcionario en el Ministerio del Interior de la Hungría comunista, abandonó a su mujer e hijos. Pero mucho peor que esto fue tener que soportar los abusos sexuales por parte de su padrastro. “No necesité psicólogos, pero dejé mi casa cuando era muy joven, me escapé por desesperación”, ha contado una mujer que estudió poco, ya que enseguida se puso a trabajar para poder ayudar a la modesta economía familiar. A los 13 la seleccionaron como modelo para un proyecto publicitario de una agencia de noticias húngara y, cuando contaba 18, los servicios secretos la captaron para que espiara a empresarios y políticos americanos.

En la época en que esto sucedió trabajaba como camarera en un hotel de Budapest, lugar donde se fijó en Salvatore Mercuri, un señor veinticinco años mayor que ella con el que pronto se comprometió. “Justo antes de la boda me arrepentí y tiré el anillo a la nieve”, contaría, “pero mi padrastro me obligó a casarme con él. El sacerdote dijo: ‘Esta es la novia más triste que he conocido’. Me fui a vivir con él a Milán a una buhardilla donde no había ni ducha. Comíamos pasta todos los días porque no podíamos comprar carne. Entonces comencé a trabajar como modelo. Después de un año le dije que quería divorciarme. Él dijo que estaba de acuerdo siempre y cuando pagara el abogado”. Siendo veinteañera le dieron la oportunidad de presentar un programa de radio erótico de medianoche llamado Voulez-vous coucher avec moi? (en español ‘¿Quiere acostarse conmigo?’). En él se daba cabida a todo tipo de llamadas telefónicas eróticas de oyentes con los que interactuaba una voz femenina que se dirigía a ellos como ‘cicciolini’, un diminutivo cariñoso que podría traducirse como ‘gorditos’ (de ahí surgió su apodo).

“Era guapa, muy joven y lucía la famosa coronita de flores en la cabeza sobre un pelo muy rubio”, dijo Cicciolina sobre esa época, más o menos la misma en la que apareció en un programa de la RAI 2 bailando y cantando solo con unos velos (fue la primera mujer en enseñar los pechos en vivo en la televisión italiana). Aunque su verdadero salto al estrellato se produjo gracias a películas porno como Telefono Rosso, título clásico de un género al que accedió de la mano de uno de sus pioneros, Roberto Schicchi, descubridor de otras porno-stars como Rocco Siffredi y Moana Pozzi. "[Roberto y yo] Estuvimos juntos desde 1974 hasta 1988, pero él no quería que lo dijera para no decepcionar a los fans. Me llevó al director de Playmen, Luciano Oppo, con quien luego hice ocho portadas. A partir de ahí empezó a llegar mucho trabajo".

La pinta de niña buena de su personaje, con aquella melena rubia platino y esas coronas de flores, está grabada en el imaginario colectivo. “Siempre llevé al set de rodaje un montón de escenas modernas y de nuevas posturas sexuales, algunas de ellas inventadas por mí misma. Hoy día, además de los métodos de uso de la pornografía, los gustos y las necesidades de los consumidores han cambiado también. Ahora seguimos las escenas de puro sexo sin cumplidos y el ‘¡vamos al lío!’”, explicó la actriz (que en varias ocasiones ha desmentido la leyenda de que en uno de sus filmes aparecía teniendo sexo con un caballo —tan solo compartió plano con otra chica que sí que le daba a la zoofilia—).

Todavía andaba nuestra protagonista metida en el porno y liada con Schicchi cuando decidió probar suerte en política. De hecho, fue el fotógrafo y productor la persona con la que en 1979 fundó el partido ecologista Lista del Sole. Cicciolina encabezó su lista al Parlamento italiano, pero aquello naufragó totalmente. No perdió la fe y unos años después, concretamente en 1987, fue elegida diputada en la décima legislatura del Parlamento italiano por el Partido Radical.

Luego comentaría que algunas de sus ideas políticas horrorizaron a los líderes de la Democracia Cristiana que gobernaba en aquella época. “Desde mis primeros años en Italia continué activa en la política”, dijo, “aplaudiendo la libertad sexual de los reclusos de todas las formas de violencia y en contra del uso indiscriminado de animales para experimentos científicos, la despenalización de las drogas, en contra de todas las formas de censura y, finalmente, a favor de la educación sexual eficaz en las escuelas, haciendo campañas de información sobre los peligros del sida”.

Desde principios de los noventa, Cicciolina siguió repartiendo amor. Antes de la guerra del Golfo, ofreció al dictador iraquí Sadam Husein tener sexo con él a cambio de la paz en la región. Y unos meses después se casó con el artista estadounidense Jeff Koons, que aprovecharía su romance para inmortalizar en una serie de esculturas y litografías todas las posturas del kamasutra con la diva. Se separaron en 1992 y ella abandonó Nueva York, donde vivía con Koons, llevando a Italia al hijo que habían tenido juntos, Ludwig. Ahí comenzó una época dura para los tres, ya que Koons la acusó de secuestro y, durante una temporada, batallaron por la custodia legal del chaval, que se acabó criando con su madre en Roma.

Cartel de una exposición de Jeff Koons y Cicciolina.

Cartel de una exposición de Jeff Koons y Cicciolina. / EFE

“Gasté millones de euros en honorarios legales para mantener a mi hijo, Ludwig Koons, a mi lado”, contó Cicciolina en una entrevista. “Luego contraté a un muy buen letrado, Luca Di Carlo, apodado El abogado del diablo, y gané varias demandas. Koons no me paga la manutención de exesposa, así que no me da ningún tipo de ayuda económica. Y eso que en 1993 la justicia italiana falló que debía pagarme 7.000 euros al mes. Es una vergüenza. Se hizo famoso gracias a Cicciolina, antes nadie lo conocía en Europa”.

Aunque su aventura como diputada acabó en 1992, aquella no fue ni de lejos su última experiencia en el mundo de la política. En 2002 volvió a presentarse a unas elecciones, esta vez del Parlamento húngaro, pero no hubo suerte. Y en 2013 lanzó un nuevo partido, el DNA (Democracia, Naturaleza, Amor), que en su programa incluía medidas como el reconocimiento de la prostitución como profesión y la legalización del matrimonio entre parejas homosexuales. Su discurso no caló entre la gente como ella esperaba, pero tampoco cayó en una depresión por eso y, de hecho, desde hace años recibe la correspondiente pensión de 3.000 euros mensuales como diputada jubilada.

Además de dedicarse al porno y la política, Cicciolina ha participado en alguna que otra película comercial, publicado un puñado de canciones y preparado Memorie. Racconto fotografico di un mito, un volumen de 230 páginas en el que revela su extraordinaria vida mezclando imágenes y reflexiones personales. También realizó tropecientos bolos en discotecas y restaurantes de distintos rincones de Europa, pero el tema se paró bastante a raíz de la crisis del coronavirus. En la actualidad tiene 73 años, conserva la belleza y estética de sus días de gloria y sigue residiendo en una casa en la capital italiana, donde vive entregada a su pasión por los gatos y pinta cuadros que “luego vendo por el mundo”.

En una entrevista concedida el pasado mes de marzo, Cicciolina confesó ser simpatizante de Donald Trump. "Le aplaudí durante su campaña presidencial y me alegré mucho cuando ganó. Me encantó en la campaña el tema de la paz y el hecho de que quisiera acabar con la guerra reprendiendo a Zelensky, que piensa lo contrario". En otras, también recientes, dijo que no se arrepiente de nada (“aunque tal vez en otra vida sería más inteligente”) y que todavía no perdió la esperanza de volver a enamorarse. “Aún espero a mi príncipe azul que me colme de atenciones, regalos y viajes. Aunque he sufrido grandes desilusiones por culpa de los hombres tengo un carácter muy positivo. Soy romántica, y no solo eso: sabed bien que soy la eterna hippie, siempre en busca de cosas bellas”.