MÚSICA

Camarón en el Kilómetro Cero: un homenaje entre la leyenda y la fiesta 'queer'

Judeline y Yerai Cortés homenajean al emblemático cantaor ante el fervor festivo del Orgullo de Madrid

Judeline, durante su actuación de este martes en la Puerta del Sol de Madrid.

Judeline, durante su actuación de este martes en la Puerta del Sol de Madrid. / Julen Camiñas

Julen Camiñas

Madrid

El espíritu de Camarón inundó anoche la icónica Puerta del Sol, transformándola en un tablao flamenco en el que la tradición y los nuevos estilos urbanos colisionaron en honor a esta leyenda que revolucionó el cante jondo y todavía inspira a las nuevas generaciones de artistas. Judeline y Yerai Cortés honraron al artista en el setenta y cinco aniversario de su nacimiento con la interpretación de un tema compuesto en su honor.

Cientos de abanicos de lunares y con la bandera arcoíris generaban una leve ráfaga de viento para apaciguar el intempestivo calor que soportaban las masas de personas acumuladas en el Kilómetro Cero. Dos portones circulares con tiras rojas aguardaban en medio del espacio a unos invitados todavía desconocidos para un público, en su mayoría LGTBIQ+, entre el que abundaban el olor a marihuana, las risas y las borracheras.

La revolucionaria Judeline y el guitarrista Yerai Cortés eran los maestros de ceremonias de este tributo que ha intentado evocar la esencia del cantaor, pero que no ha terminado de ennoblecer su figura, dejándola un tanto oculta entre actividades como las de las dos agrupaciones de bailarines que tomaban las calles de Madrid para sorpresa de un público que veía la escena a través de las pantallas de sus dispositivos móviles sin que llegase a entenderse bien el mensaje de la representación. Un colectivo de danza tradicional flamenca y otro contemporáneo parecían competir con unas rutinas en las que contrastaba la fluidez y armonía de los bailaores con la exuberancia y chulería de los urbanos.

Ambas rutinas se encontraban cuando accedían al escenario principal a través de aquellos portones que daban la bienvenida a lo que pretendía ser el mundo interior del de la Isla. Esa dualidad es la que caracterizaba al andaluz y la que le convirtió en el prodigio y leyenda como es recordado a día de hoy. Pero, con la excepción de los carteles en su honor, no era mencionado durante esa introducción ni durante la presentación del tema compuesto en su honor.

Judeline y Yerai representan también esta dicotomía que encontraba su punto en común en Un puente por la bahía, una obra que abarca varios espectros de la música flamenca, pero que el público no recibió con la emoción que el tema central del evento debía acarrear. El guitarrista, Yerai Cortés, tomaba el escenario rodeado por un quinteto de coristas que se llevaron el aplauso del público por su derroche de energía durante la canción, contagiando a todos los asistentes. La cantante gaditana, por su parte, se mostraba perdida e incapaz de tomar la obra y hacerla suya, preguntando al público en diferentes ocasiones “¿Qué pasa?”. Al terminar esta primera parte de la presentación, los asistentes parecían algo confusos y desubicados ante el espectáculo.

Después de unos minutos, Judeline volvió a tomar el escenario con su propio set y capitalizó las expectativas del aforo, convirtiendo a la Puerta del Sol en una pequeña réplica del Primavera Sound, donde tuvo una participación destacada hace unas semanas. El público buscaba un show ecléctico que evocara a las noches festivas características de esta época del año, y cuando Judeline les dio lo que ansiaban, se le vio satisfecho.

La figura de Camarón de la Isla no tuvo la prominencia ni el homenaje que se esperaría en una fecha clave como su setenta y cinco cumpleaños. El público del Orgullo buscaba una fiesta que llegó de la mano de Judeline con un show contemporáneo, adaptado a las nuevas tendencias y al apetito de una audiencia particular, aunque la irrefutable trayectoria del cantaor seguirá influenciando a estas nuevas generaciones de artistas a través de los años.