QUÉ FUE DE...

Bienvenida Pérez, la valenciana que fue amante del ex jefe del Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido y consiguió convertirse en 'lady'

Durante unos años fue un personaje asiduo a las revistas y los programas del corazón, y hasta llegó a escribir un libro sobre cómo pescar un marido rico

Bienvenida Pérez, en una foto de 2007.

Bienvenida Pérez, en una foto de 2007. / Agustín Catalán - Cámara Digital

Madrid

Varios líos de faldas sacudieron la política británica en la década de los noventa. Uno de los más sonados fue el que en 1994 le costó la carrera política a sir Peter Harding, jefe del Estado Mayor de la Defensa. Corría marzo de ese año cuando el sensacionalista News of the World publicó unas fotografías de 1991 donde el hombre, casado desde hacía varias décadas y con cuatro hijos de su matrimonio con Sheila Rosemary, aparecía besando en los labios a la española Bienvenida Pérez, apodada lady B por la prensa británica. Fue esa joven esbelta y temperamental quien decidió tenderle una trampa a su antiguo amante para conseguir pruebas gráficas de sus citas y publicar la historia en la prensa, lo que hizo que Harding fuese obligado a dimitir de su cargo.

Bienvenida supo sacar bastante tajada de aquel asunto. Para empezar, se puso en manos de Max Clifford, un relaciones públicas que tiempo atrás coordinó con los periódicos todo lo que se publicó sobre el escándalo del romance entre el ministro británico del Patrimonio Nacional y de las Artes David Mellor, casado y con dos hijos, y la actriz de origen español Antonia de Sancha, que terminó con el susodicho presentando la dimisión al primer ministro británico, John Major. Entre otras cosas, la valenciana concedió una entrevista exclusiva a Sky News y participó en el programa de Telecinco La máquina de la verdad. Como contrapartida, se destapó la verdadera biografía de aquella rubia que afirmaba ser hija de un abogado y sentía especial predilección por los señores adinerados al borde de la ancianidad.

Portada de 'News of the World' cuando estalló el escándalo.

Portada de 'News of the World' cuando estalló el escándalo. / ARCHIVO

En realidad, Bienvenida nació en Valencia, en el seno de una familia humilde. Su propia madre, María Blanco Garvín, contó a la prensa que su marido y padre de la niña era un cuchillero valenciano que tenía afición a la bebida y la abandonó cuando se encontraba embarazada. Poco después de dar a luz, Blanco emigró a Londres, donde durante un tiempo se ganó la vida como señora de la limpieza en un hospital. Bienvenida, por su parte, se quedó en España a cargo de su abuela materna. “Mi abuela, una mujer fuerte y matriarcal, me educó lo mejor que supo en su pequeño piso del barrio de El Carmen, en Valencia, hasta que murió, al cabo de nueve años, tras una larga y dolorosa enfermedad”, explicó luego. “Poco después de su fallecimiento, y mediante un acuerdo económico a través de mi madre, que se encontraba en Londres, fui a vivir a Gijón. La gente con la que me enviaron eran completos desconocidos y me trataron con una extrema crueldad física y emocional. Fue allí donde pasé los seis años siguientes y donde empecé a estudiar para obtener el bachillerato con la ayuda de una beca del instituto Doña Jimena”.

La valenciana terminaría reuniéndose en la capital británica con su madre, a la que dice que llegó a “odiar a causa de su persistente rencor, sus celos, el continuo acoso y su incesante crueldad emocional”. En esa ciudad aprendió algo de informática y, tras cumplir los dieciocho, se colocó como secretaria en una firma internacional de consultoría, donde conoció a dos ingenieros que la ayudaron a independizarse. Después realizó una serie de cursos y se convirtió en modelo. “En 1985, las mejores boutiques de Londres la conocían como cliente y por su trabajo de asesora de moda”, cuenta Basilio Rogado en su libro Negocios del corazón. “Por esa época conoció a un hombre de negocios iraquí, Jamal Izzet, con el que llegó a viajar a Valencia y que fue quien la introdujo en los cerrados círculos de la jet británica. En una de las reuniones a las que asistía en Belgravia, el barrio londinense de los diplomáticos, conoció al hombre que habría de convertirse en su primer marido, el talludito Anthony Buck, que le doblaba la edad (tenía entonces sesenta y cinco años y ella rondaba la treintena) y que había sido diputado del partido conservador, jefe de la Marina de Guerra y secretario del Ministerio de Defensa del Gobierno de Edward Heath”.

Ese matrimonio duró poco, aunque a Bienvenida le dio tiempo a verse inmersa en el mundo de la política, del cual disfrutó mucho por lo visto, y a convertirse en lady, lo que ella pensaba que le abriría más puertas desde el punto de vista de los negocios.

Según contó Buck a The Daily Express, el amor entre ambos se marchitó cuando descubrió las infidelidades de su esposa con un desconocido, primero, y con la máxima autoridad militar de Gran Bretaña, después. “Le ofrecí cien mil libras para que no mencionase a la prensa el nombre de sir Peter Harding”, dijo ella. “Mi marido no sólo aceptó mi oferta, sino que además pidió el cincuenta por ciento del resto de mis bienes. La razón por la que no había querido concederme el divorcio era que por ley, tras dos años de matrimonio, tenía derecho a la mitad de todo. Era un detalle que él sabía perfectamente, dado que era abogado. En 1993 por fin decidí echar a mi marido para siempre. Yo misma le hice la maleta y me vi obligada a empujarlo físicamente por la puerta, y acto seguido cambié las cerraduras. El alivio de no tenerlo más bajo mi techo fue inimaginable”.

En el currículum amoroso de Bienvenida figura también el poderoso economista y diplomático Thomas Enders, al que conoció en el hotel Ritz de Madrid. “Fueron nueve meses de relación que acabaron de una manera tonta”, contó al respecto, “cuando Thomas, después de haber pasado la noche conmigo en mi apartamento de Londres y ya de regreso en los Estados Unidos, me telefoneó muy nervioso porque se había dejado los pantalones del pijama. Le dije que se los guardaba para cuando volviera y fue mucho peor. No quería dejar ninguna prueba de nuestra relación, lo cual denotaba una enorme desconfianza por su parte”. El detalle resulta cuando menos curioso, teniendo en cuenta que la española también conservaba en su poder cerca de un centenar de cartas de amor en las que Enders alardeaba de su gran poder económico y se comportaba como un adolescente atortolado.

Ya en enero de 1994, Bienvenida se casó en secreto con un marchante de arte ruso, Nicolás Sokolow, que aportó a su vida una serenidad de la que ella había carecido hasta entonces. Las entrevistas que concedió posteriormente dejaron entrever que, en realidad, había accedido a revivir los escándalos sobre su vida privada por una cuestión de parné, ya que la crisis económica de los noventa llevó a Sokolow a perder poder adquisitivo, pero también de rencor, pues consideraba que tanto Harding como Enders la habían tratado mal.

“Los medios de comunicación británicos no se tomaron bien el hecho de que yo no solo fuera una ‘extranjera’ que estaba mostrando al mundo cómo eran en realidad aquellos dos hombres —uno, mi ex marido, borracho y chantajista; el otro, mi ex amante, hipócrita, tacaño y donjuán—, por no mencionar la circunstancia de que yo estaba sacando a la luz elementos del establishment británico que la prensa y el Gobierno hubieran preferido mantener ocultos”, escribió. “Además, y para gran diversión por mi parte, se me acusó de espiar para Sadam Husein. Se hizo circular una imagen de mí que me describía como ‘una cualquiera’ y ‘Mata Hari’, y algunas de las acusaciones eran bastante increíbles. El sentido común y la lógica me decían que luchar contra la prensa británica dentro o fuera de los juzgados habría sido contraproducente [...]. Yo había entrado en el mundo de los medios de comunicación con la suposición de que me tratarían con equidad y respeto. Ahora, viéndolo en retrospectiva, me doy cuenta de que pecaba de ingenua”.

Bienvenida Pérez (izda.), con Eva Medina, Espartaco Santoni y Marujita Díaz en Marbella, en 1998.

Bienvenida Pérez (izda.), con Eva Medina, Espartaco Santoni y Marujita Díaz en Marbella, en 1998. / AL - EFE

Bienvenida optó por convertir una situación que podía destrozarle la vida en una carrera nueva. Durante los siguientes años trabajó en distintos programas de televisión, pronunció conferencias en la prestigiosa Oxford Union y escribió artículos donde contaba sus batallitas y divulgaba su filosofía de vida. A mediados de los noventa se instaló en Marbella, donde le presentaron al hombre que iba a ser su siguiente esposo: Eduardo Jimeno, nieto de los pioneros del cine español. Con él se trasladó a Londres a finales de 1997, pero la cosa no terminó de cuajar porque, según afirmó ella, su esposo era una persona irrazonablemente posesiva y controladora: “La posterior disolución de mi tercer matrimonio fue, una vez más, una decisión que me sentí obligada a tomar si quería mantenerme fiel a mis intereses. La capacidad para permanecer desapasionada, centrada y ambiciosa resulta crucial para mi estrategia. No me importa lo más mínimo que se me acuse de ser fría, calculadora y despiadada, porque considero que esos rasgos, más que defectos, son cualidades a las que aspirar”.

Con el tiempo, la valenciana hizo sus pinitos en el sector inmobiliario y en 2008 enviudó de su marido, del que algunos dicen que heredó una importante cantidad de dinero. También publicó un honesto libro, Hazte valer, en el que plasmó su capacidad personal para, en sus propias palabras, “aplicar la autodisciplina y la objetividad” en sus relaciones. “Como mujer hecha a sí misma, elegí casarme para dar un empujón a mis aspiraciones”, apuntó en sus páginas. “En mi caso no se trató de una decisión financiera, porque yo ya había alcanzado la independencia económica. Casarme con un hombre mucho mayor que yo, que había sido ministro de la Marina, era lo más acertado para mí en aquel momento”.

Según explicó, a diferencia de lo que ocurre en muchos casos, ella nunca percibió el matrimonio como una condena. “Ninguna mujer debe esclavizarse a ningún hombre ni a las convenciones sociales. La vida consiste en crecer y avanzar, en experimentar lo bueno al mismo tiempo que se aprende de lo malo, pero siendo capaces de crecer mientras tanto, como haría cualquier empresa de éxito”. En 2020 se instaló en Sandbanks, en la costa sur de Inglaterra, donde actualmente lleva una vida tranquila, bastante alejada de los hombres y del circo mediático que la ayudó a aumentar su cuenta corriente.