ENTREVISTA

Marta Larralde, la actriz que no teme a la industria: "Si tengo que dedicarme a otra cosa mañana, no se me caerán los anillos"

Tras 24 años como uno de los rostros más populares de la televisión, la intérprete ha levantado su primera obra como dramaturga y productora: estrena 'Miss bujía' en la Sociedad Cervantina este fin de semana

Marta Larralde, fotografiada en la Sociedad Cervantina donde presenta 'Miss bujía'.

Marta Larralde, fotografiada en la Sociedad Cervantina donde presenta 'Miss bujía'. / ALBA VIGARAY

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Madrid

Siempre ha estado ahí. Detrás de la pantalla, alumbrando algunas de las historias más fascinantes de nuestra ficción. Desde que debutó, casi de casualidad, ojo, en Lena, ha dado vida a personajes tan populares como Belén (Gran Hotel), Manuela (No me gusta conducir), Marina (Vivir sin permiso), Francis (HIT), Nieves (Fariña)… Marta Larralde (Vigo, 1981) se ha convertido en uno de los rostros habituales de la televisión gracias a su frágil sensibilidad y firme compromiso. Dos atributos que le abrieron las puertas del cine, donde ha trabajado con Alejandro Amenábar, Roberto Santiago y Mariano Barroso, entre otros. Ahora, tras 24 años reivindicándose en la industria, ha levantado su primera obra como dramaturga y productora: Miss Bujía estará en la Sociedad Cervantina (Atocha, 87) este fin de semana. “Ya estoy preparando la adaptación de una novela que adoro. Así que ya tengo mi segundo proyecto en mente”, avanza. No para quieta. Quizá, por ello, ha conquistado a la masa.

Marta Larralde, en un instante de 'Miss bujía'.

Marta Larralde, en un instante de 'Miss bujía'. / ALBA VIGARAY

P. ¿Por qué ahora?

R. Hace tiempo que me rondaba la historia en la cabeza y quería escribirla. Llevo años intentando sacarla adelante. La he ido escribiendo por partes, cuando no tenía curro. Necesitaba estar muy concentrada para hacerlo, no lo tenía tan interiorizado como la interpretación. Me costaba sentarme delante del ordenador durante cinco horas cada día y enfrentarme a una página en blanco. Tenía ganas de hacer teatro porque mi carrera, sobre todo, se ha cimentado en el cine y la televisión. Pensé en hacer un cortometraje, luego una película. Y, finalmente, acabé con un monólogo. Subirse a un escenario tiene algo de volar que me fascina. Quería explorarlo y demostrarme que lo podía hacer.

P. La obra cuenta cómo una experta en Arte Barroco quiere liberar a las mujeres que se encuentran detrás de cuadros importantes. ¿Cómo surgió?

R. De una anécdota que me contaron hace tiempo. Me contaron que una estudiante de Historia del Arte y, en época de exámenes, le dio un brote psicótico. Un día, de repente, salió de casa y estuvo tres días perdida en Madrid. La encontraron y la ingresaron, pero yo empecé a imaginarme qué le podría haber pasado en aquellos tres días. A partir de ahí, busqué un hilo conductor para unir los acontecimientos. Entonces, cayó en mis manos Las olvidadas, un libro sobre las mujeres del Museo del Prado. Se me vinieron a la cabeza distintos cuadros que conectaban con la trama. El proceso de escritura fue tedioso, la verdad.

No tenía planteado dedicarme a la actuación, pero llegó. Fue el detonante. Y, poco a poco, visualicé un camino nuevo para mí

P. ¿Cuánto cuesta poner en marcha un proyecto así?

R. Cuando no tienes una producción fuerte, lo más complicado es liar a la gente por amor al arte. Conocí a Norma Martínez, la directora, en un festival de teatro en Montevideo. Fue muy curioso porque, antes de presentarme, le había escrito por Instagram contándole un poco. Recuerdo bajar a la recepción del hotel, verla y acercarme. No nos conocíamos, pero le conté todo. Le encantó la propuesta. Por aquel entonces, ella vivía en Perú. Así que, durante meses, le estuve mandando textos para ir retocándolos poco a poco. Estuvimos dos años intercambiando correspondencia hasta que, de repente, me dijo que se mudaba a Madrid. Y comenzamos a trabajar: a medida que ensayábamos, reescribíamos partes. Fue un proceso interesante, rebanándonos los sesos para acabarla.

P. ¿Qué queda de la Marta que debutó en Lena tras formarse en Galicia?

R. Todo, me siento con la misma ilusión. Con otra seguridad, eso sí. He aprendido mucho a lo largo del camino. Aquel personaje lo hice casi de casualidad. No tenía planteado dedicarme a la actuación, pero llegó. Fue el detonante. Y, poco a poco, visualicé un camino nuevo para mí. La vida me ha respondido bien, he ido fluyendo. Quiero vivir el presente, no agobiarme.

Marta Larralde, en un instante de 'Miss Bujía'.

Marta Larralde, en un instante de 'Miss Bujía'. / ALBA VIGARAY

P. Ha formado parte del elenco de series tan populares como Hospital Central, Gran Hotel, Fariña, HIT… ¿Hubo algún punto de inflexión en su carrera que supusiera un antes y un después?

R. Realmente, no. Cada paso que he ido dando ha sumado y, bueno, tal vez, tras Fariña me salieron un par de proyectos sin proceso de casting. Fue una época, ahora sigo haciendo castings. Y, claro, recibo muchos noes y algún que otro sí.

P. No ha parado de picar piedra.

R. Me siento una actriz obrera, del día a día. No doy nada por hecho, esta profesión es una carrera de fondo. Por lo que toca aguantar, explorando nuevos mundos y conociendo gente maravillosa. Estoy en el camino adecuado porque me siento bien conmigo misma. Vivo tranquila, con ganas de hacer cosas nuevas. No me cuesta levantarme, voy contenta al trabajo, cuando lo tengo. Y, cuando no, trato de disfrutar de los pequeños placeres de la vida.

Me gustaría que mi trabajo fuese menos precario, más estable. No abundan las oportunidades y, si las hay, no siempre son en las mejores condiciones

P. ¿Cómo se ha hecho fuerte para sobrevivir en un gremio con tanto paro y temporalidad?

R. Es dura, pero por suerte tengo una familia que me apoya y nunca me va a faltar nada con ellos a mi lado. Dicho esto, hay momentos complicados. Cuando llegan, intento centrarme en mis otras pasiones, como el deporte. Me ayuda bastante a nivel mental, ir al rocódromo es mi terapia particular. Me ayuda a meditar y estar en paz. También te digo que si mañana tengo que dedicarme a otra cosa, no se me van a caer los anillos.

P. Lleva trabajando desde 2001, con proyectos que le han permitido mantener una trayectoria estable. ¿En este oficio se puede respirar con tranquilidad alguna vez?

R. Me gustaría que fuese menos precario, más estable. No abundan las oportunidades y, si las hay, no siempre son en las mejores condiciones. Los sueldos no suben, pero la vida sí. Si te quieres forrar, mejor dedícate a otra cosa. No obstante, siempre lo diré: esta profesión es tan bonita y te llena tanto el corazón que aguantamos lo que nos echen encima. ¿Que me encantaría que los guiones se acumulasen en mi mesita de noche? Sí. ¿Que los directores se peleasen por mí? Sí. Me fliparía viajar, actuar con cineastas de todo el mundo. Pero también te digo que, si no parase, también habría cosas negativas, como no poder atender a mi familia. Todo tiene su parte buena y mala. Mi trabajo es así y debo cuidarlo. Estoy muy agradecida con lo que tengo.