EXPOSICIÓN

Antes de Ifema o el Jarama estuvo el Retiro: los 90 años del Jardín Artístico que alojó un Gran Premio y vio a Ángel Nieto en el podio

La exposición 'De jardín a paisaje… todo un recorrido' se puede visitar de manera gratuita hasta el 9 de julio en la Montaña Artificial del parque y alberga desde un busto de Felipe IV hasta una moto de carreras Bultaco

El Retiro cumple 90 años como Jardín Artístico.

El Retiro cumple 90 años como Jardín Artístico. / ARCHIVO

Madrid

El pulmón de Madrid está de celebración. Además de albergar la Feria del Libro hasta el 15 de junio, el Retiro tiene otra opción para los compradores literarios y demás curiosos que decidan pasear a la sombra de los árboles durante este mes: la exposición De jardín a paisaje… todo un recorrido, que conmemora los 90 años desde que el Gobierno le otorgase a este parque la categoría de Jardín Artístico.

En la presentación de la muestra, que se podrá visitar hasta el 9 de julio, el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, aseguraba que la intención es “conmemorar, enseñar e informar a todos los ciudadanos de la joya que tenemos, el Parque del Retiro, un jardín de jardines que contempla valores culturales y también valores ecológicos”. Se puede visitar de manera gratuita en la recién reformada Montaña Artificial del Retiro -antigua Montaña de los Gatos-, un espacio que formó parte de El Reservado, el área dedicada al esparcimiento de los reyes en el siglo XIX.

Fotografía de sala de la exposición.

Fotografía de sala de la exposición. / AYUNTAMIENTO DE MADRID

La exposición repasa los más de cuatro siglos de vida del parque del Retiro, desde su origen como Real Sitio del Buen Retiro en tiempos del rey Felipe IV hasta su conversión en espacio público y pulmón natural para los madrileños. Está compuesta por cerca de 40 paneles que cuentan algunas de sus anécdotas más desconocidas y distintos elementos expositivos que enseñan cómo ha pasado de ser aquel jardín palaciego barroco del siglo XVII hasta convertirse en uno de los jardines históricos urbanos más reconocidos internacionalmente, catalogado como Bien de Interés Cultura y que forma parte del Paisaje de la Luz, el conjunto reconocido como Patrimonio Mundial por la Unesco.

Cuando el Retiro fue circuito del GP de Madrid

Cuesta imaginarse a los Márquez o a los Martín de la época rodando por el Paseo de Coches del Retiro, o sorteando el Palacio de Cristal y la estatua del Ángel Caído, pero en el parque se dieron cita pilotos de altísimo nivel durante dos décadas. Cuando se retomaron las carreras al acabar la Guerra Civil, en mayo de 1946 tuvo lugar el primer premio de motociclismo en el Retiro. Según los archivos del Ayuntamiento de Madrid, se trataba de un circuito pequeño, de 1.820 metros, con un recorrido corto en el que apenas había un par de curvas, pero cuyo trazado no era simple: la recta principal estaba en el Paseo de Coches -hoy en día lleno de patinadores y convertido en el lugar donde se concentra mayor número de casetas durante la Feria del Libro- y se enlazaban los siguientes tramos con curvas de 90 grados hasta llegar a la estatua del Ángel Caído, que se rodeaba por su izquierda para pasar, de nuevo, a otra curva.

En este complejo circuito, un joven Ángel Nieto se subió al podium una única vez, en 1969, el último año en el que el Gran Premio de Madrid se celebraría en este espacio. Para rememorar este curioso uso, la muestra alberga una moto de carreras Bultaco de los años 60 que participó en estas competiciones urbanas. También de dos ruedas pero no motorizadas, se expone una colección de bicicletas de los 80 y los 90. Al verlas, uno puede imaginarse cómo eran los paseos por el Retiro durante aquella época y recordar -o conocer- que el parque acogió la llegada de la 7ª etapa de la I Vuelta Ciclista de España, en 1957.

Dos pilotos rodando en el circuito del Retiro.

Dos pilotos rodando en el circuito del Retiro. / ARCHIVO

Para los menos amantes de las ruedas, se muestran además objetos antiguos del Museo de Estufas, ubicado en el propio parque: herramientas de jardinería del primer tercio del siglo XX, carretillas, guadañas y materiales de riego. También una jarra de la Real Fábrica de Porcelana del Retiro de finales del siglo XVIII y un busto en mármol de Felipe IV, de autor desconocido, para recordar al monarca que impulsó la creación del jardín.

El pulmón verde de la capital

Más allá de la belleza paisajística, de su historia y del gusto que puede suponer para un transeúnte pasearse por el Retiro -eso sí, cuando los pronósticos meteorológicos lo permiten y lo mantienen abierto al público-, el parque tiene también gran importancia ecológica para la capital. Tiene más de 112 hectáreas de superficie y cerca de 20.000 árboles de 190 especies diferentes, "un verdadero refugio de biodiversidad en pleno centro de Madrid", como aseguraba Carabante en la presentación.

Su uso como parque urbano se remonta a la época de Carlos III, que en 1767 permitió la entrada del público en un espacio que hasta entonces había sido privado. El Retiro tardó cien años más en quedar bajo la titularidad del Ayuntamiento de Madrid, en 1868, y le costaría otros 73 años más en obtener el título de Jardín Artístico por "su extraordinario valor histórico, cultural y paisajístico".

Que la gran masa verde del centro de Madrid se convirtiera en Jardín Artístico supuso un antes y un después en su gestión, como explicaba el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad: "Se modificaron los criterios de gestión, conservación y, sobre todo, de protección. Desde entonces, el Ayuntamiento destina ingentes cantidades de dinero para mantener en buen estado este parque. Hasta 1935 era considerado uno más de la ciudad".

Nueve décadas después, los más de 100.000 visitantes que recibe el Retiro a diario -que se convierten en 150.000 cuando llega el fin de semana- siguen disfrutando de las posibilidades que ofrece este parque. Ya no hay motos compitiendo en el asfalto, pero permanecen los paseos, la posibilidad de hacer deporte al aire libre, descubrir una especie de arbusto o, hasta el 9 de julio, visitar una nueva exposición temporal.