EMBLEMÁTICO EN MADRID

La agonía del Mercado de la Cebada en su 150 aniversario: "Si siguen abriendo supermercados alrededor, los autónomos no tenemos futuro"

Los clientes de toda la vida, que coinciden con los comerciantes, creen que el mercado ha perdido su esencia y no tiene nada que ver con lo que fue hace décadas

Una pareja de ancianos compra pescado en el Mercado de la Cebada de Madrid.

Una pareja de ancianos compra pescado en el Mercado de la Cebada de Madrid. / ALBA VIGARAY

Pablo Tello

Pablo Tello

Madrid

Mientras Ana prepara unas pechugas de pollo, Gloria saca un billete de 20 euros de su monedero. A su lado permanece Ramón, su marido, con el carro abierto esperando a que su mujer le pase la bolsa. “¿Os vais al pueblo este fin de semana?”, pregunta la carnicera. “Nos quedamos en Madrid, que vienen los chicos”, responde él. Por la tranquilidad de los tres, es fácil deducir que esta no es la primera vez que hablan. “Los dos hemos nacido en el barrio y, aunque nosotros somos los mismos, el mercado ya no es lo que era. Se ha deteriorado mucho”, lamenta la pareja. El Mercado de la Cebada celebra hoy 150 años de historia y tradición.

Ana, una de las carniceras del Mercado de la Cebada, se incorporó al negocio hace 35 años.

Ana, una de las carniceras del Mercado de la Cebada, se incorporó al negocio hace 35 años. / ALBA VIGARAY

De un tiempo a esta parte, la hostelería y la moda, entre otros sectores, han ganado peso dentro del mercado: “Antes, tanto la planta de arriba como la de abajo estaban repletas de carnicerías, pescaderías y pequeños comercios. Ahora parece que casi todo está enfocado al fin de semana, al tapeo. No es que sea peor, pero ha perdido su esencia y el ambiente no es el mismo”. Ana, que lleva detrás del mostrador 35 años, lo confirma: “Cuando empecé trabajaba mucho más que ahora porque todo el barrio venía a comprar”. Hoy en día sólo acuden a su puesto aquellos clientes a los que lleva atendiendo desde que llegó al número 15 de la Plaza de la Cebada. 

La cercanía en el trato

“Entonces nos conocíamos todos. En la pescadería, la panadería o la charcutería, todos decían ¡Hola Gloria!. Te conocían. Ahora, aunque sigue siendo así en algunos comercios, se respira una energía diferente. Nosotros mantenemos la cercanía con ciertas personas, como con Ana. Compramos aquí todo y solo vamos a los centros comerciales a por productos de limpieza y ciertas cosas puntuales, pero toda la comida la compramos aquí”, añade la vecina mientras mete la compra en el carro. La vendedora, a su vez, lamenta la proliferación de puestos que se alejan de la concepción tradicional del mercado: “Van cambiando constantemente”.

Una anciana espera sentada mientras su hija hace la compra en el Mercado de la Cebada.

Una anciana espera sentada mientras su hija hace la compra en el Mercado de la Cebada. / ALBA VIGARAY

Su clientela, mayoritariamente local, se ha rejuvenecido en los últimos años: “Aquí no vienen turistas, como a otros puestos, que forman colas larguísimas. La gente que viene al mercado, lo hace, entre otras cosas, por la cercanía. Ven el género, se lo preparo todo como a ellos les gusta, hablamos un ratito y nos interesamos por la vida del otro. Es lo que ellos buscan. También atiendo a mucha gente jóven que ha venido a vivir al barrio y prefieren comprar aquí en vez de en un supermercado. Eso nos da esperanza”. Sin embargo, cree que espacios como el Mercado de la Cebada tienen los días contados: “Con el tiempo desaparecerán, cada vez somos menos”

Hace décadas, la pareja conseguía todo lo que necesitaba en estas cuatro paredes porque los centros comerciales no existían o “les pillaban muy lejos”. Hoy en día, acuden una vez por semana a las grandes superficies porque la oferta en el mercado ha menguado. Sin embargo, mientras las puertas estén abiertas, Gloria y Ramón seguirán viniendo a la plaza para mantener la nevera llena. “Es el trato, el diálogo. En un súper coges lo que necesitas y te vas. A veces hablas un poco con quien te cobra, pero es distante porque no te conoce de nada. Además, casi todo está envasado”, concluyen.

"Todo es más caro"

En el puesto de enfrente, Paloma pesa varios melocotones. Abrió este negocio hace 30 años. Como su compañera, confirma que la situación laboral ha cambiado desde entonces. “Hace unas décadas éramos los únicos comercios de la zona y, en cuestión de un año y pico, han abierto un montón de grandes y pequeños comercios alrededor. Estamos minados porque no podemos competir contra su horario, ya que abren de 08:00 a 23:00”, critica. No es la única. La mayoría de tenderos que han presenciado el deterioro de este espacio coinciden en que los supermercados están acabando con ellos: “Si te das una vuelta por este casco encuentras un Día y un Carrefour pegados. Si giras hacia la Plaza Mayor hay otro y si bajas a San Francisco lo mismo”.

Varias jóvenes recorren el Mercado de la Cebada, ubicado en el centro de Madrid.

Varias jóvenes recorren el Mercado de la Cebada, ubicado en el centro de Madrid. / ALBA VIGARAY

Si bien los puestos que ofrecen degustación han encontrado alguna ventaja en el nuevo concepto, no es el caso de Paloma. “Si siguen abriendo grandes superficies como lo están haciendo, el mercado no tiene futuro. No podemos competir con ellos en precio. Su calidad es pésima, pero todo es más barato. Aquí te informamos de todo, tenemos calidad, la fruta es de temporada, encuentras de todo a un precio económico y los productos no están envasados en plástico. Hay que defender a muerte el Mercado de la Cebada, al 100%. Somos pequeños autónomos y, si no fuera por nosotros, este país se iría a la mierda”, zanja. 

Amparo y Jacinto, que compran en este mercado desde hace más de 60 años, lo saben bien. Ambos aseguran que el mercado no es “ni un 10% de lo que era”. “Era lo mejor de Madrid. Ahora, como hay tantos supermercados alrededor, es lógico que hayan bajado las ventas. Sin embargo, para nosotros la calidad de los productos aquí es inigualable. Lo que tiene la Plaza de la Cebada no lo tiene ningún otro lugar”, defienden. Pese a que el trato con los comerciantes de toda la vida no ha cambiado, los precios no pueden decir lo mismo: “En estos últimos años han subido muchísimo, especialmente después de la pandemia”. Es esta última frase la que capta la atención de Enrique, uno de los pescaderos del tenderete contiguo. Según él mismo reconoce, desde la desaparición de la peseta, los costes han incrementado más de un 40%. La supervivencia del mercado está, por tanto, más en juego que nunca.

Una placa conmemorativa

El Mercado de la Cebada, uno de los espacios más emblemáticos del comercio tradicional madrileño, celebra este año su 150 aniversario. Desde su apertura en 1875, ha sido testigo del crecimiento de la ciudad y del pulso diario de generaciones de comerciantes y vecinos del barrio de La Latina.

La delegada de Economía, Innovación y Emprendimiento, Engracia Hidalgo, acompañada del concejal del distrito de Centro, Carlos Segura, ha descubierto hoy una placa conmemorativa en el vestíbulo de acceso al mercado, en homenaje a su historia, presente y futuro. “La supervivencia de estos mercados tradicionales es imprescindible para mantener el alma de la ciudad y de los barrios y este es una referencia no solo para los vecinos del distrito, sino también para muchos madrileños”, ha señalado.

Diseñado originalmente en 1868, inaugurado por Alfonso XII y derribado en 1956 para ser reconstruido dos años después, el Mercado de la Cebada se alza sobre un solar con más de cinco siglos de historia comercial, donde antaño se vendían cereales, especialmente cebada. Situado en el corazón de La Latina y a pocos pasos del ‘kilómetro cero’ de la Puerta del Sol, representa un modelo de mercado vivo donde conviven la tradición de los puestos de abastos con nuevas fórmulas de negocio como catas de vino y degustaciones gastronómicas.