CONCIERTO

Mikel Erentxun resucita otra vez a Duncan Dhu: 'cien gaviotas' agotadas volaron Madrid 40 años después

El artista celebra el aniversario de la banda que fundó junto a Diego Vasallo y Juanra Viles con dos fechas agotadas en Las Noches del Botánico: desempolvó con éxito algunas de las joyas más valiosas del pop español

Mikel Erentxun celebrar el 40 anivesario de Duncan Dhu en Las Noches del Botánico.

Mikel Erentxun celebrar el 40 anivesario de Duncan Dhu en Las Noches del Botánico. / RODRIGO JIMÉNEZ

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Madrid

Bastaron los primeros acordes de Capricornio para que la masa entrara en éxtasis. Fue instantáneo, como una Coca-Cola recién agitada. La reacción fue tan atronadora que Mikel Erentxun se quedó atónito: está celebrando los 40 años de Duncan Dhu y, aunque esperaba una acogida apabullante, ojo, jamás imaginó algo así. Por instantes, salvando las distancias, sobre todo por el aforo, recordó al concierto que protagonizó en la Expo’92: aquel 25 de junio, a las 11 de la noche, 100.000 almas abarrotaron la Plaza Sony de Sevilla, obligándoles a salir escondidos en una ambulancia. Semejante estampa no se repitió este martes en Las Noches del Botánico, pero algo de aquella enajenación sí hubo: gritos, saltos y palmas resucitaron un fenómeno que, pese a sus múltiples resurrecciones y el cansancio acumulado, continúa en pie. 

Sonaron Rosa gris, La barra de este hotel y A tientas con las canas que dan los años. Erentxun y los suyos rondan los 60 y, claro, por mucho que lo intenten, ya no son los chavalitos que levantaban suspiros allá por donde pisaban. Guardan un público devoto, apasionado por un cancionero salpicado de grandes éxitos. “Vamos a pasar calor del bueno”, soltó entre risas el cantautor, enfundado en traje negro. Un ejercicio justo de nostalgia que devolvió la juventud perdida en aquellos agitados 80

Mikel Erentxun repasó los grandes éxitos de Duncan Dhu.

Mikel Erentxun repasó los grandes éxitos de Duncan Dhu. / RODRIGO JIMÉNEZ

Se echó de menos a Diego Vasallo, con quien Erentxun alumbró Duncan Dhu en 1984. Vendieron tres millones de álbumes y, cuando Juanra Viles, el otro miembro original, abandonó la formación, ambos siguieron adelante como dúo. En 2001 se separaron para reunirse puntualmente en 2013, un hito que no se ha vuelto a repetir hasta la fecha. Ni siquiera para este aniversario. ¿El motivo? A Vasallo no le gusta demasiado mirar al pasado. No obstante, su recuerdo estuvo presente de algún modo. En especial cuando sonó Cien gaviotas, compuesta por él. Para entonces, el gallinero, formado mayoritariamente por fans de la época, se había transformado en uno de los bares donde quemaban sus temas. Parecía que sólo querían escuchar, en bucle, una y otra vez, aquellas melodías que les animaron a soñar de jóvenes y que hoy, en otra vida distinta, madura, duele recordar. 

Aunque Erentxun ha hecho un esfuerzo por actualizar el repertorio, añadiéndole capas y ángulos, por momentos, no salió reforzado. Faltó fue contundencia, el pellizco de quien vibra por primera vez. No es culpa suya, sino del tiempo. Por suerte, cuenta con algunas de las joyas más valiosas del pop español: desde su debut con Por tierras escocesas, el grupo ha legado himnos tan memorables como Una calle de París, Siempre y Cuando llegue el fin. Las recuperó desde otra etapa vital, con la voz cálida y áspera, algo cansado, pero siguen funcionando. 

Avalancha emocional

El artista, cuyo último proyecto fue un disco de Navidad, editado en 2024, ha dejado aparcada su carrera en solitario para afrontar la gira DD40. Flanqueado por Marina Iñesta, Rubén Caballero, Mikel Azpiroz, Fernando Neira y Karlos Arancegui, encabezó un viaje a través del rockabilly, el pop y el folk por los que Duncan Dhu transitó a lo largo de ocho elepés. Se mostró cercano, recreándose con cada nota. “40 años y todavía me cuesta hablar, ya me conocéis”, dijo mientras tocaba los primeros acordes de Rozando la eternidad. En el primero de los dos conciertos que dará en el festival madrileño, lejos de estar contenido y nervioso, no dejó de buscar la complicidad de la gente. La luminosidad con la que se subía al escenario no la ha perdido, como tampoco la manera en la que se dirige a sus compañeros: les dio su lugar, provocando instantes mágicos que, desde fuera, quizá, no se entenderían.

Mikel Erentxun, en Las Noches del Botánico junto a su banda.

Mikel Erentxun, en Las Noches del Botánico junto a su banda. / RODRIGO JIMÉNEZ

El jardín botánico de la Universidad Complutense se convirtió en un oasis frente al calor que ha achicharrado Madrid en los últimos días. En parte, gracias al bienestar que sólo estas canciones logran despertar. Aunque el contexto haya cambiado, Erentxun las tocó como si fuera la última vez. Se percibió la emoción de principio a fin y, claro, cuando se trata de homenajearse, es inevitable ruborizarse ante semejante avalancha sentimental. Este no sólo fue una cita con sus seguidores, también con el Mikel que fue. Y que sólo pervive en sus letras.