ARRANCA LA TEMPORADA

Amaia nuestra que estás en el cielo: benditos los invitados a la 'Eucaristía pop' del Tomavistas

En la primera jornada del festival madrileño, que celebra su novena edición en la Caja Mágica, también tocaron una deslenguada Mala Rodríguez, un sensacional pablopablo y una hipnótica Judeline

Amaia, en el Tomavistas 2025.

Amaia, en el Tomavistas 2025. / TOMAVISTAS

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Madrid

A un concierto de Amaia hay que ir ya confesadito. Fuera tonterías: ni pecados ni ruegos, aquí se viene a recibir las hostias correspondientes. Nadie las consagra como ella y, claro, al ser tan cotizadas, hay quien pega codazos con tal de saborearlas. En su particular Eucaristía, la reflexión se realiza siempre a posteriori. Porque, ojo, a ver quién puede contener la emoción mientras da su bendición. Luego, a escondidas, en paz, que cada uno llore lo que quiera. Pero mientras la Mesías canta, el mundo obedece. Esto fue lo que, precisamente, este jueves, logró en el Tomavistas. Inició el concierto y, al minuto, no hizo falta más, la masa entró en trance. Bailó, gritó. Como si nada más importara. Sólo existía Amaia. Benditos los invitados a su revelación.

Sus canciones fueron bálsamo para heridas abiertas. Lo repartió a chorro, de un lado a otro. No paró quieta con tal de que la Caja Mágica, el recinto que acoge la novena edición del festival, sintiera un alivio instantáneo. Le bastaron Nanai y Magia en Benidorm para dar una absolución multitudinaria: frente a un gentío en constante efervescencia, la artista protagonizó una actuación eléctrica y bienaventurada. Estuvo magnética, haciendo gala de la espontaneidad que tan poco abunda en esta industria. Hizo y deshizo lo que quiso. Se paseó por las tablas a su antojo, recitando al gusto. Cuando no le apetecía, sacaba el micrófono a una multitud que respondía al microsegundo. No faltaron los trallazos Tengo un pensamiento y Quedará en nuestra mente, sus cortes más aplaudidos.

Mala Rodríguez, en el Tomavistas 2025.

Mala Rodríguez, en el Tomavistas 2025. / ADRIÁN YR | TOMAVISTAS

Es curioso que sólo con tres discos, Amaia haya confeccionado un cancionero generacional. Hay quien lo intenta durante años sin éxito, pero ella ha repetido la hazaña una y otra vez. Está presentando Si abro los ojos no es real seis años después de debutar y, pese al tiempo, tan cruel en la música, continúa aumentando su público. Cada vez es más diverso, más heterogéneo. Fue la única del cartel que aunó quintas tan diversas entre sí. En estado de gracia, como siempre, brillando, dio un recital maestro ante 5.000 almas. Con la dosis justa de intimidad, pero contundente como la que más. Apenas se escuchó barullo durante su actuación, síntoma del fervor que despierta.

Judeline, artillería pesada

En la ascensión de Mala Rodríguez no faltó picardía. Lleva años tragando tierra para que hoy, cuando se cumplen 25 años de Lujo ibérico, aquel álbum que azotó el mercado, nadie cuestione su lugar en el Olimpo del rap español. Es la diosa del cotarro, defendiendo con uñas y dientes su corona. Desde que asaltó la escena, nunca ha dejado indiferente con sus rimas y contoneos. De ahí que, cuando anoche desgranó sus primeros temas, casi impolutos, otra advocación suya tomase la delantera. Si bien se echó de menos el ramalazo callejero de antaño, mantuvo la chulería intacta. En Tengo un trato, por ejemplo, demostró por qué ser tan deslenguada no le ha pasado factura: sabe perfectamente cuándo levantar la voz.

María José Llergo, en el Tomavistas 2025.

María José Llergo, en el Tomavistas 2025. / DANIEL VÁZQUEZ | TOMAVISTAS

Pese al calor sofocante que asfixió la capital este jueves, sobre todo, en un espacio sin apenas sombra, Judeline salió airosa. Impulsada por Alizzz y Rosalía, ha desarrollado un imaginario que tiene bastante que ver con el bienestar, la confianza y el corazón: así se intuye en los irresistibles estribillos e inocentes versos que, además de volverla hipnótica, la convierten en un caballo ganador. Poco habladora, fue apurando junto a sus bailarinas un repertorio de alto vuelo. “Tеngo su dedo en la costilla, El niño que me quiere es de afuera, habla darija”, cantó a coro con sus seguidores. No dudó en sacar su artillería pesada para la ocasión: Canijo, INRI, Zahara… Cortes que, aunque alejados de todo ideario festivalero, prendieron chispa a la temporada.

El delirio de pablopablo

El Tomavistas es la primera gran cita estival de Madrid. Y, por ende, sirve para tomar el pulso a la inminente oferta que está por llegar. En esta jornada inaugural, se observaron avances: a diferencia de otras ediciones, no hubo grandes aglomeraciones ni largas esperas. Durante el turno de María José Llergo, por ejemplo, mientras tocaba Me miras pero no me ves, nadie invadía el espacio vital del vecino. Algo de agradecer tras años relegados a latas de sardinas. Entre el público había un puñado de veinteañeros coreando Ultrabelleza y Malahe frente, ejem ejem, un grupito de boomers que, cerveza en mano, y gorrita mediante, movía el cuello a destiempo. De todo hay en la viña del Señor.

pablopablo, en el Tomavistas 2025.

pablopablo, en el Tomavistas 2025. / ADRIÁN YR | TOMAVISTAS

Sin prestar demasiada atención a Barry B y Xenia, demasiado intensos para los 33 grados que les achicharraron, el foco estaba puesto en pablopablo. Con la energía en las antípodas, los primeros protagonizaron un concierto poderoso, sin sobresaltos. Tocaron y se fueron. Sin poso alguno. En cambio, el hijo de Jorge Drexler, más burbujeante, sacó lustre al mejor pop que tan bien sentó entre la multitud. Su directo marcó distancias, haciendo de cada canción una experiencia extrasensorial. O, quizá, fue el fuego que caía a la 19 horas lo que desató tal delirio. Guitarra en mano, fue diseccionando el elepé que acaba de editar: Canciones en Mi ha puesto en valor su faceta de autor, hasta entonces eclipsada por la de productor. Fue implacable, bíblico. Dios te salve, Pablo. Con el permiso de Amaia.