MÚSICA
Carlos Ares, el 'misterio pop' que tiene a la España festivalera en vilo: "Mi prioridad no es la popularidad, sino la originalidad"
Tras dejar el listón altísimo con 'Peregrino', el artista se lanza al vacío con 'La boca del lobo': lo presenta el próximo viernes en el Tomavistas, primera parada de una larga gira estival

Carlos Ares ha ganado el premio MIN al mejor álbum pop por 'Peregrino'. / ALBA VIGARAY

Fue instantáneo. Nada más terminar Peregrino, Carlos Ares supo que tenía entre manos un álbum especial. Lo alumbró con naturalidad, sin presión. En casa, de manera artesanal. Cada sonido era suyo, cada nota era suya. No esperaba de él nada más que sentirse realizado. Y, aunque lo logró, el efecto fue aún más atronador. Hasta el punto de recibir el premio MIN al mejor álbum pop de 2024. “Sin embargo, me resultaba insuficiente para dar un concierto. Necesitaba ampliar el repertorio”, dice. Así que se metió en el estudio de nuevo y, a los meses, editó La boca del lobo. Ya está preparado para asaltar los festivales que se lo están rifando. Fechas no le faltan.
“Lo más difícil ha sido lidiar con las expectativas. El disco anterior dejó el listón muy alto. Encontré una dirección artística coherente y honesta conmigo mismo. Era muy rico en historias. Por ello, precisamente, en el nuevo debía escribir con la misma originalidad. Me he roto la cabeza para hacerlo en tan poco tiempo. He buscado entre las piedras”, explica Carlos, que corona los carteles del Sonrías Baixas, Granada Sound, Vida Festival, BBK Live, Portamérica… Una gira que pasa por Madrid el próximo fin de semana: tocará en el Tomavistas el viernes, donde presentará oficialmente su último cancionero.

'La boca del lobo' es el segundo elepé de Carlos Ares. / ALBA VIGARAY
P. ¿El crecimiento personal que ha vivido con La boca del lobo está por encima de las cifras que pueda conseguir?
R. Mi prioridad no es la popularidad, sino la originalidad. Ese es el único mérito que encuentro en mi trabajo. Todos escribimos la misma canción una y otra vez, por lo que la gracia está en hacerlo siempre con una identidad propia. Alcanzarla es lo único que me deja satisfecho. Mientras ejercitas el lápiz, vas haciendo un trabajo de introspección importante. Con eso me quedo.
P. ¿Para hacer un buen disco hace falta tener dinero?
R. No. Peregrino lo hice con lo poco que tenía. Fue una producción independiente, todo lo hice yo. Incluidos los videoclips, que se los pagaba a un amigo. Podría haberlos financiado trabajando de camarero o limpiacristales, pero por suerte mi trabajo como productor me lo permitía. Por tanto, para mí, la clave está en tener clara la dirección artística para que conecte con la gente. El dinero no es necesario para crear.
P. ¿Es posible ir así de libre en esta industria?
R. Es una pregunta compleja. En su inicio, creativamente hablando, cuando haces arte tienes total libertad para hacer lo que quieras. Pero esa decisión tiene sus consecuencias: si tú, por ejemplo, decides apostar por el jazz en gallego, existen reglas no escritas que debes tener en cuenta. Ahí ya entran en juego las cifras y, por tanto, si quieres que tu nombre sea más grande en un festival, deberás llegar a más gente.
P. ¿Cuánto cuesta salirse del camino marcado?
R. Para mí, es facilísimo. Porque yo no dependo de mi carrera como artista. Mis trabajos como productor y compositor me permiten tener cubiertas mis necesidades básicas. Por lo que hago música en libertad absoluta. Me lo paso pipa, vaya. Y creo que, al final, eso se acaba trasladando al público.
P. En Días de perros habla de una persona que perdió las ganas de vivir. ¿Cómo es recordar una historia así cada vez que la toca en un concierto?
R. A mí me viene bien para meterme en ella y abstraerme del miedo a defraudar a la gente. Me gusta recordar por qué la escribí. Para no cansarme de ninguna canción, intento no ponerlas en casa una vez las publico. He logrado hacer una música atemporal de la que me voy a enorgullecer toda la vida. No sé qué sucederá en 15 años: quizá, siga cantando las mismas; o, tal vez, para entonces, haya compuesto otras tan bonitas.
P. Reflexiona sobre el ego en Importante. ¿Le ha jugado malas pasadas?
R. Todos los días. Mientras hacía este álbum sólo quería repetir la satisfacción que logré con Peregrino. Quería quedarme a gusto conmigo mismo. Y eso me ha provocado una presión innecesaria. He luchado para no creer que lo que hago es demasiado importante. Si la cago en un concierto, no pasa nada. Es un fallo más, soy humano. Intento hacer estas curas de humildad para no sufrir tanto.

Carlos Ares tocará en Madrid en el festival Tomavistas. / ALBA VIGARAY
P. ¿Lo ha llegado a pasar mal sobre el escenario?
R. Sí, mi cabeza me sabotea a menudo. Son pensamientos intrusivos provocados que me acaban nublando. Puede que esté en el lugar más bonito del mundo que mi mente no me deja disfrutarlo. Es una dinámica que se retroalimenta, se vuelve cada vez más intensa. Por suerte, tengo varios escuderos sobre las tablas que, cuando me notan así, me empujan para que todo salga adelante.
P. ¿Se puede ser artista y ser feliz?
R. Es difícil. Si nunca me hubieran hablado de la ansiedad, no la hubiera padecido. En el momento en el que me abrieron a ese vacío, empecé a cogerle pánico. Es el primer paso para sufrir desequilibrios mentales. Y empeora cuando piensas tanto en ti mismo.
P. Siguiendo la letra de Autóctono, ¿por qué todos sentimos la necesidad de huir de Madrid?
R. Galicia es mi refugio. Y allí encuentro la normalidad que he construido junto a las personas que quiero. En Madrid me siento dentro de una película que me divierte mucho, pero de la que es necesario salir cada cierto tiempo. Si voluntariamente te expones a una vida con tanto estímulo es porque buscas desesperadamente algo. Si no, no escogerías una vida así. Regreso a casa bastante para recordar quién soy y cuál es mi esencia.
P. ¿La dejarás en algún momento?
R. Sí. Y la música también. Creo que el giro que más me podría pillar por sorpresa hoy es irme a otro lado que no tenga nada que ver con ella. No me asusta. Me gustaría probar otros estilos de vida. A lo mejor la dejo y la termino echando de menos, pero hasta eso me encantaría experimentarlo. No sé hasta cuándo durará. No me importaría estudiar una carrera o trabajar en un negocio familiar. Todo en periodos de tiempo cortitos.
P. ¿Da vértigo sentir que tus temas están influyendo en algunas personas?
R. Que va. A veces, lo pretendo. Para ayudar, ¿eh? Si tengo una visión demasiado drástica sobre una cuestión, siempre le pongo un puntito de esperanza. La mayor parte de los mensajes que recibo son bonitos.
P. Has compuesto y producido para otros artistas, ¿cómo es hacerlo con alguien que no conoces de nada?
R. No es fácil. Es antinatural, de hecho. He tenido sesiones en las que casi me han exigido escribir desde el primer momento y eso es complicado porque no sabes cuál es la intención de cada intérprete. Por ello, cuando me lo han permitido, primero hemos estado hablando durante horas para que el tiro fuese lo más certero posible. Luego, claro, acabo haciéndome amigos de ellos porque compartimos planos muy íntimos.