MADRID EN EXPANSIÓN (1)

El Cañaveral, el 'barrio isla' de Madrid que no deja de crecer pese a la falta de servicios

El barrio, el más avanzado de los nuevos desarrollos del sureste, casi ha duplicado su población en los últimos años, aunque todavía tiene grandes carencias de servicios y movilidad

Una de las calles residenciales de El Cañaveral, en el distrito de Vicálvaro.

Una de las calles residenciales de El Cañaveral, en el distrito de Vicálvaro. / Alba Vigaray

Madrid

Madrid acaba de superar por primera vez en su historia los 3,5 millones de habitantes, según la revisión del padrón municipal presentada la semana pasada por el Ayuntamiento de Madrid. Una cifra de vértigo que, si bien se reparte a lo largo y ancho de la urbe - los 21 distritos han aumentado en población en el último año-, tiene un impacto mucho mayor en algunas zonas de la capital. De todos, Vicálvaro es el que más crecido en términos relativos, hasta un 6,52%, frente a casi la mitad que lo han hecho los siguientes en la lista, Villa de Vallecas (3,56%) y Usera (3,41%).

No es de extrañar este liderazgo, pues Vicálvaro alberga hasta cinco de los seis grandes nuevos desarollos del sureste - Valdecarros, Los Berrocales, Los Ahijones, El Cañaveral y Los Cerros, a los que se suma el Ensanche de Vallecas, en el distrito de Villa de Vallecas-, por donde Madrid encamina su siguiente gran expansión territorial y demográfica. De todos estos nuevos barrios en construcción, El Cañaveral es el que está creciendo a un ritmo más acelerado, casi vertiginoso.

La avenida Miguel Delibes, una de las arterias principales del barrio, con un total de ocho carriles para coches.

La avenida Miguel Delibes, una de las arterias principales del barrio, con un total de ocho carriles para coches. / Alba Vigaray

Constituido administrativamente en 2017, este nuevo vecindario ubicado entre Coslada, la Cañada Real y los Ahijones ha pasado de 16.825 habitantes censados en diciembre de 2023 a más de 23.000 en 2025. A este dato oficial, las dos asociaciones vecinales de El Cañaveral le suman alrededor de otras 5.000 personas que viven allí sin estar empadronadas, lo que supondría prácticamente haber duplicado el número de habitantes en apenas dos años.

Este éxito, que se explica en gran medida desde la oferta de vivienda disponible - más abundante y todavía notablemente más barata que en el resto de la capital-, contrasta sobremanera con una flagrante falta de servicios públicos esenciales. No hay colegios, ni instituto, ni centro de salud, ni casi alternativas de transporte público.

Servicios que no terminan de llegar

Pese a ser proyectado en la década de los 90 del siglo pasado y llevar ya varios años constituido en un barrio de pleno derecho, El Cañaveral carece de casi todos los equipamientos básicos. En el apartado del haber se encuentran dos escuelas infantiles, muy necesarias en un barrio habitado mayoritariamente por familias jóvenes primerizas. Una gestionada por el Ayuntamiento de Madrid, que fue la primera en abrir, y una segunda inaugurada a principios de este curso, aunque con retraso, por la Comunidad.

La columna de los debes, sin embargo, resulta mucho más extensa. El primer colegio público del barrio, en construcción en estos momentos, no abrirá hasta el curso 2025/26. Y lo hará únicamente incluyendo el primer ciclo de Infantil (3 años), a la que seguirán en sucesivas fases el resto de cursos, para disgusto de muchas familias que no podrán escolarizar a sus hijos en el barrio durante toda su etapa escolar. Antes llegará un centro concertado, el Humanitas Bilingual School, que también ultima su puesta a punto. Si bien abarcará la educación de 0 a 18 años, su alto coste (400 euros al mes), lo convierten en una opción inalcanzable para una amplia mayoría de familias.

Obras en marcha del primer colegio público de El Cañaveral.

Obras en marcha del primer colegio público de El Cañaveral. / Alba Vigaray

Tampoco hay, ni se le espera en el corto plazo, centro de salud. La parcela donde se ubicará ya ha sido cedida al Gobierno regional, pero todavía no se ha licitado el proyecto. Esto obliga a los cañaveleros a acudir a otros centros de Vicálvaro, como el de Villablanca - que está "completamente saturado", según denuncian- o a los de otros distritos - razón por la cual muchos vecinos no se empadronan pese a vivir en el barrio-. Faltan también un centro cultural y una instalación deportiva, más allá de las pistas de baloncesto construidas entre las dos escuelas infantiles.

Sin alternativas de movilidad

Con el Metro totalmente descartado por la Comunidad de Madrid, escarmentada por la experiencia de San Fernando, debido a la baja firmeza del terreno, los cañaveleros cuentan únicamente con dos líneas de autobús: la E5, que conecta con el centro de la capital, en Conde de Casal, y la 159, que lleva hasta Puerta de Arganda, donde pueden tomar el Cercanías o la Línea 9 del suburbano.

"Dependemos del coche para todo", lamenta Lucía Toril, vecina y vocal de la junta directiva de la Asociación Vecinal El Cañaveral Avanza (AVECA). Tanto para salir fuera como, en muchas ocasiones, para moverse dentro del barrio, conformado por larguísimas avenidas poco pensadas para ser recorridas a pie. Incluso desplazándose en coche, El Cañaveral, una 'isla' flanqueada por carreteras por tres de sus cuatro costados, cuenta con muy pocas salidas y conexiones con su entorno, lo que deriva en grandes atascos diarios en las horas punta de entrada y salida. "Por las mañanas es horroroso", apunta Toril, pues "todos salimos a la vez para llevar a nuestros hijos al colegio y llegar a trabajar".

Pero resulta para quienes no disponen de vehículo, como Lucía (43) y otros muchos vecinos. Originaria de Rumanía, apenas lleva dos meses en el barrio tras varios años viviendo en Tres Olivos. Cada día, de lunes a viernes, debe invertir una hora y media en volver desde el colegio de su hija de 12 años, situado en Mirasierrra, hasta su nuevo hogar.

Un barrio en pañales

Tampoco hay oficina de Correos, mientras que las primeras farmacias llegaron hace poco. Apenas dos supermercados de pequeño tamaño, uno al lado del otro, nutren a todo El Cañaveral. Llama también la atención la baja presencia de bares, restaurantes, tiendas de alimentación y toda esa serie de negocios y locales que dan vida a un barrio y sirven de punto de encuentro social. "No hay nada", se queja Toril, "es una isla vacía donde no hay nada público y necesitas el coche para absolutamente todo".

Un cartel anuncia la próxima apertura del que será el tercer supermercado del barrio.

Un cartel anuncia la próxima apertura del que será el tercer supermercado del barrio. / Alba Vigaray

Sí que hay, no obstante, varias guarderías para acoger a los hijos del gran número de familias jóvenes que, con sus carritos de bebé a cuestas, constituyen una de las estampas que más se repite por las calles y parques del vecindario. En eso se nota que "cada vez viene más gente y somos más", apunta esta vecina. Jackson (29), nativo de Nicaragua y responsable de turno del único Alcampo del barrio, corrobora esta impresión general. Pese a la reciente apertura de un Ahorramás en las proximidades, la demanda del establecimiento es cada vez mayor: "Ahora somos dos super, pero cada día tenemos más clientes".

Demanda y precios al alza

Pese a todos estos debes y carencias, la realidad es que El Cañaveral sigue creciendo como un tiro. El mercado inmobiliario da fe de ello. Eduardo González, director de la oficina de la primera oficina de Redpiso de El Cañaveral, abierta hace apenas un año, asegura que los precios se han disparado en los últimos tiempos. "Es un auténtico boom", afirma, con un alza de los precios de compraventa que ronda el 20%.

Una casa unifamiliar media, de alrededor de 85 metros cuadrados y compuesta por tres habitaciones y dos baños, que hasta "hace nada" salía por alrededor de 300.000 euros, ya alcanzan los 420.000 euros de precio de salida. Opciones de mayor tamaño superan holgadamente el medio millón y subiendo. Aun así, "si lo comparas con otras zonas como Valdebebas sigue estando hasta 300.000 euros por debajo", matiza el responsable de la inmobiliaria. Eso sí, en nada habrá que "normalizar el medio millón", apunta otro de los empleados de la sucursal.

Los alquileres tampoco se quedan atrás en esta escalada de precios y, si bien no ha aumentado de una forma tan pronunciada, "también se han disparado" en el último año, con un crecimiento cercano al 15%. Detrás de esta demanda incesante están no solo las personas y familias jóvenes que escapan de los precios desorbitados del centro Madrid, que González cifra en cerca del 80% de los residentes actuales de El Cañaveral, sino también "abuelos que venden sus casas de toda la vida y se mudan para estar cerca de sus hijos y sus nietos".

Cartel informativo sobre el colegio concertado Bristol School.

Cartel informativo sobre el colegio concertado Bristol School. / Alba Vigaray

Calidad de vida

Y es que, a pesar de las carencias, no todo son quejas en el barrio. "Al principio cuesta acostumbrarse, pero una vez que lo haces, se vive bien aquí", cuenta Marga, para quien la calidad de vida de El Cañaveral es un plus respecto a muchos otros lugares. Aquellos que prefieren los lugares tranquilos y seguros encuentran aquí un refugio alejado del ajetreo constante del centro de la capital. Para quienes tienen la fortuna de teletrabajar también puede resultar una gran ventaja disfrutar de casas, por lo general, más grandes y nuevas, con amplias terrazas, zonas comunes y piscina en la mayoría de casos.

A sus 49 años, Azucena es una de las que lo tiene claro. Teletrabaja, por lo que no sufre los problemas para entrar y salir a diario del barrio, y paga un alquiler de 1.150 euros por una vivienda con una terraza de casi 40 metros cuadrados. "En el centro sería impensable", señala mientras pasea a su perrito por una acera en la que sobra el espacio. Algo similar sucede con los padres y madres con hijos entre 0 y 3 años que sí disponen de oferta educativa en el barrio, como Verónica (41), recién mudada con su familia desde San Fernando porque "nos pillaba cerca" y cuya hija de 2 años podrá ir al colegio que se inaugura el próximo curso.

Mucho más veterana es Lidia Martin (35), que llegó aquí hace 6 años atraída por la rápida conexión con Segovia, de donde proviene. Con un piso en propiedad por menos de 350.000 euros, teletrabajo 100% y una hija también de 2 años, no cambiaría la tranquilidad de El Cañaveral por ningún otro sitio. "Yo ya llevo casi 7 años aquí y tampoco me iría", añade Marga. En 2027, año electoral, "seguro que van a inaugurar muchas de las cosas pendientes", apunta la presidenta de la Asociación Vecinal El Cañaveral. Con lentitud, pero las cosas siguen avanzando en El Cañaveral. Si no lo es ya, en breves se convertirá en el barrio de moda de la diáspora madrileña obligada a abandonar el centro de la capital y buscar alternativas en una periferia que, pausada pero incansablemente, sigue creciendo