CINE DEL OESTE

Una tierra de pistoleros: cuando Madrid era Texas y el Manzanares, el Río Grande

El historiador y crítico Carlos Aguilar escribe sobre los wésterns estadounidenses rodados en España y destaca la importancia que tuvo Madrid en esos rodajes

Robert Fuller (izda.) y Yul Brynner en una escena de 'El regreso de los siete magníficos' rodada en la Plaza Mayor de Colmenar de Oreja.

Robert Fuller (izda.) y Yul Brynner en una escena de 'El regreso de los siete magníficos' rodada en la Plaza Mayor de Colmenar de Oreja. / ARCHIVO

Madrid

Hace miles de años, existieron en la zona de Las Vistillas poblados neolíticos. En el siglo VI, los alrededores de la Calle Segovia albergaron un poblado visigodo. Y en la segunda mitad del siglo XX, en la sierra de Madrid hubo poblados del Oeste con su Saloon, su barbería, su General Store y la oficina del sheriff. Hoy en día, del neolítico, de los visigodos y de los vaqueros y los indios no queda más que el recuerdo y algunos vestigios que prueban que un día estuvieron aquí.

"La principal causa por la que esos poblados del Oeste fueron feneciendo fue la decadencia del wéstern y, por tanto, de los rodajes localizados en ellos. Otra razón para su desaparición fue la desidia o ceguera de las administraciones, que no les dieron la gran trascendencia que encerraban dentro de la historia cinéfilo-cultural de Madrid", explica Carlos Aguilar, historiador cinematográfico y escritor que acaba de sumar a su vasta producción literaria el título American Western en España. Publicado por Desfiladero Ediciones, este ensayo se centra en las producciones del Oeste rodadas por equipos y actores estadounidenses en lugares como el desierto de Tabernas o la provincia de Madrid.

"El wéstern americano en España es un tema que me ha apasionado desde siempre. Lo había tocado de refilón en los libros que dediqué a Sergio Leone y Julián Mateos, y por completo, en un artículo breve, en el libro colectivo Western USA, 1962-1992, coordinado entre Pablo Fernández y yo mismo. Al editor, Pablo Herranz le gustó la idea, y así surgió el libro", comenta Aguilar que, además de una vasta documentación sobre el tema, atesora vivencias personales por haber sido testigo directo de esa época dorada del cine.

"Cuando solo había dos canales, y en blanco y negro, llegué a ver en televisión entrevistas con divos americanos rodando wésterns entre nosotros. Por ejemplo Yul Brynner, Lee Van Cleef, Telly Savalas… Llegué incluso a ver a Van Cleef en El Rastro, ¡y sin peluca! Posteriormente, hablé mucho de aquel período con profesionales que lo vivieron de lleno, como el decorador Gil Parrondo, el director Eugenio Martín, actores como Aldo Sambrell, Fernando Rey y Diana Lorys, que tuvo la gentileza de escribirme el prólogo. Todo esto me ayudó mucho para el libro, en el sentido de entrar en el estado mental e histórico adecuado".

Lee Van Cleef (dcha.) y Dan Van Husen durante el rodaje de 'El cóndor' (1970).

Lee Van Cleef (dcha.) y Dan Van Husen durante el rodaje de 'El cóndor' (1970). / Cedida

Salvo honrosas excepciones, el wéstern ha sido un género maltratado y poco apreciado por los críticos, que lo consideraban cine puramente comercial, sin calidad artística y un canal para transmitir la ideología imperialista estadounidense. Si bien la renovación del género liderada por directores italianos como Sergio Leone cambió esa opinión, hasta fechas recientes, los wésterns americanos rodados en España no han sido valorados ni han podido desprenderse de la etiqueta de subproductos, cine de explotación o series b.

"El prejuicio que siempre ha existido contra el wéstern, en general, al ser considerado un cine 'menor' tanto por los profesionales como por los supuestos intelectuales, creció particularmente contra el americano producido en España, por estimar que carecía de autenticidad al no contar, cuando menos, con los paisajes de Texas, Arizona o California. También es cierto que la modalidad de wéstern que surgió en Europa con base en Leone/Eastwood/Morricone es aplastante, y gana cuantitativamente, además con mucho, al Western americano en España, con lo que ello comporta a nivel industrial y de incidencia popular. En todo caso, muchos de estos wésterns americanos en España, e incluso hispano-americanos, reúnen valores y méritos de todo tipo, en cabeza los del director Burt Kennedy", señala Aguilar antes de pasar a destacar algunos de esos rasgos particulares que hacen que esas películas del Oeste rodadas en España tengan un atractivo especial.

Carlos Aguilar, autor de 'American Western en España'.

Carlos Aguilar, autor de 'American Western en España'. / CEDIDA

"Ante todo, el sabor puramente ibérico que aportaron nuestros paisajes, nuestros escenarios… conferían un tono particular, por ende reconocible, distinto del que ofrecían los westerns americanos rodados en, por ejemplo, México, entre los cuales también los hay estupendos, desde luego".

Madrid, una sucursal de Hollywood

A finales de la década de 1950 y principios de la de 1960, el cambio de actitud del gobierno estadounidense hacia la dictadura de Franco, la fortaleza del dólar frente a la peseta y el clima, muy semejante al de California, hizo que los productores de Hollywood decidieran trasladar sus rodajes a España. "Además, nuestros profesionales, delante y detrás de la cámara, fueron altamente apreciados por los americanos por todo lo positivo que aportaban. Esta fue otra de las razones, y de las mayores, de que vinieran a rodar aquí", apunta Aguilar, que defiende que "eso hemos de decirlo con legítimo orgullo y debemos celebrarlo por encima del regodeo chauvinista o del nacionalismo fácil".

Gary Cooper en Madrid.

Gary Cooper en Madrid. / CEDIDA

A partir de ese momento, en estudios o escenarios naturales de Madrid se rodaron películas como Doctor Zhivago, Espartaco, 55 días en Pekín, Lawrence de Arabia o El fabuloso mundo del circo, a las que hay que sumar decenas de películas del Oeste protagonizadas por estrellas como John Wayne, Charles Bronson, Warren Oates, Burt Lancaster, Kirk Douglas, Robert Ryan o Gene Hackman.

"Lee Van Cleef y Orson Welles o Nicholas Ray compraron o alquilaron pisos y apartamentos en Madrid. Muchos de ellos aprovechaban para disfrutar del flamenco, que además entonces tenía más vitalidad en la ciudad que ahora. Aunque posteriormente España les fue subiendo aviesamente los precios de todo, los estadounidenses continuaron haciendo wésterns aquí para integrar esa específica cualidad ibérica en las imágenes. Es decir, les seguía conviniendo a nivel estético", comenta Aguilar que, además de interesantes datos y anécdotas, en su libro arroja luz sobre hechos no muy conocidos sobre estas producciones de wéstern estadounidense. Por ejemplo, que gran parte de estos filmes del lejano Oeste compaginaban los exteriores madrileños y los almerienses, a fin de diversificar los espacios por razones estéticas o por justificaciones argumentales.

"En el cine, el espacio es una cualidad fundamentalmente artística, por lo que, más que la mímesis de los paisajes españoles respecto a los americanos, lo que importa es la expresividad y elocuencia de las imágenes, ruedes donde ruedes", apunta Aguilar que, además de las localizaciones madrileñas más conocidas, como Aldea del Fresno, La Pedriza de Manzanares del Real o Talamanca del Jarama, ha documentado también otras en Colmenar Viejo y Colmenar de Oreja, Hoyo de Manzanares, las sierras de Navacerrada y Guadarrama, Villamanta, Navalcarnero, Nuevo Batzán o los ríos Alberche y Jarama. "Los rodajes implicaban una inyección económica muy importante por la contratación de figurantes, el alquiler de espacios públicos y privados, las comidas y alojamientos o gastos del propio equipo, por lo que, en esos lugares, se vivían con verdadero alborozo", concluye.

'American Western en España'

Carlos Aguilar

Desfiladero Ediciones

264 páginas | 21,90 euros