FERIA DE SAN ISIDRO

Uceda Leal, el sabor del toreo clásico

El maestro del barrio de Usera cuaja una obra preciosa a un toro de La Quinta con extraordinario son al natural y pasea una oreja de ley

Extraordinaria natural de Uceda Leal al cuarto toro de La Quinta.

Extraordinaria natural de Uceda Leal al cuarto toro de La Quinta. / Foto Plaza 1

Es un deleite ver torear al maestro Uceda Leal, paradigma decimonónico del toreo clásico que en este momento culmen de su trayectoria ha vuelto a florecer (siempre lo hace) pese a la incomprensión e incongruencia de tantísimos empresarios hoy en día. 

Ese fervor que desprende viene a ser no ya el argumento primordial de su tauromaquia sino su más ineludible nutriente como torero: el sabor del toreo clásico. Un torero capaz de evocar una tradición eminentemente pura y reinventarla en sus propios cánones estéticos para llegar al fondo esencial del sentido del toreo: mostrar su personalidad frente a las embestidas que tenía delante, el flujo y el sistema expresivo de su extraordinario concepto del toreo. 

Tarde de Toros de San Isidro

Tarde de Toros de San Isidro / PLAZA 1

Así que el diestro del barrio madrileño de Usera paseó una oreja del cuarto, un toro de La Quinta que tuvo gran clase, especialmente por el pitón izquierdo. Aunque el corto recorrido de su embestida solía mermar con frecuencia la validez completa de su brava condición, que no la obra escultórica de Uceda Leal. 

La faena fue un conjunto de grandes aciertos, toques muy precisos, ligazón, limpieza y sometimiento. Un propósito de elegancia, una armonía, una delicadeza… con ese extraordinario poder estilístico de la particular clase de su toreo. Hubo muletazos larguísimos por el pitón izquierdo. Y estuvo muy bien colocado en todo momento para ligar y para cuajar una hermosa faena, en la que se estaban viendo algunos de los mejores muletazos de esta feria.  El final genuflexo por abajo tuvo ya la improvisada efervescencia del triunfo en Las Ventas y una estocada de ley (perfecta de ejecución y efecto) puso la oreja en sus manos, un nuevo triunfo de ley que se suma a la trayectoria vital de este maestro que roza ya los 30 años de alternativa. 

Trade de Toros

Tarde de Toros / PLAZA 1

El momento de Luque

El otro suceso de la tarde, aunque en un tono menor, fue el buen momento de Daniel Luque en segundo de la tarde. Aquí demostró una tauromaquia espléndidamente sostenida por el valor y el temple y con un manantial estético cada vez más depurado y profundo. Un llamativo aporte de inteligencias sobre la embestida, erudiciones sobre un toro que tuvo carbón, sentido y apretaba hacia el cuerpo del torero sevillano en el embroque del muletazo. El de La Quinta no fue malo, pero tampoco bueno. Y nada fácil. Lo despenó de una estocada rinconera y su faena no tuvo el eco que mereció en el tendido. Cosas de Madrid. Y eso que ese toro tuvo los riegos importantes que ofreció el resto de la corrida, que no eran otros que los de la casta.

El tercero fue una lámina de toro, precioso de hechuras y bajo como un zapato. Tuvo buenas intenciones en un primer tramo de faena, pero bajó la intensidad entre el toro y Emilio de Justo. El sexto bis, sobrero, tuvo mucho que torear. Le regaló veinte embestidas al torero cacereño. Pero nos quedamos con la miel en los labios. Escuchó dos avisos en ese sexto.  José Ignacio Uceda Leal se marchó como vino: andando con ese aroma de torero único, añejo y puro que no es otra cosa que el sabor del toreo clásico.