FERIA DE SAN ISIDRO

'Brigadier', una locomotora de bravura de Pedraza de Yeltes en Madrid

El mexicano Isaac Fonseca pasea la única oreja del festejo frente a un animal extraordinario de la divisa salmantina

Fonseca frente al gran toro de Pedraza de Yeltes que cerró el festejo.

Fonseca frente al gran toro de Pedraza de Yeltes que cerró el festejo. / Plaza 1

Seis trailers, seis camiones de carga con el hierro de Pedraza de Yeltes se lidiaron este primer miércoles de la Feria de San Isidro. ¿Cómo un toro con más de media tonelada en sus carnes puede moverse detrás de la muleta? Era una pregunta recurrente en cada uno de los seis ejemplares de la divisa salmantina cuando salían por los chiqueros. 

Y la respuesta que cabría dar es que el trapío no está ni en los quilos ni en la despampanante presencia -aunque el encaste Aldeanueva lo exija-, sino en la armonía del conjunto, en el equilibrio de la presencia de un toro. Ejemplares con mucho cuajo en definitiva y que, por delante, dieron mucho miedo

La envergadura de los toros era impresionante.

La envergadura de los toros era impresionante. / PLAZA 1

Así que Pedraza lidió una muy correctamente presentada corrida de toros, aunque no se dejó manejar fácilmente en las telas y sin ser muy complicados, pedían toreros cuajados

Y el sexto, de nombre ‘Brigadier’, fue una locomotora de bravura de Pedraza de Yeltes y recibió el premio póstumo de la vuelta al ruedo en Madrid para desmentir el tópico del peso: una locomotora de 667 quilos que impactó a los 17.782 espectadores de la plaza y que tuvo mucho que torear, pidiendo conocimiento de los terrenos, de la lidia integral, exigiendo manejo de los tiempos y las distancias. Y se iba detrás detrás de la muleta con mucha clase, con tanta guapeza metía la cara que enamoraba… con una clase y con un ritmo que no admitía ninguna duda, sobre todo, en la primera parte de la faena.

El diestro mexicano Isaac Fonseca recibe una cogida en la lidia de uno de sus astados.

El diestro mexicano Isaac Fonseca recibe una cogida en la lidia de uno de sus astados. / EFE

La propia dinámica del toreo exige que los espadas corten orejas para seguir toreando o disfrutar de la confianza de sus mentores; pero la tauromaquia es algo más que eso. Exige unos conocimientos para lidiar a las reses y, luego torearlas.

Fonseca, el más torero de la terna

En ese sentido, destacó el mexicano Isaac Fonseca y se mostró el más torero de la terna en sus dos faenas, pero especialmente en su segunda, en la que paseó una oreja merecida pese al pinchazo previo. Lo intentó todo, fuera o no provechoso, y por ganas no quedó la cosa. También hay que decir que en toda la faena puso de manifiesto su dominio y se le vio en una versión mucho más reposada y con la voluntad de hacer el toreo, siendo siempre generoso con el toro, aunque no acabara de cuajarlo del todo. 

Hasta tres puyazos recibió ‘Brigadier’ y en el último se le arrancó al picador Borja Lorente desde la boca de riego de Las Ventas. Bravo en el tercio de varas y pronto en banderillas, donde también se arrancó de largo y galopó, con un grandioso par de banderillas de Juan Carlos Rey, que cuadró en la mismísima cara. Tito y Raúl Ruiz, que lidió extraordinariamente, también saludaron montera en mano con la plaza en pie.

Isaac Fonseca, triunfo en mano.

Isaac Fonseca, triunfo en mano. / PLAZA 1

La faena inteligente de Román

Por su parte, no faltó buena voluntad en la decisión del valenciano Román, que supo construir una primera faena inteligente frente a un toro que fue de menos a más. Sin probaturas se puso a torear al natural con limpieza tras arrollar a su banderillero Gómez Escorial con el capote sin llegar a cogerlo. El temple suavizaba el genio y la embestida, que fue noble, con transmisión y que se empleaba con todo en el muletazo, pero rehuía la pelea por momentos, con el defecto de rajarse al final. 

Con la femoral y el pecho por delante en el cite, cruzado y asentado hilvanó lo más cuajado por el pitón izquierdo. Una tanda por la mano derecha también fue tremenda por ligada e intensa. A pesar de su tremendo esfuerzo, pinchó y dio una vuelta al ruedo que tuvo el peso del triunfo. Pudo pasear una oreja de no ser por manejar los aceros con deficiencias. Su segundo fue excesivamente soso. 

Colombo dio una vuelta al ruedo por su cuenta en su primero, pero es un atleta vestido de torero, tal y como diría un antiguo maestro del toreo. Le pidieron la oreja y tiene su público. Aunque se levanten poco del asiento.