HISTORIA
El muro de Madrid que miles de personas visitan para hacer realidad sus deseos: "Todo empezó con un pequeño árbol"
Cuatro años después de abrir Peque Story, la tienda de Daniela Camino se ha convertido en un lugar de peregrinación: ofrece talleres de escritura, llaves antiguas, pulseras artesanales, frasquitos motivadores...

Una chica coloca su deseos en la fachada de Peque Story, en el centro de Madrid. / ALBA VIGARAY

"Quiero tener un amigo". Daniela Camino desconoce quién pudo dejar este deseo en la fachada de su negocio. Cuando lo leyó por primera vez, se le partió el corazón. Jamás pensó encontrarse con uno así. Hasta entonces, la mayoría pedía amor y salud. Otros, felicidad. Y los menos, dinero. Así que aquel mensaje se quedó anudado en su memoria. Han pasado cuatro años desde que abrió Peque Story en Madrid, una tienda reconvertida en lugar de peregrinación para soñadores. Hasta aquí se dirigen a diario decenas de personas que dejan su respectiva petición. “Todo empezó con un pequeño árbol en la puerta del local. Colgué en él un cartelito invitando a la gente a anotar el suyo. Quería que se olvidaran del móvil durante un par de minutos. Dos días más tarde, las ramas estaban llenas. Entonces, puse otro más. Y, poco a poco, fueron expandiéndose por la pared”, relata la dueña. En este rincón de la calle Escalinata, todo puede pasar.
La mayoría procede de España, pero también los hay de otros países. Están en griego, vietnamita, chino… En total, acumula 50.000 deseos. Cada uno es especial para ella, por eso los guarda con tanto mimo. “En este tiempo, me he dado cuenta de que son universales. No importa la clase social ni la nacionalidad. Esto nos hace humanos y nos da ilusión de vivir”, destaca Daniela, que reconoce sentirse realizada con su proyecto más personal hasta la fecha.

Daniela Camino, en la puerta de Peque Story. / ALBA VIGARAY

Un mensaje en catalán colgado en la pared de Peque Story. / ALBA VIGARAY
Su origen se remonta a 2009, cuando nació su hija. Quería capturar los momentos más significativos de su infancia. Al principio, se dedicaba a escribir libros personalizados para niños. Sin embargo, dado el éxito cosechado, decidió ampliarlos a mayores de hasta 120 primaveras. “También hacía talleres creativos con diferentes temáticas. Al finalizarlos, como tenemos una máquina de nieve escondida en la puerta, le dábamos más autenticidad al proceso. El objetivo era volver a lo analógico”, continua. Tras 25 años ejerciendo como directora creativa en una agencia de publicidad, tomó la decisión de cambiar radicalmente de vida: la muerte de sus padres en la pandemia fue un punto de inflexión. “Sentí que era el momento, necesitaba hacer algo que me llenara de verdad. Además, por mi edad, cercana a los 50, me estaba quedando fuera del mercado laboral”. El 6 de abril de 2021, se hizo realidad.

Ante la falta de espacio, los deseos ya han tomado el interior de Peque Story. / ALBA VIGARAY

Hay deseos escritos en francés, chino, vietnamita... / ALBA VIGARAY
En sus estanterías hay llaves antiguas, manifiestos místicos, pulseras artesanales, frasquitos motivadores…: “Son souvenirs con alma, objetos creados por mí que no están en ninguna otra parte. Huyo de la masificación. Todo está relacionado con la creatividad y la escritura”. Basta con echar un vistazo alrededor para descubrir que, aquí, detrás de la Plaza Mayor, cada pieza tiene un significado propio.
Un baúl de deseos cumplidos
Su especialidad son los libros de vida, donde recoge al gusto el recuerdo de un ser querido. “Suelen encargarlos las familias para que pasen de generación en generación. La emoción que sienten al recibirlos es indescriptible. Hice muchos a embarazadas, que contaban a sus hijos cómo se conocieron los padres. El que más me marcó fue el de una madre con cáncer terminal. Tenía dos pequeñas y quería dejarles consejos para el futuro. Cuando se lo entregué, me dijo: ‘Es el regalo más valioso que van a recibir nunca’. A las dos semanas, falleció. Fue un antes y un después”. Dada la ingente cantidad de historias que ha ido recopilando, a Daniela le gustaría recogerlas en un futuro volumen. Pues, además, ojito, a algunos clientes se les ha cumplido aquello que pidieron. El cierre perfecto.

Una pareja se besa frente los deseos colgados en la fachada de Peque Story. / ALBA VIGARAY

Daniela ha instalado un sistema de nieve artificial para hacer más épica la experiencia. / ALBA VIGARAY
“Entonces, regresan a la tienda y los colocan en el baúl de los deseos hechos realidad. De hecho, nos hicimos famosos después de que muchos empezaron a contarlo en redes sociales”, explica la artífice. Un último consejo: “Cuando vengan, les explicaremos cómo tienen que hacerlo: basándonos en la ley de la atracción, deben escribirlos en pasado, como si ya se hubieran completado. Así el universo conspira para alcanzarlos”.