PROTECCIÓN ANIMAL
El aeropuerto de Madrid, un coladero para el tráfico ilegal de especies: "Los reptiles vienen envueltos en calcetines e inmovilizados con cinta aislante"
En el año 2024 se incautaron en España 1.127 especímenes protegidos, entre los que destacan aves, invertebrados y productos derivados: 19 en la comunidad

Varios felinos fueron rescatados en el mes de abril en Mallorca de la venta ilegal de mascotas a través de internet. / GUARDIA CIVIL

Un hándicap. Así es como define la Jefatura del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil en la Comunidad de Madrid la situación actual de la autonomía en lo relativo al tráfico ilegal de especies. Según desvelan en el departamento, a lo largo del año pasado se produjeron un total de 1.127 incautaciones en España de animales protegidos, la cifra más alta desde 2019. “Nuestra misión es investigar los hechos que pudieran constituir una amenaza directa contra el medio ambiente. Esto implica detectar la tenencia o el intento de compraventa de especímenes que, tras verificar que carecen de la documentación preceptiva, son trasladados al destino que corresponda”, explican. Tras cuatro años en el que el número de piezas rescatadas no superaba las 700, en 2024 la cifra superó el millar. Del total, 19 se produjeron en la capital, logrando interceptar una boa imperator y 18 tallas de marfil de elefante. “Quizás haya alguna más, pero no ha sido grabada en la base. La Fiscalía también trabaja por su cuenta con el Ministerio del Interior”, señalan.
Los datos contrastan con los de 2025, donde se observa un incremento considerable: sólo en los primeros cuatro meses del año, el dato escala a 33 de las 109 incautaciones nacionales. En la Comunidad de Madrid se han recuperado 32 corales y un mono capuchino, que fue rescatado de un árbol el 20 de febrero en Mejorada del Campo. “El tráfico de especies sigue siendo una preocupación en la capital, especialmente en el contexto de la protección de la biodiversidad y la lucha contra actividades ilegales”, expresan. Desde la unidad especializada, aseguran que la comunidad tiene un “hándicap” con respecto a otras, ya que dispone de un aeropuerto internacional que sirve de puerta de entrada, salida y enlace para multitud de aerolíneas de mercancías: “Estas organizaciones tratan de introducir animales de forma ilícita en nuestro país. Afortunadamente, la Guardia Civil tiene la capacitación para detectar seres vivos en maletas o equipaje, intervenirlos y darles un destino mucho más adecuado que el que tenían previsto por los traficantes”.

A lo largo de 2025, en España se han producido 109 incautaciones: 33 de ellas, en Madrid. / GUARDIA CIVIL
Un ejemplo que, según adelantan, es habitual en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, es el tráfico ilícito de reptiles de pequeño tamaño. “Vienen envueltos en calcetines o trapos e inmovilizados con cinta aislante. Por su biología, se encuentran en un estado de letargo que les hace aguantar todo el viaje con unos requerimientos de luz y oxígeno muy bajos”, detallan. Como en el resto de autonomías, el SEPRONA colabora en la capital con dos organizaciones, santuarios y refugios en la recuperación y reinserción de los animales incautados. Tanto en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS), en Tres Cantos, como el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA), en Majadahonda, acogen a todas esas vidas que lo necesiten: “Dependiendo de las condiciones en las que lleguen, su estado de salud, la especie y las condiciones legales, se busca el lugar más parecido a su hábitat natural”. En algunos casos, como en las intervenciones de angula viva, el equipo investigador puede solicitar la reintroducción al medio de forma inmediata gracias a convenios del ministerio con otros países, como Fiji o República Democrática del Congo.
Marfil, pelo y piel
El protocolo de actuación, al igual que en el resto de España, depende del hecho que motive la actuación del Seprona. Por un lado, las inspecciones rutinarias en las que se detecta la presencia de un animal indocumentado. Por el otro, las investigaciones propias o en colaboración con otro cuerpo policial, tras las cuales los animales quedan a disposición de la autoridad judicial responsable bajo supervisión del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico: “Independientemente de cómo se haya llegado al animal, seguimos un riguroso procedimiento”. En caso de que la labor policial comience por la acción inspectora de las patrullas, son estas mismas quienes identifican el espécimen e informan a su poseedor de la posible infracción administrativa que ello conlleva. “El animal debe quedar a los cuidados del interesado no pudiendo enajenarlo. Si se demuestra que la tenencia del mismo no está documentada, se da cuenta a las autoridades y se procede a trasladar al mismo a un centro con las instalaciones logísticas adecuadas”, señalan.

En junio de 2024, 18 tallas de marfil de elefante sin autorización fueron incautadas de una subasta en Madrid. / GUARDIA CIVIL
Existen casos en los que el animal no está vivo, o se trata de una parte del mismo. Las piezas de marfil, pelo o piel serían los ejemplos más comunes, donde los procedimientos son los mismos pero la gestión logística es más sencilla: “Puede ser custodiada en dependencias judiciales hasta la resolución del expediente”. En nuestro país, las especies más afectadas suelen incluir una variedad de animales exóticos y protegidos. Entre los más habituales se encuentran reptiles como tortugas, iguanas o serpientes; aves psitácidas como loros o rapaces como halcones; invertebrados como tarántulas o escorpiones y otros derivados empleados en la fabricación de objetos de lujo. “Destacan las aves por su popularidad y los reptiles de pequeño tamaño por su facilidad en el transporte”, aseguran. Si han sido criados en malas condiciones, van acompañados de documentación falsa y se introducen en la Unión Europea por canales opacos, estos animales siguen siendo objeto de tráfico de especies, por lo que hay que valorar otros frentes como el documental o el taxonómico”.
En la última década, el tráfico ilícito de especies se ha considerado una de las actividades delictivas con mayor rentabilidad del mundo, pues, en comparación con el tráfico de estupefacientes o seres humanos, la dificultad logística y las penas son menores. En España, las personas involucradas pueden enfrentarse a sanciones administrativas y penales, dependiendo de la gravedad y naturaleza del caso. Según el Artículo 322 de la Ley Orgánica 10/1995 del 23 de noviembre del Código Penal (Capítulo IV de los delitos contra la flora y la fauna) las penas pueden encontrarse entre prisión de seis meses a dos años o multa de ocho a 24 meses e inhabilitación especial para profesión u oficio por tiempo de seis meses a dos años. Si, por otro lado, el hecho se considera una infracción administrativa a la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, las multas podrían llegar a los dos millones de euros: “Todo ello, sin perjuicio de que se produzca un decomiso de los animales o efectos, se apliquen sanciones adicionales o penas de inhabilitación para ejercer determinadas actividades mercantiles”.

Un mono, un zorro y una boa incautados por el SEPRONA en distintas operaciones de nuestro país. / GUARDIA CIVIL
Una tendencia viral
La demanda de animales de compañía “exclusivos” y “exóticos” ha dado lugar a un negocio arriesgado y rentable a partes iguales para las organizaciones criminales transnacionales. “En los últimos años, el tráfico ha aumentado significativamente en España. En 2024 se registró un incremento del 55% en el número de animales protegidos introducidos ilegalmente en comparación con 2023. El aumento se atribuye a las penas relativamente bajas para este tipo de delitos, lo que fomenta su recurrencia”, detallan. Debido a su posición geoestratégica y sus vínculos con América Latina y África, autoridades como Seprona o el ministerio, se han visto reforzados por operaciones como Thunder, una acción multinacional orquestada por Interpol que, en la última edición se ha saldado con 13 investigados en más de 400 inspecciones realizadas: “Se detectaron 193 infracciones administrativas y 11 penales. Se incautaron 192 especímenes vivos y 50 piezas inertes”. Dado que los principales casos obedecen al comercio ilícito, muchas especies de menor tamaño son introducidas a nuestro país para ser vendidas como mascotas.
“Este fenómeno se ha visto impulsado por la tendencia viral en redes sociales que muestra animales salvajes como si fueran domésticos. Un claro caso serían los caracales, codiciados como mascotas en Rusia por tener aspecto de un puma de menor tamaño. El marfil de elefantes y rinocerontes también es objeto del tráfico y la caza furtiva para la creación de joyas o esculturas. Las pieles de cocodrilos o serpientes también es común y España es un destino importante para estos cueros, que se usan en la industria peletera y zapatera”, concluye. Pese a no existir un lugar donde haya mayor tipología delictiva, los puertos y aeropuertos de nuestro país son los lugares donde se mueve más mercancía, así como donde aumenta la probabilidad de detectar estos animales. También las tiendas de mascotas o las exposiciones de antigüedades, un foco de tenencia ilegal de marfil.