CINE EXPERIMENTAL

Ute Aurand, directora con retrospectiva en el Reina Sofía: "No soy una artista que hace cine, soy cineasta"

La directora de cine alemana, autora de películas muy alejadas de los formatos narrativos convencionales, es uno de los platos fuertes del festival Documenta Madrid, con un ciclo que se exhibe esta semana y la próxima en el museo

Ute Aurand, en el cine del Museo Reina Sofia de Madrid.

Ute Aurand, en el cine del Museo Reina Sofia de Madrid. / ALBA VIGARAY

Jacobo de Arce

Jacobo de Arce

Madrid

El Museo Reina Sofía ofrece a partir de este jueves, y hasta el 17 de mayo, una retrospectiva dedicada a Ute Aurand, directora alemana que es uno de los nombres fundamentales del cine experimental de las últimas décadas. El ciclo, que se enmarca dentro de las actividades paralelas del festival Documenta Madrid, lleva como título Ute Aurand: gente, lugares, vidas, y eso es lo que van a ver los espectadores: un puñado de películas de corta duración que muestran el universo íntimo que rodea a la cineasta, desde retratos de amigos y familiares hasta algunos de sus viajes a lugares como Brasil, Japón o las Islas Órcadas. Una obra muy personal, cercana a ese género al que se conoce como cine/diario patentado por Jonas Mekas y otros cineastas de vanguardia en los años 70, que se podrá ver en la sala cinematográfica que el museo acaba de inaugurar para exhibir justo este tipo de obras en las que los contornos entre cine y arte se difuminan.

Aurand ingresó en la Deutsche Film und Fernsehakademie, la escuela de cine de Berlín, en 1979. Su motivación para hacerlo no fue una temprana afición por el séptimo arte, recuerda en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, sino más bien "la posibilidad de expresar, con algunas imágenes, mis ideas o mis emociones personales". Una vez enrolada en la escuela, fue inevitable que se orientase hacia un cine de autor más narrativo. Pero cuando terminó de estudiar allí, se dio cuenta de que aquello no era lo suyo. "No era capaz de trabajar con actores, de escribir guiones ni tampoco tenía ni idea de narración... Entonces descubrí las películas de Mekas, y ahí fue donde encontré este otro tipo de cine".

La directora se compró una cámara Bolex de 16 milímetros y una pequeña mesa de edición. Constató que "no necesitaba un millón de marcos para hacer una película" y poco a poco se puso a rodar, construyendo un estilo reconocible desde el principio. A un espectador poco familiarizado con su cine le sorprenderá que sus primeras películas, de los albores de los 80, son bastante similares a las que sigue rodando hoy en día: a menudo cortas (la mayoría de las del ciclo se extienden entre 2 y 7 minutos, la más larga 43), muchas veces mudas, con un montaje muy veloz, casi nervioso, que a pesar de todo no impide que sus películas transmitan una extraña calma.

Fotograma de 'Oh! Die vier Jahreszeiten' ('¡Oh! Las cuatro estaciones', 1986-1988), de Ute Aurand y Ulrike Pfeiffer.

Fotograma de 'Oh! Die vier Jahreszeiten' ('¡Oh! Las cuatro estaciones', 1986-1988), de Ute Aurand y Ulrike Pfeiffer. / Cedida

Abundan en ellas los retratos de personas cercanas, desde sus ahijados a sus amigas íntimas. Muchas han sido rodadas a lo largo de varios años, que después acaban resumidos en apenas unos segundos de metraje: el niño ya es un joven universitario un pestañeo más tarde. Se suceden imágenes de naturaleza, de objetos o de actividades: hay mucho juego, por ejemplo, tanto infantil como adulto. Las imágenes a menudo nacen de una bruma, se enfocan y se vuelven a desenfocar, como si asistiéramos en directo a un proceso de creación y disolución del objeto captado.

Películas sin guion

Uno podría pensar que Aurand va a todas partes con su cámara, esperando a que alguna imagen se le cruce y la pueda registrar para construir esa especie de memoria de la vida cotidiana. La directora asegura con una sonrisa, sin embargo, que a Madrid se ha venido sin ella. "No soy Mekas, que lo grababa todo, especialmente hacia el final de su vida, cuando se pasó al digital. Yo decido, elijo lo que voy a grabar", explica. Sus películas casi nunca tienen guion, pero eso no quiere decir que se construyan de una manera espontánea. Para hacer los retratos de sus amigas, por ejemplo, hay todo un proceso de consulta previa para decidir qué y dónde filmarán. "Si van todos los días al parque, grabaremos en el parque", dice.

Pero no siempre es así. Aurand también se reconoce una mujer de primeras impresiones. Cuando estuvo en Brasil en 2022 se encontró con imágenes que impactaron en ella: el mecer de unas olas que casi se vuelven abstractas, el vaporoso vestido de playa de una mujer agitado por el viento, la naturaleza exuberante, los rascacielos destartalados. Fue a partir de impactos de ese tipo como construyó To Brasil, otra de las piezas que se podrán ver en el Reina.

La directora de cine Ute Aurand, este miércoles en Madrid.

La directora de cine Ute Aurand, este miércoles en Madrid. / ALBA VIGARAY

Las películas que rueda tienen un ritmo especial, casi una musicalidad silente que la directora consigue tanto con la filmación como con el montaje, un proceso que en ella es esencial. Ese ritmo ella lo define "un poco como el de jazz, fruto de la improvisación". El propio rodaje ya empieza a marcar esa cadencia, con los tiempos limitados (tres minutos) que imponen los rollos de 16mm, el trabajo en movimiento cámara en mano y el propio ruido de la cámara mientras está funcionando, que para ella es "como el sonido de un patinete que me lleva con él". Luego, en la mesa de edición, el proceso es más reflexivo. Sostiene que no hace grandes alteraciones en el orden de lo que ha rodado, sino que más bien lo va puliendo, "quitando cosas hasta que queda más... perfecto".

Apego al rollo de película

Es raro que una directora que eclosionó cuando apareció el vídeo y este se convirtió en el medio que utilizaban casi todos los creadores audiovisuales de su especie, los que se mueven entre el cine y el arte, haya permanecido fiel a la película de cine. Son muchos los amigos que se han pasado al digital, cuenta, pero ella no encuentra razón para cambiar "mientras Kodak siga produciendo material". Lo dice sin dogmatismos. De todas sus películas hace transfers a digital para tener copias en ese soporte, porque es el que ahora mismo se puede proyectar en todas las salas del mundo mientras el analógico apenas resiste en un puñado. "Si la digitalización ha sido buena, no me molesta", asegura. En el Reina Sofía se verán en cine gracias a los proyectores analógicos de que dispone.

Una imagen de 'To Brasil' ('Para Brasil', 2023), de Ute Aurand.

Una imagen de 'To Brasil' ('Para Brasil', 2023), de Ute Aurand. / Cedida

Haciendo el tipo de trabajo que hace, y mostrando sus películas aquí, en un museo, ¿Ute Aurand se siente más una cineasta o una artista? "A veces la gente piensa que soy una artista haciendo cine, pero yo defiendo que soy cineasta. Porque quiero que este tipo de películas que yo hago también forme parte de lo que se entiende como cine". Lo explica con una comparación. "La gente, aunque no lea poesía, entiende que ésta forma parte de la literatura. En el cine, en cambio, este tipo de películas parece que se quedan fuera. Y yo quiero que esto sea parte del cine. Así que sí, soy cineasta", reitera.

Un archivo propio

Esta edición del festival Documenta tiene como hilo conductor el tema del archivo fílmico, y Aurand tiene el suyo propio, que cuida con esmero y al que recurre con frecuencia. Todas las imágenes que utiliza en sus películas han sido rodadas por ella, no recurre a archivos ajenos. Con ellas va construyendo cada día esa personalísima memoria de lo cotidiano que querría que perdure. "Cuando filmas algo, cuando lo plasmas en cualquier forma de obra creativa, lo retiras de ese río de la vida en el que las cosas nacen y mueren. Quizá yo hago cine por el miedo a la muerte, no lo sé. Cuando veo a mis padres en una de mis películas, parece como si estuvieran vivos. Esa es la magia del cine. La gente me dice: '¿no te pone triste verlos?' Al contrario, ¡me pone contenta!"

Estos días de retrospectiva en el Reina Sofía, además de las sesiones de sus películas, habrá una extra en la que se proyectarán los trabajos de otras mujeres cineastas seleccionados por ella. La directora es también profesora y comisaria de arte con perspectiva feminista, aunque dice que esa selección no será de películas militantes, como tampoco lo es su propio cine.

Estudiosa de la male gaze, esa 'mirada masculina' que ha sido la perspectiva imperante durante toda la historia del audiovisual y que ha construido un imaginario en torno a la mujer casi siempre sexualizado, no tiene muy claro que la presencia cada vez mayor de directoras tanto en el cine mainstream como en el más experimental esté suponiendo que esa mirada masculina vaya perdiendo fuerza. Tampoco se muestra favorable a la disolución de los géneros, consciente de que cada uno tiene todavía sus propias características. Defiende, en cualquier caso, un mayor equilibrio. Porque lo importante, dice, "es que todas estas perspectivas diferentes estén representadas".