EL APAGÓN EN LA ZONA SUR DE MADRID

“¿Y ahora cómo hago yo el sofrito?”: el desconcierto se apodera de los madrileños

Los ciudadanos de Villaverde se enfrentaban a una situación inédita con la caída total de la electricidad que incluso 'apagó' los teléfonos

Apagón en Madrid: la policía intenta calmar a los ciudadanos.

Apagón en Madrid: la policía intenta calmar a los ciudadanos. / EFE

 La imagen de las personas mayores sentadas junto a sus cuidadoras en la sala de espera del centro de salud de Totanes, a las puertas de Villaverde Alto, contrastaba con el desconcierto de los usuarios más jóvenes, que trataban de entender por qué no funcionaba nada, no había luz, no funcionaban los semáforos, ni los ascensores y, sobre todo, los teléfonos. Sin Internet, sin whatssap y sin línea, algo inédito para la inmensa mayoría.

Los ancianos del centro de salud permanecían sentados impertérritos, esperando a que les llegase su turno para ser atendidos. Algunos incluso se acercaban a los mostradores a preguntar si les podían dar su cita médica.

Semáforos apagados

En la calle, la gente veía con asombro que los comercios estaban a oscuras, que los autobuses circulaban a paso de tortuga por precaución ante los semáforos apagados, En muchos edificios informaban a los desafortunados a los que el apagón les pilló en el ascensor.

Curiosamente, tambien se oían risas, la gente prefería tomarselo con humor. En el bar La Norteñita de la Ciudad de los Ángeles, unos clientes salían a la calle 'informando' entre bromas a los transeúntes que “los cuabatas aún funcionan”, copazo en mano,.

A su lado, las señoras salían del mercado, rindiéndose a la evidencia de que en la carnicería no les iban a servir las chuletas que habían pedido. “¿Pues ahora cómo hago yo el sofrito? Exclamaba una de las afectadas. Preocupada sobre todo por la comida que tenía que pareparar a su familia.

Una situaciíon tan inédita que incluso las de más edad afirmaban que nunca habían pasado por una situación igual. Ni siquiera en el pueblo.

Una imagen del pasado

Una imagen sí que recordaba a otras del pasado: la de cientos de personas caminando por la avenida de Andalucía ante la falta de Metro y autobuses. Algunos incluso desde la plaza de Legazpi, a dos o tres kilómetros de caminata bajo el sol. Hace años fue una huelga la que obligó a esta procesión, pero lo de hoy no tenía nada que ver.

Y los ciudadanos de Villaverde, especialmente los de más edad, aún no se habían enfrentado a lo peor: los ascensores no funcionaban y las escaleras se les hacían muy cuesta arriba. Y nunca mejor dicho. Los habitantes de los pisos más altos eran conscientes de que tendrían que quedarse en la calle.

Los empleados de las tiendas también salían a la calle, o como en la Farmacia, mano sobre mano sobre el mostrador. Sin ordenadores no podían servir las medicinas que les reclamaban los clientes. Mientras el caos y el desconcierto reinaban en la acera, sólo se veía trabajar a una persona: una limpiadora que, como si el apagón no fuera con ella, fregaba el suelo de un portal.

¿Dónde están las pilas?

Y en los domicilios, se sacaban de los armarios las radios antiguas, las analógicas, las únicas que funcionaban, para descubrir que no tenían pilas. Estas se sacaron de los ratones de los ordenadores, de los aparatos que todavía las usaban, de donde se pudiera.

La radio por fin, funcionaban pero para escuchar qe el apagón era “total” en casi toda España, que se quedaran en casa, que no usaran ni el coche ni el transporte público…

Las emisoras sólo podían confirmar lo evidente: el peor desastre posible se había hecho realidad.