Qué fue de… Sonia Moldes, la mujer que escandalizó con sus fotos junto a Alessandro Lequio y Dinio

A finales de los noventa, las revistas y los programas se disputaban a la modelo gallega, que ganó dinero gracias al negocio de las exclusivas

Sonia Moldes en una imagen de archivo.

Sonia Moldes en una imagen de archivo. / ARCHIVO

Madrid

Existe un tipo de hombre que suele volver especialmente locas a las mujeres. Es uno que va sobrado de labia, tiene un aspecto chulesco y cuenta con un bastón en la entrepierna. Alessandro Lequio reunía todos estos requisitos y, para más inri, era famoso. Por eso nadie se sorprende al descubrir que llegó a ser uno de los personajes populares más ligones. Bisnieto y sobrino de reyes, el italiano llegó a España a principios de los noventa para ejercer de adjunto al director en la empresa Fiat (su último trabajo conocido en años). En ese momento estaba casado con la modelo italiana Antonia Dell’Atte, con la que tuvo a su hijo Clemente y con quien se vio involucrado en procesos judiciales por impago de la pensión alimenticia. Según ella, su matrimonio se rompió por la aparición de Ana García Obregón, con quien Lequio tuvo otro hijo (Álex, fallecido en 2020). Ana y el conde pasaron alrededor de cinco años juntos, hasta que él se encaprichó de una azafata llamada Silvia Tinao.

Luego se vio formando parte de un triángulo amoroso junto a Fernando Fernández Tapias y Mar Flores. La de Usera trataba de hacerse hueco en el mundo de la interpretación cuando empezó a pelar la pava con el empresario gallego. Pero el escarceo se estropeó al salir publicadas en prensa unas fotos en las que la susodicha se encontraba en Roma y en actitud más que cariñosa con Lequio.

Todos ofrecieron a los medios su propia versión de lo sucedido. Mar respondió a los que la acusaban de interesada e infiel que Fernando y ella no habían "llegado aún a un compromiso formal". El naviero, que no quería dejarla mal, corroboró sus palabras a través de un comunicado. Con el tiempo, la propia protagonista reconocería que sí que estuvieron saliendo juntos durante alrededor de un año, pero que después de ese tiempo lo dejó porque "todo era muy monótono".

El conde Lecquio y Sonia Moldes en Formentor, en una imagen de archivo.

El conde Lecquio y Sonia Moldes en Formentor, en una imagen de archivo. / JOAN CORTADELLAS (ARCHIVO)

Tampoco fue muy largo su noviazgo con Lequio, quien llegó a beber los vientos por ella y dijo que "Mar necesita una seguridad económica, pero sin renunciar a la vida de una mujer de su edad. Ese es su gran dilema". Pero no crean que este desengaño le quitó las ganas de galantear a un hombre de bragueta caliente como él. De hecho, enseguida se emparejó con Sonia Moldes, una atractiva joven de 24 años que se autodefinía como modelo. "Alessandro es un hombre muy divertido y enigmático. Nos presentó un amigo común hace dos meses y congeniamos rápidamente", comentó ella cuando un periodista le preguntó por los rumores que circulaban.

Natural de Pontevedra, Sonia perdió a sus padres siendo muy jovencita y tuvo que madurar a marchas forzadas. Según confesó a una revista, a los 15 años llegó a Madrid en compañía de su hermana Berta. Ella empezó a vivir en un internado y Berta en un colegio de monjas, pero las dos soñaban con ser artistas. Como les gustaba cantar, se pusieron a ello. Un productor se interesó por ellas y les propuso grabar un disco muy comercial, con un vestuario sugerente y el nombre de guerra Clasificado X. Pero el proyecto se quedó en agua de borrajas porque por lo visto su hermana se ennovió y el productor resultó un fantasma.

Noviazgo en el 97

Sonia y Berta pasaron una temporada viajando entre España y Miami y disfrutando juntas del mundo de la noche. Una revista señaló en uno de sus reportajes que, en 1996, las dos prepararon el certamen Miss Madrid: "Fue un descalabro absoluto. La organización carecía hasta de domicilio social, aunque el tema les servía para alternar con famosos y, si podían, que podían poco, meter la carita en la foto. En la gala final, celebrada en la terraza La Riviera (Madrid), los fotógrafos padecieron casi seis horas de desbarajuste absoluto. Al final de la noche, cuando por fin se iba a conocer el nombre del ganador, no quedaban ni tres fotógrafos en el local. Pocos días después, la organización de Miss España les quitó la concesión del concurso".

De su vida personal se sabía que Sonia pasó unos años casada con Carlos Gil Stauffer, quien triunfó con una empresa dedicada al transporte y mudanzas. Tras separarse de él encontró consuelo en los brazos de Lequio. Ambos empezaron a salir en verano de 1997, y muchos españoles de bien se escandalizaron al verlos en las páginas de Interviú, en un reportaje fotográfico donde aparecían tomando el sol en un barco y él se lucía como Dios lo trajo al mundo (el tamaño de su pene llevó a que algunos pensaran que ahí debía haber Photoshop).

En las sucesivas exclusivas que dieron aseguraron estar muy enamorados y que hasta pensaban en casarse y tener hijos “tan pronto como Sonia consiga el divorcio de su primer marido” (apostillaba él). Durante unos meses tuvieron sus rupturas y sus reconciliaciones, y a todo le sacaron partido económico.

Sonia Moldes posando.

Sonia Moldes posando. / ARCHIVO

En aquella época, no eran pocos los medios que se disputaban a Sonia. Ella se quejó querer por revistas como Man, para la que posó bien ligerita de ropa, y programas como Tómbola, emitido en las cadenas autonómicas. En su plató reconoció que, durante tres meses, estuvo compaginando al conde y a Mijatovic, entonces delantero del Real Madrid. “Alessandro se enteró de que yo tenía una relación con Predrag Mijatovic por un anónimo que llegó a su casa”. Aunque en la misma entrevista aclaró que Lequio también tuvo un desliz con una amiga italiana mientras intercambiaba arrumacos con ella. "La traición tenemos que asumirla los dos. Él también me fue infiel".

Mientras durósu historia, finiquitada por incompatibilidad de caracteres, los dos se ganaron la vida como buenamente pudieron. A finales de 1997, los dos se hicieron con una participación en la sociedad que explotaba la discoteca Arena, en Madrid.

"Cobraban medio millón de pesetas al mes y se encargaban de dirigir la parte superior, dedicada al público VIP", apuntó una revista. "Fue un fracaso absoluto: la pareja apenas llevaba gente, no atendía a los clientes anónimos y se pasaba las noches besándose o discutiendo por presuntas infidelidades por ambas partes. Alessandro, muy celoso, incluso acompañaba a Sonia a los lavabos". Después inauguraron un restaurante italiano situado en el centro de Madrid (entonces se comentaba que decidieron vender exclusivas para poder financiarlo).

En 1999, los dos repetían que su amor se había esfumado y, sin embargo, no paraban de aparecer juntos en público. Pero cuando vieron que ya no podían seguir exprimiendo la ubre de la prensa del colorín, se dieron el pasaporte. "Lo que yo necesito a mi lado es una persona estable y madura y no tener más conflictos ni problemas en mi vida", confesó al respecto Sonia.

El conde empezó luego una relación con la periodista María Palacios, y la gallega se presento en el programa Sálvame Deluxe para contar, entre otras cosas, que al interfecto le daban tales ataques de celos que alguna vez llegó a sentir hasta miedo, que “intentó grabar nuestros encuentros con una cámara oculta” y que mantuvo relaciones sexuales con ella siendo ya pareja de María.

La vida después

Sonia se estableció por un tiempo en Miami, donde se matriculó en la escuela de interpretación del actor venezolano Carlos Mata."Quiero probarme a mí misma en el mundo de la interpretación, algo que he deseado desde que era pequeña", decía entonces. Pero las ofertas para rodar no terminaron de llegar. Lo que sí consta en su currículum es que tuvo un roneo con Dinio, el buscavidas cubano que saltó a la fama gracias a su historia con Marujita Díaz —la folclórica se pilló un cabreo del quince cuando a principios de 2001 salieron publicadas unas imágenes en las que Dinio se daba el lote con Sonia—. Según narró Sonia a ¡Hola!, lo suyo con el cubano duró “poco más de un mes” y estaba abocado al fracaso: "A mí no me parecía mala persona y le tenía aprecio, pero poco a poco descubrí que no era la persona adecuada para llegar a mantener una relación seria con ella".

Alrededor de la misma época se dejó ver con otros tipos como el polémico abogado Emilo Rodríguez Menéndez, quien llegó a anunciar a los medios que estaba preparando su supuesto enlace con ella. Ya en abril de 2003 se casó con el futbolista Jean-François Hernández en una discreta ceremonia civil celebrada en el hotel Santo Mauro de Madrid.

"Tenemos el proyecto de montar un negocio en Madrid", aseguraba entonces el novio. "Seguimos con la discoteca y con el restaurante. Además, Sonia está representando con su imagen a una firma cosmética basada en productos naturales de la que, seguramente, vamos a abrir una franquicia. Y también queremos montar otro restaurante".

En 2006, la pareja tomó caminos separados. "La convivencia era imposible. Éramos dos personas con diferente forma de ser y de ver la vida", apuntó la gallega, que se alejó progresivamente del mundo del papel couché pero se resistió a perder la fe en la vida marital.

En 2011 le dio una nueva oportunidad al asunto al lado del ejecutivo Tirso Tomás, y en 2019 se casó por última vez con José Peña, propietario de una importante conservera al que conoció mientras trabajaba como asesora inmobiliaria. Más tarde llegaría a definir a Peña como "el mayor error de mi vida" y admitiría que cuando más feliz está, por contradictorio que pueda parecer esto, es "cuando estoy soltera". En lo relativo a lo laboral, tampoco ha parado quieta.

"De jovencita hice muchos anuncios de televisión, pero desde los 24 hasta los 44 fui empresaria hostelera, teniendo locales muy conocidos en la capital", comenta ahora a nuestro periódico. En la actualidad tiene 52 años y, tras haber dejado sus negocios de hostelería y la academia de oposiciones de la que fue directora comercial, se dedica a las reformas y el interiorismo.