LA ENTREVISTA
Manuela Carmena: "Mi vida ha sido muy placentera. Tanto, que casi me da miedo"
Dice que igual hubiera podido ser una empresaria importante si cuando llegó a la Universidad, en pleno franquismo, no se hubiera concienciado "con la injusticia tan grande que había entre tanta gente vulnerable"

La jueza, magistrada y exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena / Alba Vigaray
Ha escrito Imaginar la vida (Península) no como unas memorias, sino como un legado, dice, reflexiones para mejorar la Administración. Antes de ser alcaldesa de Madrid fue abogada y jueza, y, entre otras cosas, logró eliminar las tasas judiciales en 1986. Fundó una tienda, Zapatelas, donde, en colaboración con presas, vende zapatos infantiles y las muñecas que hace desde niña. "Me gusta mucho crear con las manos", cuenta. Dice que igual hubiera podido ser una empresaria importante si cuando llegó a la Universidad, en pleno franquismo, no se hubiera concienciado “con la injusticia tan grande que había entre tanta gente vulnerable”. Tiró por la calle de la justicia.
Con los años que lleva en el convento y aún rezuma en su libro una cierta ingenuidad.
Puede ser, sí. Pero me ha ido bien con la ingenuidad, ¿eh? Porque he conseguido muchas cosas.
Imaginar la vida. ¿Pensó que sería así?
Pensé que en cuanto tú eres consciente de que estás ahí tienes que diseñar y decir: quiero que cambie esto, que vayamos por allí. Tienes que adelantarte e ir como desbrozando el camino. Imaginar dónde, cómo, qué.
Dice que no es un libro de memorias. ¿Qué conclusiones extrae de su vida, no solo profesional?
Mi vida ha sido muy placentera. Tanto que casi me da miedo. He sido tan feliz que me da miedo, porque dices: igual ahora te toca pagar un poco esas rentas de haber sido tan feliz. Yo creo que he sido muy feliz viviendo situaciones nuevas, a veces difíciles. Pero eso siempre ha sido un reto para abrirme caminos. Y de pronto, a base de abrir caminos, he llegado a ver la luz.
“No hay transformación posible de lo que hacemos diariamente sin cuestionarlo”. Pues en general los políticos creen que lo bordan.
No sé. Me siento muy lejos del modelo de los políticos. Yo cada vez que he llegado a un puesto de la Administración he preguntado: ¿Y esto por qué? Entendía que lo que había no valía.
Parece que de su corta etapa política se fue decepcionada.
No, decepcionada no. Simplemente dije que no había podido cambiar como quería la estructura de la Administración del Ayuntamiento.
¿Por qué no aguantó en la oposición?
Porque no tenía claro cómo debía ser la oposición. Había vivido la gestión y cómo se efectuaba la oposición me parecía deleznable, no tenía nada que ver con mi manera de vivir y de ser. Y nunca pensé que yo pudiera hacerla bien. A lo mejor ahora, después de reflexionar, hubiera podido tener capacidad para generar una oposición diferente. Pero no lo sé.
Su alcaldía, opina, se convirtió en una carrera de obstáculos. ¿Almeida lo tiene más fácil o es que es más listo que usted?
No sé, no sé mucho cuáles son los niveles de dificultad en la gestión con que se encuentra. Pero me da la impresión de que son muy parecidos, porque son objetivos. Esta mañana estaba oyendo que el Tribunal Supremo ha revocado la ordenanza para regular las terrazas que se hizo en el 22. Y se la echa para abajo tres años más tarde. Y oía al alcalde decir que ha sido por defectos de forma. Eso, no sé cómo explicarte, es el pan nuestro en la Administración. Es tremendo. Al final son muchas veces los juzgados de lo Contencioso los que diseñan los planes de los ayuntamientos. En principio, la Administración es muy compleja. Y esa complejidad, esa viscosidad de la Administración se utiliza en la confrontación política. La mezcla es espantosa.
¿Pero Almeida es más listo?
Yo en eso no quiero hacer ninguna valoración nada menos que del alcalde en la actualidad. Lo que sí creo es que él tiene la misma estructura que tuve yo, entre una Administración que no es ni eficaz ni eficiente y una actividad política que se basa en la confrontación total.
Cuando me dijo en otra entrevista, antes de su alcaldía, “Pablo Iglesias no es mi tipo”, ¿estaba siendo profética?
Bueno, no sé [ríe]. De alguna manera me pareció ya entonces que tenía muchas divergencias con su manera de ser, su estilo. No es que sea profética, sino que soy mayor. Y cuando eres mayor vas conociendo a la gente.
Es especialmente crítica con Podemos. No fueron lo que parecían. Parece que se vio atrapada en una candidatura cuyas premisas no conocía ni había contribuido a elaborar, y a la que llegaba como personalidad a poner la guinda.
No sé. Igual los términos son demasiado coloreados por tu parte. Fue una alternativa por parte de aquellas candidaturas populares vinculadas a los barrios de Madrid. Se veía con mucha ilusión hacer algo parecido a lo que se estaba haciendo en Barcelona. Y se dedujo que yo podría ser una buena candidata, creo que nunca pensando en ganar, sino simplemente en poder tener un resultado razonable para que hubiera un sector de la población de Madrid que estuviera representado en el Ayuntamiento. Y sí, yo llego allí y me doy cuenta de que hay una estructura que no es la que yo hubiera diseñado. Y hacemos cierto acuerdo en algunas cosas. De otras me siento más distante y me alejo de ellas.
“El activismo sectariza mucho”. ¿En qué filas ve más?
Todavía estaba yo en la judicatura cuando criticaba cómo los políticos a veces surgían dentro de los propios proyectos políticos; quienes empezaban a hacer méritos iban ascendiendo. A mí aquello no me gustaba, y pensaba que era muy bonito que la gente llegara a la política desde la participación popular. Pero en la participación popular a veces se mezcla la participación sin más con el activismo. Y el activismo yo lo vengo a definir como la actuación de personas que están especialmente interesadas en que se produzca una determinada evolución en un aspecto concreto. Y eso hace que a veces esas personas resulten poco idóneas para el trabajo político, que tiene tanto de escuchar y de ceder.
De usted hablaban bien los presos en la cárcel. ¿Eso no es para mosquearse?
No, supongo que también hay gente que habla mal. Que no sea así en las cárceles es razonable, porque yo creo que cuando impones castigos y tienes obligatoriamente que juzgar a las personas que han hecho actividades que la sociedad no puede aceptar debes motivarles para que cambien. Es muy importante tratarlos como a personas, como a gente que te interesa. Tú no puedes castigar a alguien si es consciente de que te es indiferente. Tienes que demostrar que te importa. Cuando tú muestras a una persona que te importa, aun para castigarla, te valora.
Siempre le gustó analizar el grado y alcance del cumplimiento de las leyes. ¿En qué punto estamos?
Pues yo diría que cada vez peor. Salen como de una máquina de hacer rosquillas, venga leyes, venga leyes, y me sorprende muchísimo que no se evalúen. En esta última ley que salió en enero sobre la eficiencia del servicio público de la justicia se plantea como gran novedad la necesidad de hacer una mediación, un intento de llegar a un acuerdo, antes de presentar la demanda. ¿Perdona? Esto se dijo en la Constitución de Cádiz de 1812. Llevamos dos siglos intentando que haya una mediación y no ha dado resultado. Y nos ponemos a hacer otra nueva como sino hubiera pasado nada. ¡Anda! Se nos ha ocurrido la mediación.
De cero a diez, ¿cuál cree que es la eficacia de las leyes en general?
En las procesales estaríamos en un 2; en las sustantivas, las que son sobre todo de derechos pueden tener hasta un 7; las que liberan, como la del matrimonio homosexual, tienen una valoración de un 10. Yo haría una clasificación de leyes para hacer la evaluación. ¿Y sabes quién hizo esa primera evaluación? Concepción Arenal, una mujer extraordinaria a la que preocupaba mucho por qué no se cumplen las leyes.
¿En España hay lawfare?
No. Yo creo que no.

La jueza, magistrada y exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena / Alba Vigaray
¿Por qué tiene o pide piedad con los maltratadores?
No es pedir piedad, es humanidad. Si el castigo no es humano, acaba pudiendo ser un bumerán. El castigo es violencia, una violencia legal, por supuesto, pero si no castigas con humanidad, teniendo muy claro que tienes que llegar a la estructura de esa personalidad, plantearte que es un ser humano, y que tienes que tocar todos los recursos que implica su posibilidad del cambio, solamente incrementas violencia y no aportas modificación de conductas, que es de lo que se trata.
Cuando la llamaron del bufete Cremades, al que la Iglesia encargó investigar la pederastia en sus filas, contó que no pudo hacer su labor como había planteado. Y se acabó retirando. ¿Era todo postureo por parte de la iglesia?
Planteé lo que creía que había que hacer y vi que no había mucha sintonía. No había tirado la toalla, pero coincidió con que me operaron de un cáncer, tenía que estar fuera por una cuestión de salud y al verme fuera me dije: Pues me quedo fuera. Tampoco estaba muy de acuerdo con lo que se estaba haciendo allí.
¿El criminal nunca gana?
El criminal nunca gana era el nombre de un programa de radio que me encantaba, que yo escuchaba los sábados cuando era pequeña y que me daba un poquito de miedo. El criminal a veces gana, sobre todo si está relacionado con el tráfico de la droga.
¿Hacer sus famosas magdalenas ha sido su tarjeta de presentación? Porque creo que las hornea a diario, incluso antes de ducharse.
Sí, las hago enseguida y me salen muy bien. Alguna vez no, si estoy distraída y no he puesto el horno bien. No solamente hago magdalenas. Estoy haciendo unos pastelitos de queso muy ricos también. Me he inspirado en Internet.
¿Cuál ha sido la mayor satisfacción de su carrera?
Yo creo que la mayor satisfacción la tengo ahora, que voy por la calle, la gente te para y te dice cosas muy bonitas. Alguien te para en el metro y te da las gracias. Me dicen cosas preciosas.
"Nunca me he sentido frustrada". ¿Todo le ha salido a pedir de boca?
No, me he equivocado en muchas cosas. Pero he entendido por qué me había equivocado, y he compensado las equivocaciones apoyándome en las actitudes que me habían llevado a esos errores. Si me he equivocado por ir demasiado deprisa, he aprendido a ir más despacio.
¿Volvería a ser alcaldesa?
Ahora mismo no creo que nadie me lo propusiera. Si no, yo qué sé. A lo mejor [ríe].
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