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EVENTO LITERARIO

Así ha sido La Noche de los Libros en Madrid: literatura como generadora de empatía y ternura amenizadas por la misa de Zahara

La cita literaria en la Real Casa de Correos transcurre entre charlas con escritoras como Rosa Montero y Muriel Barbery, reflexiones sobre la amistad y los bares con Fernández Mallo, Jacobo Bergareche y Sabina Urraca y el recital techno de Zahara

Zahara en el último evento de La Noche de los Libros en la Real Casa de Correos.

Zahara en el último evento de La Noche de los Libros en la Real Casa de Correos. / COMUNIDAD DE MADRID

Madrid

Quedan veinte minutos para que arranque el primer evento de La Noche de los Libros y en la Puerta del Sol ya se ha formado cola para acceder. Son unas cuarenta personas las que esperan, abanicándose con el programa de mano que reparten en la entrada, para escuchar lo que tienen que decir escritoras como Rosa Montero y Muriel Barbery, autores como Luis Landero, Manuel Vilas Agustín Fernández Mallo o Jacobo Bergareche, o artistas como Zahara. Dentro, la mayoría de los asientos están llenos y, conforme van pasando los minutos, el patio interior de la Real Casa de Correos se va llenando y son menos las sillas blancas disponibles para los curiosos que se asoman a ver qué está pasando esta soleada tarde de viernes en la capital.

Antes de dar paso a los interlocutores, el consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Mariano de Paco Serrano, dedica unas palabras a los asistentes, recordando que este año "reivindicamos el sencillo acto de leer como una forma de conectar con una vida menos acelerada, y más atenta a la belleza de los pequeños gestos cotidianos".

Escribir para perderle el miedo a la muerte

Aunque el mundo haya cambiado mucho en dos décadas, dice Rosa Montero que veinte años no son nada. En el primer evento de esta Noche de los Libros, la autora conversa junto a Luis Landero y Manuel Vilas sobre sus recorridos durante estas últimas décadas, las mismas que lleva celebrándose este evento literario en Madrid.

Landero dice que no ha cambiado en veinte años. Sigue teniendo la misma pasión que en 2006, que es la misma que tenía cuando empezó a escribir sus primeros poemas y cuenta que se despierta cada día con la misma ilusión para sentarse delante del escritorio. Montero publicó Historia del rey transparente, la novela más ambiciosa que ha escrito hasta ahora, según confiesa en la charla, y dice haber aprendido mucho con el paso del tiempo. Sin embargo, avisa: "La vejez por sí sola no te da sabiduría, lo que sí te la da es envejecer junto a los amigos". Pero también es algo que entristece a la autora, que por aquel entonces tenía con ella a amigos que ya no están. "Entendí que tenía que escribir sobre la muerte para perderle el miedo a morir. Después de escribir Historia del rey transparente dejé de temerla".

Pero hay a quienes les ocurre lo contrario. Cumplir años es, para Vilas, un reconocimiento de que cada vez quedan menos: "Según pasa el tiempo, le voy teniendo más miedo a la muerte", reconoce. Aunque también confiesa, entre risas, que es de lento aprendizaje y que estos años que han pasado han sido los más fértiles de su carrera. "Me gustaría tener veinte años menos, ha pasado el tiempo, envejecer y morir son ahora el único argumento de la obra. Eres mayor, has escrito tus mejores libros... Pero al cumplir los sesenta lo pasé fatal. Titulé mi última novela El mejor libro del mundo porque había llegado a los sesenta y no había escrito la mejor novela de la historia, como mi yo más joven pretendía".

La escritura como generadora de empatía y amistad

Si uno quiere escribir bien, tiene que desprenderse del ego. Es a la conclusión a la que llega Muriel Barbery al charlar con Inés Martín Rodrigo en el sillón instalado en la Real Casa de Correos. Eso, y que cuanto más tiempo pasa, más se pregunta por el poder de la escritura. Aparece en este espacio un poco más tarde de la hora prevista, cuando el sol ya ha empezado a caer, y habla en francés -aunque se defienda en castellano- porque es la lengua en la que mejor se expresa. Sentada en Madrid, cuenta que escribe no tanto para contar historias, tampoco únicamente porque adore la lengua francesa ni porque haya crecido rodeada de libros, sino porque siempre tiene ganas de convertirse en otra persona.

A través de la ficción es como más ha aprendido sobre el ser humano, asegura la escritora, y mientras lo dice, los asistentes de la sala -en su mayoría, mujeres- asienten. Y también que la ficción es una réplica de la vida real, que es justo lo que ella hace en su última novela, Thomas Helder: "Hay cuestiones autobiográficas en mis novelas, especialmente en los lugares. Pongo a personajes ficticios en lugares que conozco bien, pero es casi lo único personal que añado porque lo más importante, al final, es ponerte en la piel del otro". La literatura como generadora de empatía, condición que, como coincide la autora francesa con los siguientes ponentes de la noche, Agustín Fernández Mallo, Jacobo Bergareche y Sabina Urraca, es imprescindible para que se pueda dar cualquier tipo de relación entre seres humanos, especialmente las románticas y las de amistad.

Jacobo Bergareche, Sabina Urraca y Agustín Fernández Mallo en la charla moderada por Laura Fernández.

Jacobo Bergareche, Sabina Urraca y Agustín Fernández Mallo en la charla moderada por Laura Fernández. / @LANOCHEDELOSLIBROS

La amistad, coinciden los participantes en la siguiente charla de la noche, es uno de los grandes refugios de nuestro tiempo, quizás por esto se han multiplicado los libros que la exploran como materia literaria en los últimos años, un tipo de relación que comienza a trabajarse al nivel de la romántica. Para Urraca, el amor romántico y el de amistad no son tan distintos. Mientras lo dice, un par de chicas que se sienta en la primera fila se miran cómplices y se sonríen, pero vuelven la vista al frente cuando cuenta que el momento que más le rompió el corazón fue cuando una amiga la dejó de lado por un novio. En una sala donde ya se han encendido las luces y en la que la media de edad va bajando -quizás porque se acerca el fin de fiesta de Zahara- se oye alguna carcajada, pero la mirada de Urraca se mantiene seria: "La sociedad nos dice que el amor romántico es más importante que el de la amistad, por eso te sientas a dejar a una pareja pero no le dices a un amigo que ya no quieres seguir con él, simplemente le haces gosthing", continúa.

La relación física y la virtual tampoco es tan diferente, dice Mallo: "Urraca, yo a ti no te conocía pero leía tus textos por redes y ya me caías de puta madre. Hemos coincidido aquí y sigo pensando lo mismo". Pero discrepa con sus interlocutores en varios aspectos. Según dice, su relación con sus amigos es muy intelectualizada, que se aburre hablando del tiempo o de fútbol, que es muy elitista -que no clasista- y que jamás ha ido a un bar con amistades. Tampoco sin ellas. A Mallo no le gustan los bares y Bergareche, que hasta ahora había intervenido menos en la conversación, se sobresalta: "¿Y entonces qué haces? ¿Dónde quedas con tus amigos?", le pregunta. La respuesta es contundente y el público se ríe como no lo había hecho hasta el momento: en su casa, que para algo se la ha construido. Y punto.

La misa de Zahara

El patio está ya completamente a oscuras, a Zahara la iluminan los focos del escenario y unas luces led de color rojo. "Vamos con la misa de una y media", dice antes de empezar a recitar en un espacio cuya acústica se asemeja a la de algún lugar sagrado. Mientras recita los poemas de su último libro, Lento Ternura, que se publicó el pasado mes de febrero junto a un álbum homónimo, las luces van cambiando de rojo a naranja. Al principio están solo ella y su voz, como un remanso de tranquilidad: "Solo la calma nos hará encontrarnos por nosotras mismas", dice uno de los poemas que lee. Luego, se le suma un techno de Martí Perarnau -con quien la compositora tiene un proyecto musical enfocado en la electrónica, Soy Juno- que da ganas de ponerse a bailar. Cuenta la compositora que hay tres cosas que la guían: la poesía, la ternura y el techno.

Las luces son cada vez más intensas, la música es más rápida y suena más fuerte antes de que llegue el fin de fiesta. Zahara ha cantado, entre poema y poema, alguna de sus últimas canciones, y cierra la noche con un loop: tanto la música como las palabras de su último poema se repiten, reconociendo que la vida es, antes que cualquier otra cosa, un ciclo infinito. Se despide del público, que le regala el aplauso más fuerte de toda la noche antes de clausurar, ahora sí, la vigésima edición de La Noche de los Libros.