PERFIL
Álvaro Pombo, el gran heterodoxo de afilada ironía
El escritor santanderino, que se mantiene activo a pesar de su delicado estado de salud, es uno de los autores más destacados de la generación que comenzó a escribir con el advenimiento de la democracia

Alvaro Pombo, fotografiado en su casa en 2022. / JOSE LUIS ROCA

"A mí la vejez me ha machacado, ahora sólo peso 54 kilos, pero también me ha quitado telarañas mentales y escribo con gusto", le contaba Álvaro Pombo a Juan Cruz en una entrevista para este diario hace dos años, cuando publicó su penúltima novela, Santander, 1936. Que su cuerpo no está en su mejor momento lo han demostrado las dudas sobre su asistencia a recoger el Cervantes este miércoles en Alcalá de Henares. Sobre su lucidez tampoco hay duda: después de ese relato sobre su familia y las divisiones de la España enfrentada de los años 30, hace unos meses llegaría otra novela, El exclaustrado, protagonizada por un intelectual encerrado entre libros en su piso del barrio de Argüelles, como actualmente vive él.
Excéntrico, vitalista y contradictorio, de ojo clínico y una fina ironía siempre lista para la polémica ocasional, a veces con tintes políticos. Así es Pombo, ese virtuoso en el retrato del alma humana, como le define la editorial que le vio nacer como novelista y a la que volvió tras un período de ausencia, Anagrama, y autor de una literatura que siempre tiene algo de sí mismo, aunque él tantas veces haya defendido que lo suyo es la invención de historias.
El jurado que le concedió el Cervantes 20024 que se le entrega ahora destacaba su "extraordinaria personalidad creadora, lírica singular y su original narración", como destacaba entonces el ministro de Cultura Ernest Urtasun. "A su notabilísimo nivel como poeta y ensayista -continuaba- se une el ser uno de los grandes novelistas de nuestra lengua, que indaga en la condición humana desde las perspectivas afectivas de unos sentimientos profundos y contradictorios".
Aplaudido, respetado y frecuentemente premiado desde hace décadas, Pombo tiene en su haber una abundante producción literaria que efectivamente se extiende por la narrativa -más de dos decenas de novelas, varios volúmenes de cuentos-, la poesía y, de manera más puntual, el ensayo o los artículos en prensa. Es uno de los representantes vivos y en activo de esa generación a la que se llamó de la Nueva Narrativa española, la que nació literariamente con el advenimiento de la democracia y en la que se inscriben también autores como Eduardo Mendoza, Juan José Millás o Javier Marías. Es además miembro de la Real Academia Española, en la que desde 2004 ocupa el sillón 'j' que dejó vacante Pedro Laín Entralgo.
El jurado subrayaba además en su fallo del premio que "en sus creaciones muestra el mundo a través de la construcción de un lenguaje en el que las deformaciones de la realidad aparecen reflejadas bajo el disfraz de la ironía y el humor. En su prosa, la oralidad se refleja en la voluntad de un estilo que aspira al 'escribo como hablo' valdesiano. Álvaro Pombo ha creado aquello que define a los grandes escritores: un mundo literario propio, imperecedero e imprescindible".
Un niño bien del norte
Álvaro Pombo nació en Santander pocas semanas antes de terminar la Guerra Civil, en junio de 1939. Lo hizo en una familia aristocrática pero en la que también pesaba la división ideológica que había marcado al país y su conflicto bélico. Como contó en Santander, 1936 (Anagrama, 2023), su abuelo Cayo era republicano y su tío Alvarín falangista. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, y más tarde realizó un postgrado en filosofía en el Birkbeck College de Londres, ciudad en la que vivió durante una década.
Debutó en la literatura en 1973 con un libro de poesía, Protocolos. Será más prolífico en la novela, pero siempre se considerará, sobre todo, poeta. En narrativa se inicia a su regreso a España, ya recuperada la democracia, con el libro de cuentos Relatos sobre la falta de sustancia (1977), en el que varias de las historias tiene protagonistas homosexuales. Esa identidad, que él vivirá con libertad, será también uno de los grandes ejes de su literatura, aunque algunas de sus manifestaciones en torno a ella -como cuando dijo que el matrimonio homosexual le daba "risa"- hayan sido polémicas.
Pombo fue el autor inaugural de la colección Narrativas Hispánicas de Anagrama. Su editor, Jorge Herralde, apostó fuerte por él desde el principio. La primera novela que le publicó, El héroe de las mansardas de Mansard (Anagrama, 1983), fue también el primer Premio Herralde. En aquel libro ya estaban algunas de las bases de lo que sería su literatura posterior: el uso de la ironía y del humor, de los que tanto ha hecho gala en su vida pública; la experimentación con un lenguaje que alterna tonos cultos y más coloquiales, y en la que se percibe la destreza del poeta; la profunda indagación psicológica en sus personajes; las sexualidades no normativas y las formas de vida "poco respetables", como ya se ha dicho, además de la propia experiencia de un chaval criado en el seno de una familia acomodada del norte de España.
Con los años llegarán otros títulos notables como El metro de platino iridiado (Anagrama, 1990), que le dio el Premio Nacional de la Crítica y en el que lidiaba con la desestructuración de la pareja tradicional, un relato en el que tenían un gran peso la ética personal y la moral circundante. O Donde las mujeres (1996), donde volverá a retratar la descomposición familiar y que le valió el Nacional de Narrativa. En La cuadratura del círculo (1999) se adentrará en una de sus grandes pasiones, la historia medieval, para narrar la tragedia de un hombre que comete un error insalvable en un mundo marcado por la religión y la guerra.
Pombo nunca ha sido un autor que haya rehuido el favor del público o que haya menospreciado las estrategias comerciales de la industria del libro. Cuando en 2006 se hizo con el premio Planeta por La fortuna de Matilda Turpin, dijo que los galardones no tenían importancia de cara a indicar el valor de la literatura, pero sí para darla a conocer y empujarla comercialmente. Era aquella la historia de una mujer que, tras despegar profesionalmente en el mundo de las finanzas, tendrá que pagar un alto coste personal, un tema que conectaba de manera directa con las inquietudes de su tiempo. Con otro premio importante, el Nadal, se hizo en 2012 gracias a El temblor del héroe (Destino), novela de tintes filosóficos que reflexiona en torno al engaño y la traición y que tiene como protagonistas a un profesor jubilado y a un joven periodista que entra en su vida.
Más allá de la literatura, el Álvaro Pombo personaje público transitó durante unos años por la política. De la mano de UPyD, el partido fundado por Rosa Díez, fue candidato al Senado en las elecciones de 2008 y 2011, quedándose fuera en ambas ocasiones.
El año pasado el ganador del Premio Cervantes fue el escritor leonés Luis Mateo Díez, quien ha defendido su candidatura desde el jurado de este nuevo Cervantes como en su día fue su principal valedor para que ingresara en la RAE. Convocado desde 1975, anteriormente han recibido el galardón más importante de las letras en castellano autores como Juan Carlos Onetti, Octavio Paz, Rafael Alberti, María Zambrano, Mario Vargas Llosa, Juan Marsé, Ana María Matute o Cristina Peri Rossi, entre otros. Tiene una dotación de 125.000 euros y se entrega cada año, el Día del libro, en una ceremonia solemne como la que los Reyes han presidido hoy, esta vez con la ausencia notable del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
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