NEGOCIOS ÚNICOS

La única tienda de muelles del mundo está en Madrid y abrió hace 130 años: han subido al espacio, arreglado el Bernabéu y ganado varios Goya

Muelles Ros abrió su primera tienda en 1894 y, desde entonces, abastece a todo un país con espirales de todos los tamaños que van desde uno a 200 euros

Muelles Ros, la única tienda del mundo especializada en la venta de muelles.

Muelles Ros, la única tienda del mundo especializada en la venta de muelles. / ALBA VIGARAY

Pablo Tello

Pablo Tello

Madrid

Cuando, en 1894, el abuelo de Georgina abrió en Madrid la primera tienda de muelles, nadie pensaba que, más de un siglo después, sus productos llegarían a, prácticamente, todos los rincones de España.  Inicialmente en la glorieta de San Bernardo, Muelles Ros se mudó al número 19 de Ronda de Atocha hace más de 50 años, donde Carlos aún atiende a decenas de clientes cada día. “Somos la tercera generación de familias desde que abrieron la fábrica en Barcelona. Mi abuelo, que era un visionario, decidió montar este negocio y, a día de hoy, aún no hay otro igual”, señala Georgina Ros, CEO de la compañía en la actualidad. Sin embargo, la afición por estos objetos metálicos viene de su bisabuelo, quien los fabricaba durante la Guerra Civil: “Ahí hubo un boom y levantó una fábrica para cada uno de sus tres hijos. A día de hoy solo queda la nuestra”. Junto a su hermano, la catalana tomó el testigo de su padre, que se convirtió en un referente del sector hasta su fallecimiento. “Era el mejor de España junto a otro señor vasco”, confiesa. 

Muelles Ros, que abrió en 1894, se encuentra en el número 19 de la Ronda de Atocha.

Muelles Ros, que abrió en 1894, se encuentra en el número 19 de la Ronda de Atocha. / ALBA VIGARAY

Muelles Ros cuenta con más de 7.100 modelos en su tienda.

Muelles Ros cuenta con más de 7.100 modelos en su tienda. / ALBA VIGARAY

No comercializan con China y, eso, en este mundo, es sinónimo de calidad. Su acero, que proviene directamente de Alemania, aterriza en las naves de la ciudad condal para su fundido y moldeado posterior. “No somos baratos, como otros”, añade Ros, quien asegura que es el propio amor por los muelles lo que mueve todo: “Es algo precioso. Mi abuelo, mi padre y yo. Aquí, luchando”. Con un premio Madrid Excelente bajo el brazo, espera hacerse con un nuevo galardón a nivel europeo próximamente que reconozca la labor de todo el equipo. Carlos, al otro lado del mostrador desde 2002, es una pieza fundamental en el mecanismo de la compañía. Delineante de construcción de profesión, aterrizó en la compañía como sustituto de otro trabajador. “Hasta hoy”, dice nada más acceder a la tienda. Como si de una enciclopedia se tratase, su cabeza conoce cada alambre escondido en el almacén: “Hay más de 7.100 referencias o modelos, que en unidades ascendería a millones. En algunas cajas caben cinco o seis grandes y en otras entran miles, pero muy pequeños”. 

Con un abanico de compradores que va desde las grandes fábricas que compran toneladas de espirales hasta los compradores particulares, este establecimiento abastece a todo un país: “El 80% son empresas, pero también distribuimos a personas que necesitan una única unidad que le hace falta y lo consigue sin tener que llevarse un mínimo. Como a la vez somos fabricantes, nos podemos permitir el lujo de atender personalmente a la gente, no solo a empresas”. A la pregunta de cuántos muelles vende al día, Carlos es incapaz de responder: “Es como si le preguntas a un bar del centro cuántas cañas tira al año. Imposible”. Según relata, hay días que vende 30 resortes y otros que despacha miles de estos. Algunos no llegan al euro y otros, por encargo, pueden alcanzar los 200. “Si hay que fabricarlos ex profeso, valen mucho más”, confiesa. Y eso es, precisamente, lo que los diferencia de otros fabricantes. Con los años, han entendido que no tener competencia juega a su favor y que son plataformas como Amazon o Aliexpress sus únicos competidores.

Carlos, empleado de Muelles Ros, lleva desde 2002 detrás del mostrador.

Carlos, empleado de Muelles Ros, lleva desde 2002 detrás del mostrador. / ALBA VIGARAY

Las espirales de Muelles Ros han ganado un Goya, reformado el Bernabéu y viajado al espacio.

Las espirales de Muelles Ros han ganado un Goya, reformado el Bernabéu y viajado al espacio. / ALBA VIGARAY

Entre uno y 200 euros

Cualquier cosa puede contener estas piezas de hierro en su interior. El ascensor, el horno, un bolígrafo, la puerta del microondas… Los usos son infinitos. Tanto, que los protagonistas de esta historia han colaborado en proyectos de renombre. No tienen un Goya propio, pero han formado parte del equipo de efectos especiales en varios largometrajes que se han alzado con el galardón. “Muchas productoras vienen aquí. Han ganado, no porque el muelle haya hecho volar un coche por los aires, sino por el conjunto de todo su trabajo”, explica Carlos. El último filme premiado fue Asteroid City, obra del director americano Wes Anderson que grabó en Chinchón hace dos años y para la que requirieron cientos de ellos: “Querían construir un tren a tamaño real que jamás funcionaría”. También se han colado en la feria ARCO a través de las creaciones de algunos artistas. “Este año, un artista vasco hizo una exposición aquí al lado y metió nuestros tensores en sus composiciones”, recuerda. 

Han viajado al espacio, o eso quiere creer él, que vendió cientos de unidades a la Agencia Espacial hace unos años. “No es que nuestras espirales hayan subido al espacio, pero cuando tienen que hacer pruebas nos piden varios tipos. No sabemos si van dentro de un cohete o son para las puertas de sus oficinas”, bromea. Y si, a día de hoy, el Santiago Bernabéu tiene un césped en condiciones, es gracias a Muelles Ros, que vendió hace tiempo una gran cantidad de ejemplares a la empresa encargada de la reparación: “Los fabricamos en tiempo récord y pudieron plantar el césped para el Real Madrid”. Cada año, cuando se celebra el Festival Internacional de Magia de Madrid en el Circo Price, ilusionistas de toda Europa se acercan hasta el local centenario para encontrar el pequeño artefacto que les ayudará en sus trucos. Los trenes de la EMT también cuentan con ejemplares fabricados en Barcelona en botones y pulsadores. Y así, las historias brotan infinitamente de la memoria del delineador de construcción, que siempre pregunta con curiosidad a sus clientes dónde irán a parar sus pequeños tesoros. 

La entrada a Muelles Ros, la única tienda del mundo especializada en la venta de muelles.

La entrada a Muelles Ros, la única tienda del mundo especializada en la venta de muelles. / ALBA VIGARAY

Muelles Ros cuenta con una fábrica de producción en Barcelona.

Muelles Ros cuenta con una fábrica de producción en Barcelona. / ALBA VIGARAY

“Lo que sucede en cualquier industria es que cualquier mecanismo necesita un metal como este para su funcionamiento y muchos recurren a nosotros”, suma. También atiende a creativos como artistas o joyeros, que deciden experimentar con objetos poco convencionales: “Los han usado en pendientes, para el cierre de una pulsera, velas, mesas, taburetes…”. La tienda, con forma de prisma, mide 20 metros de largo y alcanza los seis metros de altura. Un búnker a pie de calle que atrapa las miradas de aquellos que se paran a observar lo que hay en su interior: “Todo está lleno de muelles. La creatividad no tiene límites”. Mires donde mires, todo está lleno de resortes. Carlos, que se levanta y se acuesta pensando en ellos, no sabe cuáles son los más vendidos. A pesar de que algunos modelos están estandarizados, la mayoría se escapan de la norma: “Los hay muy raros. A mí no me lo parecen porque convivo con ellos”, asevera. No hace falta ser un genio para saber que, sin alguien de sus características al otro lado del escaparate, ir a comprar un muelle no sería tan entretenido.