MUNICIPIOS
La discoteca madrileña que durante años fue la primera parada de la ruta del bakalao
Este local de fiesta es historia del ocio nocturno en España

Personas de fiesta en una discoteca. / Archivo.
Villarejo de Salvanés es un municipio medieval del sur de la Comunidad de Madrid conocido por su rico pasado histórico. Los vecinos que lo habitaban en 1866 difícilmente podrían haber pensado que la fama que su pueblo alcanzó entonces podría volver a repetirse en el futuro. El 3 de enero de ese año el general Prim se sublevó -- sin éxito -- contra el gobierno de 0'Donnell y el régimen isabelino en esa misma localidad. Un hito histórico que dio a conocer el pueblo por todo el país.
Más de un siglo después, en los años ochenta y noventa, Villarejo volvería a ser tendencia. Aunque, esta vez, por un motivo bien diferente. Y es que, entre su pintoresca plaza de la Iglesia y la fortaleza de San Andrés, se encuentran los 'restos' de un establecimiento que ya es, también, historia de España: la discoteca Kastill, también conocida como la primera parada de la ruta del bakalao.
La discoteca Kastill, un clásico de la fiesta de los noventa
En el camino de los madrileños a salas valencianas como Barraca, Spook Factory, Chocolate o Espiral, se encontraba este local. Para comenzar un largo fin de semana de fiesta, centenares de jóvenes hacían parada en Villarejo para empezar a calentar motores en su travesía a Valencia. En el caso de Kastill, la música electrónica no era lo único que predominaba entre sus paredes: sirvió también de escenario para que decenas de intérpretes dieran sus primeros pasos en el mundo de la música en directo.
Pese a que echó el cierre hace años, el sonido de sus alocadas noches de verbena aún resuena en las calles de Villarejo de Salvanés. Enclavada en este entorno medieval, su fachada ya forma parte del patrimonio cultural del pueblo.

Discoteca Kastill. / Telemadrid
¿Qué fue la ruta del bakalao?
La conocida como Ruta Destroy o Ruta del Bakalao nació de la 'movida valenciana'. En el contexto de un país que acababa de finalizar su transición democrática, las libertades y el destape llegaron al ocio nocturno en los años 80 en forma de recorrido por varias discotecas de la Comunidad Valenciana donde nunca se echaba el cierre. El consumo de drogas en estas veladas era frenético, y lo habitual era no dejar la fiesta hasta pasados varios días. El plan nocturno atraía a jóvenes de toda España, razón por la cual otros locales de las comunidades autónomas colindantes con Valencia se fueron sumando al recorrido como primera parada.