PLATOS SUPERVENTAS (II)

Las zapatillas del Melo's a las que un vecino de Lavapiés dio una segunda vida

Es uno de los lugares más frecuentados de Madrid entre los amantes del lacón

El bocadillo conocido como “zapatilla” junto con las croquetas son uno de los platos mas característicos del Bar Melo´s en Madrid.

El bocadillo conocido como “zapatilla” junto con las croquetas son uno de los platos mas característicos del Bar Melo´s en Madrid. / ALBA VIGARAY

Durante años, a cierta hora de la noche, el Melo's se llenaba más que el metro en hora punta. Este bar de Lavapiés con aspecto de tasca era un verdadero centro de peregrinación para cientos de clientes que, cada día, se hacían hueco casi a codazos para degustar sus zapatillas, un gran sándwich hecho con dos rebanadas de pan gallego de hogaza tostada y rellenas de lacón y queso. Pero la enfermedad de su dueño, José Ramón Álvarez, hizo que en el año 2020, aquel en el que tantos negocios tuvieron que echar la persiana, cerrara. "Se traspasa en exclusiva por jubilación el famoso Café-Bar Melo’s", rezaba un anuncio puesto en Idealista. Muchos vecinos temieron que acabara convirtiéndose en una cadena más, o en lo que sea que hiciera con él algún fondo, como ha pasado con otro locales del barrio. Por suerte para todos, cayó en las manos de un empresario que en su día fue un niño de cinco años que vivía a solo unos números de ese bar, al que acudía a comer con su familia.

Él es Rafael Riqueni. "Les conozco de toda la vida, sobre todo a José Ramón, y siempre lo había pensado. Tenía un bar de copas en Malasaña y quería abrir un lugar parecido a esto allí, pero nunca se daba la oportunidad. Hasta que en el confinamiento vi que habían decidido venderlo. Le envié los números, Ignacio Revuelta, pensando que me diría que ni de coña, porque las cifras eran algo altas. Sin embargo, me respondió que del tirón. Al día siguiente llamamos y nos presentamos aquí", explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

El bocadillo conocido como zapatilla junto con las croquetas son uno de los platos mas característicos del Bar Melo´s en Madrid.

El bocadillo conocido como zapatilla junto con las croquetas son uno de los platos mas característicos del Bar Melo´s en Madrid. / Alba Vigaray

Declara que, según le vio, José Ramón exclamó un "¡Anda, Rafa!" A partir de ese momento todo fue rodado. La noticia se extendió pronto, para alivio de toda esa gente que lloraba en las redes (y en sus casas) el cierre del bar de las zapatillas, un mote que se quedó como nombre por su gran tamaño y su kilo de peso. Su fama ha atraído a todo tipo de personas, incluyendo a Roberto Carlos, Sabina o Juan Echenove.

Una receta idéntica

La operación comprendía la venta del local y el traspaso. Lo primero fue la parte más complicada: pertenecía a un familia con muchos primos y coincidió con dos muertes entre medias. Lo segundo resultó mucho más fácil.

A José Ramón no le dio tiempo a ver la nueva vida del Melo's. Falleció justo la semana después de abrir. Pero tuvo la generosidad de ponerles el negocio en bandeja: pudieron, junto a su hija, imitar exactamente la receta de las zapatillas. También les dio el número de todos sus proveedores. Gracias a ello, aseguran que tienen el mejor lacón de España.

Lo que no lograron fue la receta de las croquetas de lacón, el segundo plato estrella del local por su sabor y melosidad. La mujer de José Ramón, Encarni, no estuvo de acuerdo en darles su secreto. Pero gracias a que Piñeiro fue un cliente fiel durante muchos años, dice que consiguieron sacarla.

Sin competencia

Entre medias, algún hostelero aprovechó el cierre del bar para vender el gran sándwich con la marca del Melo's. Rafael Riqueni explica que mandó un mensaje al Bar La Gloria para pedirles que quitaran el plato de la carta. "Les di las gracias por el homenaje, pero les expliqué que lo íbamos a volver a abrir, que por favor quitasen el nombre", relata. No les sentó muy bien, pero lo hicieron: las zapatillas del Melo's se quedaban en el Melo's.

Una cocinera prepara zapatillas en el bar Melo's. 

Una cocinera prepara zapatillas en el bar Melo's.  / Alba Vigaray

"De vez en cuando me mandan fotografías de otras, pero no me suele preocupar. Se ven de bastante peor calidad y más pequeñas", asegura.

Pocos cambios

El Melo's era un bar universitario allá por los años 80. Estaba lleno de estudiantes, posiblemente porque permitía comer bien, llenarse mucho y pagar bastante poco. Riqueni explica que, durante años, a José Ramón no pudieron salirse las cuentas: los precios estaban extremadamente ajustados.

Quien entre ahora, después del cambio, notará que las raciones han subido algo de precio, pero no hay muchas más diferencias. Hay una nueva pared que antes era una cristalera, más bebidas (que nadie se preocupe, el Ribeiro tan típico sigue estando en carta) y un cartel que avisa de que, como mucho, los clientes pueden estar una hora dentro del bar. El servicio, como cuando lo llevaban José Ramón y su familia, es rápido, por lo que mantienen la misma filosofía pero de forma algo distinta: mientras que antes había muchas posibilidades de comer en cualquier hueco del local de forma apresurada, ahora marcan el tiempo para que los que hacen cola no tengan que esperar mucho.

"Antes esto era la guerra. Llegabas aquí y te tocaba pelearte por un huequito. Nosotros creemos que es más cómodo comer bien, estar una hora y dejar el sitio para el siguiente. De esta forma están todos más a gusto, aunque sea de pie en la barra", explica Riqueni. Ya no vuelan las raciones de zapatillas, pimientos o croquetas por las cabezas del espacio atestado de gente, como ocurría antes. Tampoco hay ya un José Ramón que diga la cuenta de cabeza y sin ticket, pero la esencia y el cariño por el negocio, como su antiguo dueño quería, se mantiene.

Siempre hay cola

Cualquiera que no conozca el bar se extrañará de la cola que hay a su puerta cada noche, en la Calle del Ave María. "Llega muchísima gente que venía antes y otros tantísimos que lo descubrieron a raíz de salir en los medios. También tenemos a muchos jóvenes, que creo que antes faltaban, sobre todo ahora que sale en cuentas de TikTok y que vienen muchísimos youtubers. Es verdad que hace cuatro décadas era un bar de universitarios, pero ahora ya tienen bastante edad. Faltaba un poco de renovación que ha llegado con las redes", opina el nuevo dueño.

Lo que sí han cambiado han sido los horarios. Ya no solo sirven cenas, sino que también se puede ir a comer. Si no se quiere esperar colas lo mejor, según su dueño, es ir al mediodía y a principios de semana. Si no, lo más seguro es que toque esperar para comer su zapatilla. Así que ármate de paciencia y, a poder ser, vete con compañía y bastante hambre. Viendo la cantidad de gente que repite la experiencia, seguro que es buena idea.