FIESTA

Clandestinno y otros 'afters' de Madrid, más allá de Froilán y la cocaína rosa

A pesar de que muchos de estos locales se consideran ilegales, proliferan en la capital y acogen cada noche a quienes no tienen suficiente con los 'pubs' y discotecas

A algunos solo se puede entrar si se conoce a alguien, para otros hace falta una contaseña

Jorge Drexler canta en el videoclip de 'Nominao', junto a C. Tangana, en el Bar Palermo.

Jorge Drexler canta en el videoclip de 'Nominao', junto a C. Tangana, en el Bar Palermo. / LITTLE SPAIN

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Felipe Juan Froilán de Marichalar, hijo de la infanta Elena, sobrino del actual monarca, Felipe VI, y nieto del emérito, Juan Carlos I, fue identificado el pasado en el desalojo de un after ubicado en la calle Orense de Madrid, llamado Clandestinno, en el que al parecer los clientes estaban consumiendo, entre otros estupefacientes, cocaína rosa. En Madrid, todo el mundo ha ido a un after o conoce a alguien que haya acabado allí. Aunque quizás no tengan camas en salas VIP ni menores, como el local en el que encontró la Policía Municipal al miembro de la Casa Real.

Este tipo de locales es ilegal. El horario máximo de las salas de fiestas se extiende hasta las 5:30 o hasta las seis en algunas salas de la capital. Es precisamente el momento en el que estos establecimientos comienzan a recibir a quienes quieren continuar la noche. Eso no evita que existan. Se respaldan por licencias de actividades que generalmente no se ajustan con las que se desarrollan dentro de ese espacio, como la de cafetería o la de sauna, como un supuesto after de Carabanchel o en el que se encontraba Froilán, respectivamente.

El cierre de las discotecas y de los pubs no marca en la capital el final de la noche. Por ello, incluso los afters tienen sus propios relaciones públicas que conducen a los perdidos de la noche a locales oscuros con una mesa para cobrar la entrada en el vestíbulo y con una pista de baile y una elemental barra para servir las bebidas. Es el caso de El 6, dos garitos en los que es fácil terminar. Uno de ellos, en la zona de Conde Duque, y el otro, cerca de Medias Puri, que se encuentra en Tirso de Molina. La entrada cuesta 15 euros y las cervezas extra otros cinco más.

Avalon, en Alonso Martínez, también destaca como opción por su buena localización. Entrar cuesta 25 euros, aunque no es un precio fijo, y el club cuenta con tres salas de techno. Los nombres, direcciones y normas de los after van corriendo en conversaciones. En internet es prácticamente imposible encontrar algo sobre ellos y no pocas veces sucede que alguien habla de uno al que fue en un piso de la calle Ballesta, antes conocido como Costello Privé o El Apartamento, que se cerró y pocos saben si volvió a abrir.

El misterio envuelve el mundo del after, cuando en realidad es que se parecen generalmente más a otra discoteca en miniatura con un poco más de libertad. El Jazz, un club mítico de este tipo al que solo se entra si se conoce a alguien de dentro del piso, tiene su propia barra y su propio ropero, en los que se paga en efectivo, y varias salas con sillones para conversar hasta bien entrada la mañana. Ventanas cerradas a cal y canto y enormes cortinas impiden que entre ni un rayo de sol a las estancias. "Salí de fiesta con un amigo y me dijo que podíamos ir a este sitio, pero que teníamos que ir con otro de sus amigos para que nos dejasen entrar.

Para que te dejen acceder, ellos te tienen que conocer. Los dueños no consideraban que conociesen lo suficiente a mi amigo, a pesar de que había ido varias veces, como para que llevase a gente, sino que tenía que ir con una de sus personas de confianza", relata una joven que ha podido visitar este after. En este club "había un rango de edad bastante amplio, entre 20 y 60 años", recuerda, y reinaba el "buen rollo".

Los locales de fiesta que abren a partir de las seis de la madrugada deberían verse sometidos al control del Ayuntamiento, que está obligado, según la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas (Lepar), a "efectuar la previa comprobación administrativa de que las instalaciones se ajustan al proyecto presentado para la obtención de la oportuna licencia" y, en caso de que no se dedicasen a la actividad que indicaron ante la administración, de imponer "medidas correctoras".

Bares clandestinos de Madrid

En la capital también es habitual encontrarse con salas semiclandestinas, a las que sólo se puede acceder con invitación, con una contraseña o si se conoce a alguien de dentro. E incluso con un QR, como Ciriaco Brown, una coctelería a la que sólo se puede entrar dándose de alta como socio este local, que se ubica en Lavapiés. Abre cada semana con sus conocidos Jueves Espirituosos y cierra los domingos a las tres de la madrugada. Bad Company 1920 tiene un concepto similar al Ciriaco: cócteles cuidados, espacios cómodos y una barrera a la entrada, pero en este bar, en forma de contraseña. La clave -no tan secreta- la desvelan en su cuenta de Instagram: "Tengo 10 pecados".

En el barrio de Canillas se localiza dentro de un chalé el Bar Palermo, un mítico reducto al que, desde 1990, cuando los fundadores, Rafael Leoz y Sandra Mundy, lo convirtieron en un piso de fiestas para dos años después empezar a cobrar por ello, han acudido personalidades de la música, como Coque Malla, del cine, Almodóvar o Trueba, o de la televisión. Por allí se ha dejado caer el Gran Wyoming durante años, e incluso ha actuado con su grupo en este bar con una acústica que impresionó al equipo de C. Tangana. El Madrileño, Andrés Calamaro y Jorge Drexler grabaron allí los videoclips de Hong Kong y de Nominao con sonido en directo.

Otros establecimientos sólo permiten entrar a los socios que pagan una cuota anual que no suele ser precisamente asequible. Es el caso de Club Matador, que exige a cada nuevo socio "presentar su solicitud a través del formulario del registro y ser presentado por un socio fundador, o bien por al menos dos socios generales", explican en su página web. Según desveló Cinco Días en 2015, la cuota anual del local de Jorge Juan asciende a "1.200 euros al año, 450 euros para los menores de 35 años y 600 euros para aquellos que vivan a más de 200 kilómetros de Madrid. Para todos existe una cuota de ingreso de 300 euros".