MADRID

De cómo la plaza de Legazpi separa dos vecindarios con diferencias de renta de hasta 8.000 euros

La colonia del Pico del Pañuelo tiene una renta neta anual similar a la de Carabanchel, mientras que quienes viven en los nuevos desarrollos del barrio se acercan más al poder adquisitivo de los vecinos de Retiro

Ambas urbanizaciones, cada vez más gentrificadas, marcan la historia de esta zona industrial del sur de Arganzuela, desde la Guerra Civil a la modernidad

Viviendas de la Colonia del Pico del Pañuelo, en Legazpi (Madrid).

Viviendas de la Colonia del Pico del Pañuelo, en Legazpi (Madrid). / ALBA VIGARAY

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Salir por la boca de metro de Legazpi significa encontrarse en cada esquina con una época diferente del barrio. A un lado, el Matadero, ahora reconvertido en centro cultural y que antes recibía a los trabajadores que hacían las labores a las que esta instalación debe su nombre. Seguida se encuentra la colonia del Pico del Pañuelo, una emblemática área de casas amarillas y grises construidas durante la dictadura de Primo de Rivera. Y, al otro extremo, los nuevos desarrollos urbanísticos que comenzaron a edificarse décadas después de la desindustrialización del barrio y cuyos bloques de pisos cuentan con las comodidades propias del siglo XXI.

Entre las casas que pronto cumplirán 100 años y las que rozan los 20 no sólo existe una diferencia temporal. Quienes viven en ellas también tienen ingresos totalmente distintos pese a vivir en el mismo barrio: los del Pico del Pañuelo acumulan una renta neta media de entre 11.400 euros y 12.198,42 euros, cercanas a las del humilde distrito de Carabanchel, de unos 11.500 euros. Por su parte, los inquilinos de las nuevas construcciones disponen de una renta de 20.467,75 euros o del área conocida como Los Metales (por los nombres de sus calles) de entre los 21.000 y los 24.000 euros, similares a la del distrito de Retiro, que ronda los 23.000 euros, según el Atlas de Distribución de Renta de los Hogares de 2020.

Quien se percató de esta paradoja, el sociólogo urbano José Ariza de la Cruz, compartió hace pocas semanas en un hilo de Twitter que esta frontera económica resultaba bastante inusual, ya que "lo habitual es que tanta desigualdad esté separada por grandes infraestructuras, como la M-30". O como el parque de la Ventilla y la calle Sinesio Delgado, que separan áreas con rentas netas que superan por poco los 10.000 euros y otras que doblan esa cantidad, puntualiza en una entrevista con este diario.

Nuevos desarrollos de Legazpi./ ALBA VIGARAY


Esas diferencias entre los habitantes de las viviendas ricas y las pobres se trasladan también a los comercios de los bajos de esos edificios. Los Metales se ha convertido en un barrio gastronómico, con menús degustación de hasta 90 euros en el restaurante ganador de un Sol de Repsol Èter, en la calle del Granito. Los negocios del Pico del Pañuelo, aunque se empieza a notar la gentrificación de quienes ya no caben en el centro de Madrid y la llegada de inmigrantes a estas pequeñas casas, siguen manteniendo algunos comercios tradicionales y las plazas y calles prácticamente vírgenes de locales comerciales.

Amparo, una de las vecinas, asegura que la plaza a la que dan las ventanas exteriores de su casa es muy tranquila. "Las que dan a la Beata María Ana tienen más ruido", sostiene. Esta mujer abre las puertas de su hogar a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA para comprobar cómo es por dentro la vivienda. Ha vivido sus 79 años -"seré la más vieja del vecindario", dice- en esos cerca de 50 metros cuadrados, que albergan un salón, un baño y una cocina sencillos, así como tres habitaciones, dos de ellas muy pequeñas. "Cabe la cama y ya", señala, pero ese espacio le ha servido para criar a sus tres hijos.

Una vecina tiende su ropa en su piso del Pico del Pañuelo./ ALBA VIGARAY


"Las casas del Pico del Pañuelo tienen 100 años, por lo que tienen problemas de humedades y, por tratarse de casas muy antiguas, están construidas con otros materiales. El material de construcción es algo que valoriza las viviendas y determina quién puede vivir en ellas", explica José Ariza de la Cruz. Los nuevos desarrollos, de principios de los años 2000, son más amplios y "más eficientes energéticamente" y cuentan con piscinas y espacios públicos interiores, "algo que no ocurre con el Pico del Pañuelo, por lo que es más probable que hagan vida fuera, en la calle, mientras que los de los nuevos desarrollos pueden hacerla en el espacio común privado", agrega.

Los vecinos y visitantes de Legazpi se sorprenden con la arquitectura del Pico del Pañuelo. "Estos edificios están de moda ahora, pero yo, como me he criado toda la vida aquí, los he aborrecido. Voy a las casas de mis hijos y digo: 'Qué diferencia de casas, qué grandes'", reflexiona Amparo.

Tendedero de una casa en el Pico del Pañuelo, en Legazpi./ ALBA VIGARAY


Las casas de los trabajadores del Matadero

Esta anciana era hija de un guardia civil emérito. Su padre se convirtió en uno de los comerciantes que vendían alimentos en la plaza en la que tendía cuando se ha fijado en la cámara que fotografiaba las paredes amarillas, bombardeadas en la Guardia Civil. "Yo no lo viví, pero me lo contó mi padre", apunta. Los bloques que se reparten entre la calle Guillermo de Osma y el Paseo de las Delicias cobijaron hace 90 años a los trabajadores del Matadero y de las industrias que orillaban el río Manzanares.

Las manzanas del sur de Arganzuela, pegadas al río, sufrían a finales del siglo XIX "la escorrentía de las aguas residuales" y "afectaban enfermedades como el cólera", expresaba el sociólogo urbano en Twitter. En la época industrial, se construye al lado de la plaza de Legazpi un edificio neomudéjar que serviría de matadero durante décadas y, tres años después de su inauguración, en 1927, se empiezan a edificar los edificios amarillos que acogerían a los obreros de esa institución.

Estos trabajadores eran eminentemente pobres, como el resto de personas que habitaban en este barrio ferroviario. La situación cambió a partir de los años 70, cuando la industria quedó relegada por otros sectores económicos que fueron imponiéndose en nuestro país. En aquel momento, se empezó a dar importancia a lo que se conoce como la "marca de ciudad", destaca Ariza de la Cruz sobre un "concepto que surge hace unas décadas para posicionar a ciertas ciudades en la esfera internacional".

Este sociólogo urbano afirma que "la historia del Matadero -y la de Madrid Río- sigue la evolución de Legazpi y el transcurso de cómo suceden los cambios en el barrio". Las ciudades se esfuerzan por posicionarse en la escena internacional por su imagen, por su atracción del turismo, por cuestiones culturales o por infraestructuras verdes, y "todas esas transformaciones internacionales se reproducen a nivel local en la plaza de Legazpi". "En un lado, el del Pico del Pañuelo, se ven los resquicios del pasado industrial, que ya está cambiando, pero permanecen los propietarios", y, en el otro lado, se construyen viviendas modernas para acoger a quienes eligen este barrio como el lugar a poblar.

La gentrificación del barrio, como ocurre en otras partes de España, se produce con más lentitud que en otras partes de Europa. "Como en España hay muchos propietarios, la gentrificación no se da muy rápido, porque aunque se revalorice el suelo, eso no va a afectar a tu hipoteca", refleja José Ariza de la Cruz. Con respecto al año pasado, la renta ha crecido ligeramente en el Pico del Pañuelo, pero todavía no destaca como un fenómeno alarmante: ha subido unos 350 euros anuales entre 2019 y 2020.

Para este sociólogo urbano, una de las curiosidades más relevantes de un barrio con diferencias económicas tan alarmantes llega con la posibilidad de establecer amistades entre las diferentes clases sociales. "Está estudiada la relación entre segregación y desigualdad. Pero se dan posibilidades de mezcla social por compartir determinados espacios", como la propia plaza, el parque de Madrid Río o los centros educativos. Aunque, de esta manera, también despunta uno de los principales riesgos: sustituir a los vecinos tradicionales de los espacios en los que llevan décadas viviendo por nuevos y más ricos pobladores. "Cuando se mejora mucho un barrio, si no hay ningún tipo de control del precio del alquiler, las personas que viven en alquiler, que suelen ser además las más precarias, muchas veces son expulsadas". Amparo, por el momento, seguirá en su piso en las casas amarillas.

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