EL ORIGEN DE... (V)

Calle de Carretas: enfermos como escudos humanos para proteger a los Comuneros

Los rebeldes madrileños hicieron frente a las tropas de Carlos I de España y V de Alemania en esta vía, que finaliza en la Puerta del Sol

Varias personas transitan por la esquina de la calle de Carretas con la Puerta del Sol.

Varias personas transitan por la esquina de la calle de Carretas con la Puerta del Sol. / ALBA VIGARAY

"Casi todo el mundo en Madrid sabe que la Puerta del Sol hace referencia a una entrada que había en un fortín o en una especie de castillete, pero casi nadie conoce el origen de la calle de Carretas, a pesar de que todos han pasado por ella". De esta forma resume Álvaro Llorente, fundador de la empresa Madrid en la palma de tu mano, que realiza visitas guiadas por Madrid, el desconocimiento social que gira en torno a esta vía.

Madrid había ganado importancia durante el reinado de Carlos I de España, de la "casa de Castilla", como se refería en el siglo XIX, mucho antes de que se popularizase esa fórmula gracias a Juego de Tronos, el historiador Antonio Capmany Surís y de Montpaláu a la estirpe real que reinaba España hace cinco siglos. En la ciudad, fueron arrasadas sus antiguas murallas arabescas y se ensanchó el arca de la población, relata en su libro Origen histórico y etimológico de las Calles de Madrid. "Era ya una villa respetable, donde moraron los reyes varias veces", agrega.

"Después del periodo de estabilidad de los Reyes Católicos viene un rey extranjero, hijo de Juana de Castilla, que llegaba de Flandes y que no sabía nada de castellano", explica José Luis Rodríguez-Checa, autor de Historias de las calles de Madrid (Editorial La Librería, 2021). Recaló en España rodeado por una cohorte de flamencos que impusieron sus leyes, en medio de un periodo de malas cosechas y de economía inestable. Su presencia trajo consigo el descontento popular.

Madrid, en paralelo y contagiada por Salamanca, Segovia, Valladolid o Toledo, se había convertido en un importante bastión de la revuelta de las Comunidades de Castilla. La rebelión se oficializó en la campa de Villalar el 23 de abril de 1521, pero antes, con el regreso del rey, ya convertido entonces en la figura principal del Sacro Imperio Romano Germánico, la actual capital tuvo que hacer frente a una tropa real, mucho más profesionalizada que la suya.

El licenciado Castillo y Juan de Zapata, conocido como "el arriesgado", inició la revolución comunera en Madrid. Por entonces, en 1520, Francisco de Vargas Vivero, miembro de una de las familias más poderosas de la ahora capital, era el regidor y alcaide del Alcázar de la ciudad. En el momento en el que el cerco comunero comenzó a presionar, principalmente desde el lugar en el que hoy se encuentra el Palacio Real y desde la Puerta del Sol, Vargas "temió por la tranquilidad pública", dice Antonio Capmany, y puso rumbo a Alcalá de Henares "en busca de tropas para guarecer la villa".

Lo que no calculó Vargas era que, con su partida, los Comuneros madrileños iniciaron su revolución al grito de "¡vivan nuestros hermanos! ¡Viva Padilla!", por lo que él no pudo volver a entrar en la ciudad. Las tropas del rey penetraron en la ciudad por la actual calle de Atocha, en concreto, por el área de la plaza de Jacinto Benavente, y desde la calle de Carretas, ocupada ahora por tiendas de ropa, bingos y establecimientos de comida rápida, procedieron a tomar el fortín que los soldados Comuneros habían defendido en la Puerta del Sol.

Una pareja baja la calle de Carretas hacia la Puerta del Sol, en Madrid.

Una pareja baja la calle de Carretas hacia la Puerta del Sol, en Madrid. / ALBA VIGARAY

Ante el bloqueo al que se vio sometido el alcaide para regresar a Madrid, su mujer, María Lago, se encargó de alentar a los rebeldes comuneros para que no se rindiesen. "Se daba tan buena maña en ayudar y aun en animar a que peleasen, que no hacía falta su marido, de tal suerte que ella era el amparo y defensa de la fortaleza", escribía el cronista Fray Prudencio de Sandoval en Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V.

Los Comuneros decidieron formaron una suerte de "parapeto ante este ataque del rey", sostiene Álvaro Llorente, fundador de la empresa Madrid en la palma de tu mano, que realiza visitas guiadas por Madrid. Esa defensa se compuso a base de "lo primero que encontraban, lo que tenían a mano". Y así, tomaron "carros, carretas y carromatos", señala, para construir una improvisada muralla que les sirviese para defender el territorio que habían tomado.

Pero esas carretas, que dan nombre a la calle, no fueron el único elemento empleado para este fin. Los Comuneros acudieron al Hospital de San Ricardo, que se encontraba en la trasera del edificio que hoy alberga la Presidencia de la Comunidad de Madrid y en el que descansaban los pacientes terminales. Las improvisadas tropas "utilizaron a enfermos como escudos humanos" para protegerse, afirma Rodríguez-Checa. Se trataba de "gente que ya estaba desahuciada y que no tenía otra posibilidad que pasar ahí sus últimos días", añade Llorente. 

"Como les quedaba poco de vida, les pusieron a defender las carretas, para poder aguantarlos lo que pudieron ante el embate de las tropas de Carlos", cuenta este experto en la historia de la capital. Finalmente, el movimiento comunero madrileño cayó derrotado, como ocurrió en el resto Castilla. 

La primera calle con aceras

Después de esta batalla, las aceras de la calle de Carretas quedaron cubiertas de los restos de los carros empleados como escudos ante las filas del rey. No fueron retirados hasta tiempo después.

La casualidad quiso que esas primitivas aceras que un día estuvieron cubiertas de fragmentos de carros se convirtiesen siglos después en las primeras construidas y reservadas a los peatones, junto a las de la calle Montera.

En este punto de la ciudad, se ubicó además la emblemática librería de Nicolás Moya, la primera de nuestro país especializada la medicina. Fue fundada en 1862 y, en 2019, colgó en sus cristales los carteles de "liquidación por cierre".

Antigua librería de Nicolás Moya, ya cerrada, en la calle de Carretas de Madrid.

Antigua librería de Nicolás Moya, ya cerrada, en la calle de Carretas de Madrid. / ALBA VIGARAY