MADRID

Baños públicos: la pesadilla que debería ser un derecho

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA comprueba que varios aseos públicos fijos de Madrid están prácticamente inutilizables

No poder utilizar el aseo tiene efectos negativos en la salud física y mental

Aseo público fijo con publicidad

Aseo público fijo con publicidad / EPE

Cualquier persona, en un momento dado, puede necesitar hacer uso de un baño antes de llegar a su casa. Las razones son fáciles de adivinar. Pero hay condiciones, como las enfermedades inflamatorias del intestino, que hacen que estos sean imprescindibles. Ante la urgencia, una de las opciones a acudir a un bar o restaurante. Claro que la mayoría exige consumir y no siempre se quiere o se puede. Otra opción es acudir a un baño público, pero para eso es necesario que estén a mano, sean utilizables y, en algunos casos, hay que llevar unas monedas encima. Una vía alternativa, para desgracia de los vecinos, es usar la vía pública. De ahí la importancia que tiene disponer de aseos públicos que no pongan en peligro la salud.

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Madrid

, los 27 baños públicos que había en 2016 eran realmente escasos en comparación con la población del municipio, que sobrepasa los tres millones. Para remediarlo, ese año el Ayuntamiento optó por impulsar la implantación de aseos públicos fijos con explotación publicitaria, sin coste adicional en ninguna partida presupuestaria. Están instalados en la vía pública de manera permanente (al contrario que aquellos portátiles que se colocan en situaciones concretas, como fiestas o carreras) y  "responden a criterios de diseño universal". Según la institución los puede utilizar todo el mundo y "son resistentes al vandalismo".

El acceso es temporizado con apertura automática de la puerta y "están equipados con inodoro y lavabo autolimpiables, secamanos, dispensador de jabón y de papel higiénico, mesa cambiador abatible para bebés, espejo antivándalos, papelera inodora, ventilación forzada mediante extractor silencioso y perchero", describen en su página web. También indican que "su limpieza interna se realiza mediante un sistema de autolavado y secado del suelo activado automáticamente tras cada utilización".

Todo suena bien, pero la realidad es bastante distinta en según qué zonas, como ha podido comprobar este periódico. De acuerdo al mapa que está publicado en la página web, uno de esos aseos se encuentra en la plaza de Jacinto Benavente. Pero en su lugar hay una mujer y un hombre orinando en plena calle. Son las 13.33 horas. El siguiente que visitamos está en Tirso de Molina. La puerta está rota. Un chico entra y trata de apretar al botón para encerrarse. Imposible. El retrete no llega a ser el de la película de 'Trainspotting', pero va camino de ello. Está atascado. Es inoperable.

Cambiador en un aseo público de Madrid.

Cambiador en un aseo público de Madrid. / EPE

El siguiente aseo público que visitamos está en el Paseo de la Infanta Isabel, frente al popular Bar El Brillante y junto a otras terrazas repletas de turistas. Es complicado imaginarse que ningún cuidador o cuidadora utilice el cambiador que tiene para su bebé. El próximo, en Colón, no tiene papel higiénico. Mucho más limpio están los baños que pertenecen al Ayuntamiento de Madrid, en Cibeles. Todos, incluso los más operables, desprenden un olor realmente fuerte. Eso sí, tienen hasta música.

Concesión de 118 millones de euros

El Ayuntamiento de Madrid tiene un contrato denominado 'Gestión del Servicio Público, modalidad de concesión de mobiliario urbano municipal informativo y otros servicios', cuya empresa concesionaria es Clear Channel S.L.U. Contempla, entre otros elementos, la fabricación, instalación y mantenimiento de todos estos aseos públicos con explotación publicitaria en la ciudad. En ese sentido, la limpieza depende de ellos.

El contrato tiene una duración de 12 años prorrogables y el presupuesto de licitación total es de cerca de 118.739.000 euros. La empresa explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que el aseo que estaba en Jacinto Benavente se ha trasladado a Vallecas por el vandalismo de la zona. Desde que decidieron que este servicio fuese gratuito, en abril del 2021, afirman que en algunas zonas han tenido problemas con el uso de los aseos.

Preguntados por la higiene, responden que, además del sistema de autolavado, se hace "una limpieza diaria" de cada uno y tantas sean necesarias en cuanto les llegan incidencias. También explican que la localización de estos aseos está pensada, sobre todo, para aquellos profesionales que trabajan más de ocho horas lejos de una oficina, como taxistas, conductores de la EMT o agentes de movilidad.

¿Cuándo un baño es apto?

Para que realmente sea un servicio público de calidad, hay que responder a la pregunta de qué determina que un baño se considere adecuado (o haya que escapar bien lejos de él). Varios investigadores de la Universidad Camilo José Cela y de la Universidad de Zaragoza pusieron en marcha un estudio para obtener la respuesta.

Su investigador principal, Guido Corradi, padece colitis ulcerosa desde hace casi ocho años y tiene claro que los aseos públicos fijos que hay en Madrid son "bastante terribles" de usar. "No cumplen, en general, las directrices de lo que encontramos en el artículo sobre lo que la gente valora en un baño, que es la intimidad (no puedes realmente cerrarlo y su localización hace que estés bastante expuesto); la usabilidad; y la higiene", asegura. Añade que muchas veces se hace un uso de ellos distinto al que se tenía pensado, algo en lo que también coincide la empresa.

"Con otro tipo de servicios público no toleraríamos la degradación que sufren los baños públicos"

Mucho mejor están los baños premium como los que se encuentran en la estación de Atocha. Eso sí, o llevas 50 céntimos en la cartera y sabes bien dónde están colocados, o puedes quedarte sin disfrutarlos. "Estás poniendo precio a la dignidad y a un servicio que no debería tenerlo. Es la excusa para seguir con la decadencia de los baños públicos", apunta el investigador. Una opinión publicada en The Lancet Gastroenterology & Hepatology advertía que la privatización de baños públicos es un retroceso.

Corradi está seguro de que "con otro tipo de servicios público no toleraríamos la degradación" que sufren los baños públicos. Más allá de Madrid, hay pueblos que no tienen y sitios donde los usuarios aseguran que les da miedo meterse tanto por la limpieza como por el uso que hacen de ellos algunos usuarios.

Con todo, el investigador de la Universidad Camilo José Cela explica que un uno por ciento de la población padece enfermedades inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa. Sumado ese porcentaje a todas aquellas personas que pueden tener problemas circunstanciales, como infecciones de orina, diarreas o una menstruación especialmente abundante, hay muchísima gente susceptible de ser dependientes del baño público. Prácticamente todos lo somos, matiza.

"Además, está demostrado que toda mejora que se haga en baños públicos, que muchas veces están enfocadas a colectivos más minorizados, terminan por afectarnos positivamente al resto de la sociedad", asegura.

Qué ocurre con aquellos que necesitan ir al baño sí o sí

No poder usar un baño tiene implicaciones a nivel de salud, tanto física como mental. Afirma que las enfermedades inflamatorias del intestino están asociadas con múltiples efectos psicológicos específicos, como la irritabilidad, el miedo y la ansiedad hacia el uso del baño.

Ya de por sí, una enfermedad como la colitis ulcerosa lleva aparejado dolor, cansancio e impotencia, como para sumar este extra. No poder usar los baños "está relacionado con conductas de evitación y de extrema planificación. Genera una presión, un malestar que es bastante evitable si el sistema urbanístico estuviera adaptado", declara. Provoca que, por ejemplo, las personas con estas patologías tengan que cambiar de planes o estudiarse la distancia de cada sanitario que tengan cerca.

Corradi también ha hablado con personas trabajadoras que sufren este problema. Lo de no ir al baño en horario laboral genera problemas, sobre todo, en las mujeres. Cuenta el caso de una empleada en un supermercado que debe registrar cada vez que dejan su puesto para ir al servicio. Su lista es visiblemente más amplia que la del resto de compañeros. Hay otros que directamente esconden los problemas.

El problema viene desde pequeños. Un trabajo sueco mostró que las personas en edad escolar (entre 6 y 16 años) tienen percepciones negativas sobre los baños de sus centros educativos y evitan usarlo. Un 16% nunca lo han utilizado para orinar; el 63% jamás para defecar. "Esto crea tabús y restricciones corporales. Se han publicado estudios que han asociado el inicio de problemas de encopresis o eneuresis, relacionados con el tránsito intestinal, con este ambiente escolar, en el que el baño no es un derecho tan básico como debería", asegura.

No ir al baño también está relacionado con el síndrome del tracto urinario inferior. Sin contar con que utilizar aseos realmente sucios pueden crear un problema de salud pública. Aumenta el riesgo de adquirir enfermedades infecciosas.

Ante la urgencia, Google Maps facilita el encuentro de un baño público, ya que muchos están indicados. También la app 'Where is Public Toilet' puede servir, especialmente para personas que están de viaje y no tienen muy controlados los sanitarios.