COMUNIDAD DE MADRID

La confrontación y el victimismo conceden a Ayuso un año triunfal

La presidenta define 2021 como el año del "agravio del Gobierno central hacia Madrid".

Gran parte de sus iniciativas legislativas se presentan para contrarrestar las políticas de Pedro Sánchez

Isabel Díaz Ayuso presidenta de la Comunidad de Madrid aplaudiendo

Isabel Díaz Ayuso presidenta de la Comunidad de Madrid aplaudiendo / CAM

Isabel Díaz Ayuso hizo una promesa cuando comenzó su segunda legislatura después de los resultados del 4 de mayo: no dejaría de dar una sola batalla ideológica. Ayer, al hacer balance de este 2021 volvió a repetir algo similar: el suyo es “un gobierno que dará todas las batallas por la libertad”. Entonces y ahora, el principal protagonista al otro lado de la trinchera siempre ha sido el mismo: Pedro Sánchez.

Ayuso ganó aquellas elecciones de hace 7 meses hablando de libertad, mostrándose víctima de un Gobierno central que atacaba todas sus decisiones pandémicas y víctima también de un socio de gobierno (Ciudadanos) que torpedeaba sus políticas. Desde entonces no ha dejado de repetir la misma estrategia victimista y ha sumado a sus batallas la interna, con Génova, pero culmina el año con un matiz fundamental: la confrontación. Ayuso crea un frente y lanza una llamarada por cada una de las balas que recibe o cree recibir.

En su equipo más cercano, reniegan de este calificativo y matizan: "No es victimismo, eso supondría quejarse de algo ilusorio. Lo que ella hace es denunciar lo que hay". Su política, explican, consiste en "describir" cuáles son las consecuencias de las políticas de Sánchez contra Madrid, que entienden que está claramente "discriminada" frente a lo que reciben Cataluña, Valencia, País Vasco o Cataluña.

El año del "agravio"

El caso es que la RAE define víctima como "persona que padece daño por culpa ajena" y la presidenta se defiende precisamente de la causa ajena. Ella misma ha definido así 2021, como "el año del agravio desde el Gobierno central hacia Madrid", centrando su mensaje de fin de año en los ataques del Gobierno, contra ella y contra Madrid, dibujando a un Sánchez que busca la división de los distintos territorios a costa, principalmente, de la región que ella gobierna, sea porque explora una descentralización de las instituciones públicas, porque beneficia, en opinión de Ayuso, a las comunidades gobernadas por su propia formación o sus socios en el Congreso o porque nutre con financiación "la ruptura de España". "Madrid ha recibido cero euros en los conceptos en que este Gobierno está alimentando la ruptura de España", mientras los socios de Gobierno de Sánchez y los independentistas "reciben un 40 % del Fondo de Liquidez Autonómica", dijo concretamente.

La presidenta madrileña sumó a estas declaraciones un resumen de toda su actividad a lo largo de este año, con cifras y proyectos en marcha (el 72% de los anunciados, según dijo), ensalzó todas sus políticas, medidas concretas e incluso procuró trazar una imagen de transparencia (más de 300 actos en agenda, 152 entrevistas concedidas a medios nacionales e internacionales, hasta 65 preguntas orales respondidas en la Asamblea de Madrid o 10.000 cartas de ciudadanos respondidas) que claramente pretendía contraponerse a las críticas que ha recibido Sánchez durante la pandemia por sus contadas comparecencias en el Congreso, evitar el debate del estado de la nación o sus intervenciones sin preguntas.

El discurso frentista de la Comunidad se ha traducido a lo largo de estos meses en una batería de iniciativas legislativas autonómicas que pretenden contrarrestar las aprobadas o anunciadas por Sánchez en materia de educación, fiscalidad, economía e incluso sanidad, habiendo sido las medidas sanitarias contra la pandemia y su conciliación con la economía las que han enfrentado sin descanso a ambos gobiernos a lo largo del año.

En su balance de año Ayuso aseguró que seguirá con sus políticas, principalmente las económicas, "ahondando en la reducción de trabas burocráticas y de impuestos", con la idea de seguir del lado de "las clases medias, con todos los ciudadanos, con los contribuyentes, para evitar que algún premio Nobel de economía en el Gobierno de España pretenda subirle los impuestos a todos los madrileños".

La rentabilidad de la bronca

Esta estrategia, que pasa de víctima a atacante y defensora de Madrid, a Ayuso le va bien. La oposición no coincide en el agravio ajeno, pero sí en que este ha sido un año de pelea, frentes y confrontación. "2021 se ha caracterizado por la bronca permanente", apunta el secretario general del PSOE de Madrid, Juan Lobato. "Bronca con el Gobierno de España, con otras Comunidades Autónomas, con empresarios, con sindicatos, con el Papa... la bronca ha sido uno de los pilares que ha fundamentado la acción de gobierno de la Comunidad de Madrid", pero le lleva a obviar, según el dirigente socialista, "lo que sí es su responsabilidad y competencia".

Mónica García, portavoz de Más Madrid y líder de la oposición en la cámara autonómica, también cree que Ayuso vive "instalada en la confrontación permanente" y que lo hace porque "prioriza sus intereses personales y partidistas" sobre los madrileños.

Buscar el enfrentamiento con el Gobierno cuando este es de signo contrario es habitual en la política española, no es de uso exclusivo de Ayuso, pero a ella le sale especialmente rentable. En la calle se tradujo primero en aquel triunfo del 4-M en el que duplicó el número de diputados y le permitió eliminar a Ciudadanos de la Asamblea para poder gobernar en solitario. Después de su investidura, la consecuencia es que los ciudadanos la reciben con aplausos y peticiones de selfies allá donde va, tanto en los distintos municipios de Madrid como en los actos de partido, no exentos de polémica por el frente que también tiene abierto con Génova. "Ella es clara en sus planteamientos y los expresa de manera llana", apuntan en su entorno, "la gente entiende lo que dice" y esa puede ser una de las claves de su éxito.

Ese éxito en las calles que percibe en sus actos públicos es precisamente lo que, junto al aval de los resultados del 4 de mayo, lleva también a la presidenta a plantar batalla en su propio partido y a exigir que le dejen ser presidenta del partido en la Comunidad. La pugna por este cargo interno lleva sobre la mesa desde el mismo día en que Ayuso ganó sus últimas elecciones y, aunque tanto ella como su afines han bajado el tono en las últimas semanas, insistiendo en que aceptará la fecha que Génova decida imponer para la celebración del congreso del PP de Madrid, es una guerra que tampoco piensa abandonar ni perder.