ENTREVISTA

Tino Fernández (cantante): "No me fui de Parchís con ánimo de joder a nadie"

El líder de Parchís, considerado el grupo infantil más famoso de todos los tiempos, relata su historia en esta entrevista

Tino Fernández habla de la historia de Parchís.

Tino Fernández habla de la historia de Parchís. / CEDIDA

Madrid

A finales de los ya lejanos años setenta, la discográfica Discos Belter tuvo la brillante idea de montar un grupo infantil con el que hacer algunas actuaciones en televisión y conciertos durante las vacaciones escolares de 1979. Y así fue como surgió Parchís, que antes de que acabara ese año había grabado ya un disco, actuado varias veces en el programa Aplauso de TVE y alcanzado una popularidad sin límites. Lo esperable, pues Tino, Yolanda, Gemma, David, Óscar y Frank, los Parchís, cantaban bien, tenían encanto y carisma a raudales, eran fotogénicos, sabían moverse sobre el escenario y no eran repelentes.

"Todos estábamos enamorados de Yolanda, la ficha amarilla", comenta el periodista Omar Jurado en su libro La ficha roja de Parchís. Conversaciones con Tino. "Y todos queríamos ser Tino, la ficha roja, el líder del grupo, el chico con cara de dibujo manga que conquistaba a chicos y mayores con su mirada pícara y descarada, su sonrisa y su desparpajo. Parecía que Tino era un chico feliz, el mayor del grupo, que siempre ponía un poco de orden y era el guía para sus compañeros. Al verle sobre el escenario, pensábamos que aquel chaval molaba mogollón y seguro que también ligaba un montón".

Nadie se resistía a Tino pero, ¿cómo era aquel muchacho en realidad? La respuesta se encuentra en el mencionado ensayo, donde Jurado guía a Tino en su relato vital, y lo convierte en una historia casi contada en primera persona y sin tapujos, con el habitual desparpajo del cantante barcelonés. Aprovechando su lanzamiento, EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ha tenido ocasión de charlar con Tino.

Supongo que no seré el único que le había perdido la pista. ¿Qué es de su vida?

Llevo una vida normalísima, alejada de los focos y muy dedicada al cuidado de mis padres, que son mayores.

¿Pero se ha retirado de la música?

Imagino que eso del retiro es una postura que uno adopta con convencimiento en un momento determinado. Yo, en realidad, no me he retirado de nada. De hecho, esporádicamente me han ido pasando cosas como en su momento fue lo del documental sobre Parchís, el GiraTour que hicimos en 2019 y que tuvo que terminarse por la llegada de la pandemia o este libro que ha salido hace unos meses.

¿Cómo explicaría lo que fue Parchís a alguien que nunca haya escuchado hablar del grupo?

Creo que lo de Parchís fue algo bastante casual. Con independencia de que la compañía de discos tuviese un plan, era algo que en aquellos momentos sonaba a ciencia ficción, porque no existía ningún grupo de niños cantando para niños. Había algo híbrido, como podían ser los famosos payasos de la tele o Teresa Rabal, gente mayor cantando canciones infantiles. Y también estaban Enrique y Ana, aunque no sé si hoy tendría mucho recorrido un señor mayor que canta con una niña pequeña.

Los cinco miembros de Parchís.

Los cinco miembros de Parchís. / CEDIDA

Lo nuestro fue una apuesta de la compañía de discos Belter. Y creo que una de las razones principales del éxito que tuvo Parchís fue que era muy fácil que el público se pudiese identificar con cualquiera de nosotros. Los cinco críos teníamos personalidades distintas y atendíamos a sectores diferentes, así que era muy fácil que cualquier crío se pudiese identificar con uno u otro. Bueno, eso y que realmente tendríamos gracia. Además, las primeras producciones de Parchís están grabadas con músicos de verdad, con orquestas que te cagas.

Más de uno opina que Parchís fue un mero producto de marketing que se le fue de las manos a Belter y se convirtió en un fenómeno social.

Estoy completamente de acuerdo en que nadie pensaba que Parchís iba a obtener las cotas de éxito y fama que finalmente adquirió. Aquello fue una apuesta de la compañía, que al principio pensó 'Bueno, vamos a grabar un primer LP doble y a hacer un par de programas de televisión, y a ver qué pasa'. Y a partir de ahí saltó la chispa. En nuestro caso también sumó y ayudó mucho el hecho de que, aprovechando el éxito de las canciones, hiciésemos películas, ¿no? En La guerra de los niños, si te das cuenta, intervenimos con diálogos y demás tres chicos, mientras que los otros dos se unen solamente en los momentos musicales. Los guiones de las siguientes pelis sí se escribieron ya pensando en los cinco. Esto es algo que también nos ayudó a adquirir mayor proyección internacional. Se dieron unas benditas casualidades que finalmente desbordaron las previsiones de la compañía.

En aquellas giras por Latinoamérica se soltaron bastante la melena, ¿no?

¡Imagínate! Éramos un grupo de críos preadolescentes, a miles de kilómetros de casa, gozando de un éxito inusitado y con el cariño de un montón de gente. Aquello fue bastante liberador, sí. O al menos así lo viví yo. Te encuentras un poco viviendo en una nube. Todos los adultos que te rodean tratan de que estés contento, de que sigas sonriendo para que la máquina del dinero siga funcionando. Podía haber sido chungo, porque estábamos fuera del control de los papás y la compañía de discos iba al negocio, sin preocuparse por el tema personal. Sin embargo, todos estamos hoy relativamente bien [risas].

¿Fue duro descubrir que la discográfica les estafaba?

Esto yo lo he descubierto ya de adulto, muchos años después. En aquel momento era un crío y ni se me ocurría estar pendiente de eso. Pero ni yo ni mis padres. De hecho, a mis padres los citaba Belter cada seis meses, cuando hacían la liquidación de los royalties y el dinero de las giras, y les presentaban un talón con cantidades que ellos no habían visto juntas en toda su vida. Ellos se iban a casa más que contentos, independientemente de que hubieran estafas millonarias, que las hubo. Cuando me entero de eso ya a toro pasado, porque al final hablas con gente que perteneció a la compañía de discos y te cuenta, me digo '¿qué es lo que puedo hacer ya?'. Y es que no puedes hacer nada, porque esto pasó hace un montón de años. Al final pones en la balanza las cosas que el grupo me ha aportado y las que me ha podido quitar, y en mi caso es mucho más importante todo lo que me ha ofrecido Parchís a nivel de enriquecimiento personal, viajes,... Pero sí, claro que me hubiera gustado que me pagaran diligentemente aquello que me correspondía.

El cantante Tino Fernández de joven.

El cantante Tino Fernández de joven. / CEDIDA

En el libro comenta que con 13 años se acostó con la empleada de la discográfica que les acompañaba en las giras, que tenía 29 y estaba casada. ¿Qué tipo de relación entablaron?

Para mí, una de amor absoluto. Me enamoré de ella como un lerdo. Pero, como trato de plasmar en el libro, guardo un grandísimo recuerdo de ello. Pienso que, dependiendo de cómo hubiera sido la otra persona, a saber qué traumas me podría haber dejado a mí eso… Aunque entonces pensara que también ella se había enamorado de mí, y en realidad esto no fue así, porque estaba casada y tenía un hijo, cuento que me trató bien, me hizo sentir importante y feliz.

¿Y por qué se acabó esa historia? ¿Se enteró alguien del asunto?

Hasta donde yo sé, y digo esto porque no he vuelto a tener relación con ella desde aquella época, nadie se enteró de lo nuestro hasta que yo quise explicar un poco cómo ha sido mi vida en estos primeros 57 años. Fue algo que ambos mantuvimos en secreto y que luego, por circunstancias de la vida, se quedó ahí. Nunca llegó la sangre al río, con independencia de que en su día hubiera muchas sospechas por parte de determinadas personas de nuestro entorno.

Viendo el documental que Netflix dedicó a Parchís se percibe que algunos de sus antiguos compañeros no le guardan especial cariño. ¿Fue por su decisión de abandonar el grupo?

Ese fue evidentemente un punto de inflexión. Nos encontrábamos en un momento en el que la compañía de discos y todas las personas que rodeaban a Parchís estaban en negociaciones con la Disney y con Warner para lanzarnos en Estados Unidos, cantando en inglés y demás. Pero yo a los 15 años tenía otro tipo de inquietudes.

Lo de Parchís y Una casita en Canadá había estado fantásticamente bien durante cuatro años, pero con 15 me apetecía cantar otro tipo de letras. Fui el primero que se hizo mayor porque, de hecho, era el más mayor de todos. Decidí plantear mis inquietudes a la compañía y ellos entendieron que podía ser viable que iniciara una carrera en solitario. Fue entonces cuando entró otro chico en el grupo. Pero claro, ahora me pongo en la piel de mis cuatro compañeros e imagino que a mí también me habría sentado mal esto. Aunque insisto, no me fui de Parchís con ánimo de joder a nadie.

También les fastidió enterarse de que, desde el principio, usted se había estado llevando un mayor porcentaje de las ventas.

Eso fue un planteamiento de la propia compañía de discos. Lo decidieron muy al principio, antes de que hubiéramos empezado a funcionar. Son temas que, además, trataban mis padres, puesto que eran ellos quienes, en calidad de tutores legales, firmaban mis contratos. El director de la compañía les dijo 'A su hijo le vamos a pagar un porcentaje mayor porque, al ser el mayor del grupo, va a llevar un poco la voz cantante'. El resto de mis compañeros se enteraron de esto 25 años después, cuando Parchís estaba ya más que finiquitado. Sucedió después de que Belter cerrara y se volviera a abrir el sello con otro nombre, Divucsa. Cuando esta compañía estaba negociando con los componentes una actualización de aquellos contratos jurásicos que se firmaron en su día, el director preguntó '¿Qué hacemos con esto?'. Fue él quien lo planteó. Y yo dije 'Bueno, si a ellos les parece bien, esto que me dais a mí de más lo repartimos entre los cinco y se acabó'. Supongo que el hecho de enterarse, ya siendo adultos, de que yo estaba ganando más dinero que ellos también les puede haber jodido.

¿Cree que todavía le guardan rencor?

Es evidente que sí, que hay determinados miembros del grupo que no han superado ciertas vicisitudes y siguen anclados en el pasado. Yo lo lamento mucho, pero no puedo hacer nada. Lo que tampoco voy a hacer es pagarles el psicólogo

Aun así, en 2019 aceptaron protagonizar juntos una gira de reencuentro. ¿No volaron entonces los cuchillos?

No, no. Más bien al revés. Los organizadores de esa gira, que por cierto ya habían hecho un intento antes pero no habían tenido éxito, decidieron negociar por separado con cada uno de los miembros de Parchís. Dijeron ‘El que quiera apuntarse que se apunte y el que no, que se quede en casa’. De hecho, de los cinco miembros originales, hubo uno, David, que no vino al GiraTour porque no llegó a un acuerdo con ellos.

Por otro lado, y a pesar de las movidas, hubo un punto de inflexión que fue cuando [en 1998] tuve aquel accidente [a consecuencia del cual perdí el brazo izquierdo]. Después de mucho tiempo sin estar en contacto, volvimos a retomarlo de alguna manera y yo les agradecí el hecho de que se interesaran por mí. Pero no, en esa gira no volaron los cuchillos, ni mucho menos, porque yo ni sabía lo que ganaba el resto, ni tampoco me interesaba. Y tampoco hubo problemas a nivel artístico. En ese momento todos tiramos adelante, nos llevamos bien y ensayamos sin problemas.

Su carrera como solista no terminó de funcionar. ¿Por qué cree que fue así?

Por dos aspectos fundamentales. Primero, porque lamentablemente no soy Alejandro Sanz, que es un gran cantante y compositor, y uno también tiene que ser consciente de sus limitaciones. Y segundo, porque el lanzamiento coincidió con mi incorporación a la mili. Me tocó cumplir un año de barrigazos y guardias nocturnas en Zaragoza. Esto me partió en dos, porque entonces estaba justo empezando mi carrera en solitario, había conseguido ser disco de oro en México y Argentina y la cosa iba funcionando. En ese periodo aparecieron en el panorama Alejandro Sanz y alguno más, y ya sabes que a rey muerto, rey puesto.

Y acabó vendiendo enciclopedias a puerta fría. ¿Fue esto un golpe al corazón de su ego?

No supuso ningún golpe. Las dificultades son las que son, pero me considero una persona bastante pragmática, algo que por cierto he heredado del carácter de mi padre. Tras acabar la mili quise ver cuáles eran las opciones. Compré un periódico, miré las páginas de anuncios clasificados y me puse a hacer entrevistas. Me presenté en Artel, uno de los pocos sitios donde me dijeron ‘Vale, venga usted al día siguiente’, y allí pasé alrededor de diez años trabajando. Empecé desde abajo y llegué a ser accionista de la compañía. Y además allí conocí a mi esposa Eva [Artigas], así que puedo decir que me aportó cosas muy importantes.

Dice que en 2019 se separó de su mujer tras enamorarse de una fan mexicana por la que empezó una nueva vida al otro lado del charco. ¿Por qué no cuajó aquella historia?

Porque las cosas van como van. La vida es así, y las personas somos como somos.  Existen una infinidad de variables que, de conocerlas antes de emprender la aventura, seguramente no lo haríamos, pero que se van dando en el día a día. Y bueno, aquello no funcionó.

¿Hubo algún reproche por parte de Eva cuando quiso volver con ella?

Si los hubiera habido, no hubiéramos vuelto. Y si los ha habido, los estamos limando todos los días. Esto también es un proceso. Obviamente, en ese momento ella no era la persona más feliz, ya que era algo que no esperaba después de tantos años. Y yo tampoco, sinceramente. En su momento veíamos cómo a nuestro alrededor iban cayendo torres de matrimonios formados por amigos que habían empezado a la vez que nosotros. Entonces decíamos ‘Coño, nosotros aún estamos aquí’. Y de repente, ¡zas!, me vi envuelto en la misma circunstancia que ellos. Con esto, lo que la vida me enseña es que las relaciones tienes que construirlas todos los días, que no puedes dar por hecho absolutamente nada. Me gustaría decir que estoy muy agradecido a Eva, mi esposa, porque me ha demostrado que me quiere y que, independientemente de mis decisiones y de mi mala cabeza, siempre ha estado ahí y lo sigue estando.

¿Es cierto que no ha tenido hijos por convicción?

Así es. Por mi convicción, más que nada. A ella le hubiese encantado tenerlos. De hecho, Eva siempre ha dicho que me eligió porque, cuando trabajaba como secretaria de Artel, veía cómo jugaba yo con los hijos del delegado que teníamos en Zaragoza y se me daban muy bien los niños. Y es verdad, pero se me dan bien los niños de los demás, y cuando es para un rato. Mi hermana tiene ocho hijos y a veces también me los traigo conmigo un fin de semana, pero más, no. Y además lo hago sabiendo que esos niños tienen sus padres y que mi responsabilidad para con ellos es limitada. A lo mejor soy muy egoísta, pero no estoy dispuesto a poner en riesgo todo lo que tengo introduciendo en nuestra relación, que ya está perfectamente controlada, una variable como esa.

Y en el caso de haberlos tenido, ¿le habría dado miedo que quisieran convertirse en estrellas infantiles como su padre?

Bueno, esta es otra hipótesis. La verdad es que no lo sé. De entrada, improvisaría sobre la marcha. Si se diera ese remoto caso, iban a tener que estar supervisados. De la misma manera que ahora me puedo ocupar de mis padres, con más razón me ocuparía de mi hijo. No los abandonaría, ni los dejaría solos o al abrigo de cualquiera que, aunque seguramente los querría mucho, nunca los querría como su padre o su madre. Creo que es fundamental, sobre todo en esos primeros años, que un niño, un hijo, cuente con la supervisión, el cariño y el amor absolutamente desinteresado de sus padres. En cualquier caso, si el niño tuviera aptitudes o sintiera interés por este mundo, no iba a ser yo quien le cortara las alas. Pero sí trataría de que no se dieran las cosas que yo he tenido que vivir y que no me han parecido correctas, sobre todo ahora que lo veo todo con perspectiva. Y poco más se puede hacer, desde luego.