LA VIDA CONTIGO

“Los primeros ‘influencers’ de los niños son las familias”: ¿Hay que educar a los menores en la sexoafectividad?

“Hay que dotar a los jóvenes de herramientas emancipadoras y centrarse mucho en que se conozcan, se acepten y se disfruten”, asegura la pedagoga Erea Devesa

La pedagoga Erea Devesa.

La pedagoga Erea Devesa. / Pablo Hernández Gamarra

Ana Blasco

La pedagoga y sexóloga Erea Devesa, con su charla "Educar en la sexoafectividad”, explica la importancia de enseñar desde pequeños a romper el tabú y acabar con los mitos e ideas erróneas al respecto del asunto.

¿Desde qué edad hay que educar en la sexoafectividad?

Desde siempre. No se puede no hacer. La sexoafectividad afecta a toda la población en cómo nos relacionamos, quiénes somos, cómo nos expresamos... Una buena parte de la educación funciona por imitación. Siempre estamos educando. Educar en sexoafectividad también lo hacemos con el lenguaje, los juguetes y juegos...

¿Cuáles son los principales errores que cometen los padres?

Muchas veces no somos conscientes de que sobre la sexualidad, al haber sido tabú la mayor parte de la historia, hay un montón de mitos y de ideas erróneas que igual requieren del ejercicio explícito de ver si son ciertas o no. Muchas veces tendemos a reproducir cosas que hemos recibido o aprendido porque no nos hemos parado a cuestionarlas. Hay muchas fake news, ideas asociadas al amor romántico... Todo está plagado de ideas erróneas. Eso requiere estar en alerta para pensar si lo que estamos haciendo lo hemos cogido en automático. Luego, las familias tendemos a ese rol vertical que en ocasiones es necesario para poner límites a los niños y niñas, pero otras no favorece espacios de comunicación, los limita. Son dos de los puntos más importantes: evitar los juicios para abrir canales de comunicación en los que los niños y niñas puedan sentirse en un espacio de seguridad para preguntar, para comunicar, para trasladar sus inquietudes y sus dudas; y el autocuestionamiento.

¿Cómo detectar lo que es erróneo si lo tenemos tan asumido?

Hay que cuestionarlo absolutamente todo. Es necesario formarse, buscar información contrastada. En la educación sexual hay muchísimo intrusismo. La gente establece dogmas

su propia vivencia y esto es un problema. Hay que tener siempre algún tipo de referencia a la que acudir ante dudas.

Ahora las redes sociales juegan un papel importante para los padres en cuanto a acceder a referentes de forma cómodo.

Las redes sociales funcionan como fuentes de información, pero también de desinformación y de expansión de ideas erróneas. Al final no dejan de ser unas herramientas que pueden ser

a para fines deseables o para otros que no lo son tanto. Es importante que si las usas como fuente de aprendizaje, sigas a personas que realmente estén formadas, que tengan un criterio bueno sobre el tema del que están hablando.

¿Qué claves deberían tener presentes los padres?

Los primeros influencers de los niños van a ser las familias. Tienen que cuestionarse sus propios comportamientos para poder ofrecer referentes que sean saludables y que promuevan una sexualidad sana. Muchas veces se tiende a sobreproteger y no podemos introducir a los niños a las niñas en burbujas que les aíslen del mundo. Si sabemos que no siempre vamos a estar ahí para evitar según qué cosas, tendremos que dotarles de herramientas que sean emancipadoras, que les den la capacidad de enfrentarse a las situaciones. Hay que darles la mayor autonomía posible y centrarse mucho en que se conozcan, se acepten y se disfruten.

¿Con “dotar de herramientas emancipadoras” se refiere a darles información, conocimientos?

A que desarrollen una conciencia crítica, aptitudes, una educación en valores... Ayudarles a razonar, a comprender las cuestiones, a trabajar las emociones... Si tú no vas a estar siempre, dotarles de asertividad para que sepan poner sus límites o educarles en la empatía para que vayan a actuar de forma respetuosa con todo el mundo.

¿Cómo ve a las nuevas generaciones?

Hay absolutamente de todo. Sí que hay ideas que parecían medio abandonadas, como algunos mitos del amor romántico o situaciones de resistencia hacia la igualdad, y ves que se siguen reproduciendo. Pero depende mucho. Hay centros en los que se trabaja un montón y se nota y en otros hace falta hacer mucho más. Si me tuviese que polarizar, me quedaría con que van a mejor. Los adultos tendemos también a tener una visión de que lo que hace la juventud es peor. Han avanzado mucho en muchos aspectos; en otros, no tanto. Lo que nos llaman la atención son nuevas expresiones de lo que ya estaba antes. Es un trabajo de fondo.