AUTOESTIMA Y AMOR PROPIO

¿Cómo decir que no cuando quieres decir no?

Es importante evitar desplazar las necesidades personales por complacer a los otros

Respuesta positiva

Respuesta positiva / Pixabay

Andrea San Martín

Andrea San Martín

¿Expresas tu opinión de manera firme o te cohíbes? Si la respuesta refleja un comportamiento sólido y estable, enhorabuena, eres una persona asertiva. La asertividad es saber saber decir que no con el menor coste emocional posible para el otro y para uno mismo. Tener esta habilidad social permite expresar abiertamente y de manera adecuada -sin hostilidad ni agresividad- las emociones frente a otra persona.

Seguramente alguna vez has dicho que sí cuando querías decir no. Por ejemplo, ir a hacer senderismo con tu pareja aunque no te apetezca por temor a que se enfade, cuando en realidad hubieras preferido pasar el domingo en casa viendo una serie. O asistir a esa comida familiar o de empresa por puro compromiso.

No atreverse a decir que no por miedo a contrariar, a que nos excluyan o que el otro se moleste hace que dejemos atrás nuestros deseos y pongamos en la última posición nuestras demandas. Y esto "acarrea consecuencias psicológicas graves", explica Curro Cañete, autor del libro El poder de confiar en ti, a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del Grupo Prensa Ibérica.

Por lo que, si no se maneja bien en el tiempo, la falta de asertividad puede acarrear problemas psicológicos e incluso enfermedades, ya que se desplazan las necesidades personales por complacer a otros. "Hay gente que no entiende que cuando se dice que no a algo, se está diciendo sí a otra cosa. Decir que no con cariño y no ser borde evitará dejarnos tirados a nosotros mismos". La idea es que se puede decir que no a ese plan que propone un amigo argumentando que no tiene nada que ver contigo y proponiendo hacer otra cosa en otro momento.

Decir no a tiempo evita episodios desafortunados y, además, te da información de la otra persona y de cómo va a reaccionar ante esa negativa. Pero la falta de asertividad no sólo puede producirse en las relaciones interpersonales sino también con nosotros mismos. Hay momentos en los que tenemos que establecer límites. La psicóloga clínica especializada en gestión emocional, Elena Daprá, aconseja comunicar a nuestro interlocutor qué es exactamente lo que queremos y lo que necesitamos, aunque cueste hacerlo.

"La rabia, la frustración o la ira son emociones desagradables que podemos sentir si no se establecen límites", indica. Por eso hay que identificar los derechos asertivos tanto en nosotros como en los demás, y trabajar en fórmulas de gestión emocional como la técnica del disco rayado, que consiste en repetir una y otra vez el argumento con un “no”, o el juego de la asertividad, es decir, el de la negociación, para delimitar hasta dónde y con qué uno se siente cómodo. Nuestros comportamientos y nuestras decisiones muestran al resto cómo queremos que nos traten.

¿Cuántas veces hemos dicho yo no permitiría esto a nadie?

Daprá sugiere identificar cuándo se ha traspasado un límite y frenarlo sin coste emocional. "Es un ensayo diario durante toda la vida", recuerda. Porque los límites que peor llevamos son los que nos ponemos a nosotros mismos y ese autocontrol marcará la línea del respeto.

Mientras, el profesor de psicología E. Lakin Phillips, en su libro La base de las habilidades sociales de la psicopatología, habla del grado en que uno "se puede comunicar con los demás de manera que satisfaga los propios derechos, necesidades, placeres u obligaciones sin dañar los derechos, necesidades, placeres u obligaciones de la otra persona"

Cuando tengas claro que quieres decir que no, entonces dilo con amor

— Curro Cañete, autor del libro 'El amor comienza en ti'

Hay gente que no se atreve por miedo a ser rechazado, pero si se afronta esa negativa con deportividad tendremos una mayor paz interior. "Sentirse bien cuando nos dicen que no, permite que nos sintamos libres para pedir", asegura Cañete.

Incluso cuando nos dan el visto bueno, se sabrá que es sincero y será de mayor ayuda. Porque, a veces intentamos que esa persona cercana a la que le pedimos un favor esté disponible y predispuesta, y no siempre es así. ¿No será mejor compartir un plan con alguien que esté al 100% por la labor?

La rabia, la frustración o la ira son emociones desagradables que podemos sentir si no se establecen límites