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Así puedes reducir el consumo de carne (aunque no seas vegano)

España es el segundo país de Europa y el décimo a nivel mundial en consumo de carne, 49,86 kilos por persona, una cifra muy por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recomienda 21 kilos anuales

El estante de carne de un supermercado en una fotografía de archivo

El estante de carne de un supermercado en una fotografía de archivo

S. C.

Reducir el consumo de carne se está volviendo en un propósito cada vez más común entre los españoles. Los motivos son diversos y no todos tienen que ver con el veganismo o el vegetarianismo. Muchas personas quieren comer menos carne por motivos de salud, para cuidar el planeta o para luchar contra las macro granjas y el maltrato animal.

Consumir menos carne puede tener grandes beneficios para el planeta. Según la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, la industria cárnica produce 1,6 giga toneladas de Co2. Es decir, es responsable del 14,5% del total de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Eso quiere decir que reducir la producción de carne reduciría también la contaminación que se producen el planeta.

Concretamente, España es el segundo país de Europa y el décimo a nivel mundial. 49,86 kilos de carne por persona, una cifra muy por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recomienda 21 kilos anuales. Por lo que bajar el consumo de carne no solo es bueno para el planeta, sino para la salud. Entre los beneficios se incluyen un menor riesgo de diabetes y presión arterial alta o una mejor microbiota.

Es la asignatura pendiente de muchos españoles. Pero las clave para conseguirlo son la planificación y el tiempo.

1- Ir poco a poco

Al principio empezamos muy motivados comprando esas espinacas que nunca nos han gustado y asegurando que esa noche las cenaremos. Pero esa es la receta del fracaso. El resultado suele ser pasar de esa verdura y acabar pidiendo una hamburguesa. Si hemos sido unos carnívoros convencidos, no podemos quitar la carne de repente y sustituirlas por unas verduras que quizás no sabemos como cocinar para que sepan ricas. La clave es ir poco a poco.

Lo mejor es empezar eliminando la carne de los sitios en los que menos se note. Elige tomar un sándwich de atún en lugar de uno de jamón, echa huevo en lugar de pollo a las ensaladas...Son pequeños cambios que no se notan en exceso, pero que pueden suponer un buen principio.

2- Planificación

Si iniciar un determinado tipo de dieta cuesta, lo mejor es evitar las tentaciones. Si en la cocina no hay verduras y legumbres, es fácil que puedas coger ese filete que te quedó en el congelador. Así que la lista de la compra es tu mejor amiga. Lo más fácil es pensar un menú por adelantado para saber exactamente lo que hay que comprar, pero si eres más intuitivo simplemente tienes que asegurarte de que llenas la cesta de la compra llena de productos no cárnicos: pescados, legumbres, huevos, carnes vegetales, verduras, frutas...

3- Porciones

Reducir las porciones puede ser una de las formas más sencillas de comer menos carne, ya que prácticamente no supone ningún aprendizaje. Si decides comer una crema de verduras de primero de segundo y un filete de ternera después, reduce el filete a la mitad y come más crema o añade una fruta de postre. Si haces un guiso de pollo con patatas y verduras, reduce los pedazos de pollo y añade más de la guarnición. Media pieza de carne es siempre mejor que una pieza entera.

Poco a poco, de forma intuitiva, lo mejor es que llegues a reducir la carne un 50% aumentando en esa misma proporción otros alimentos. Si te preocupan las proteínas, puedes sustituir esa porción de carne por proteínas vegetales: habas, garbanzos, lentejas, soja, huevo... Y así puedes combinar carne con proteína vegetal y verduras. Las legumbres son tus mejores aliadas para consumir proteína sin consumir carne.

El último paso sería pensar en la carne como si fuera una guarnición, no un plato principal. En lugar de comerte un pollo asado, piensa en hacer unas fajitas con arroz, verduras y unas cuantas tiras de pollo, por ejemplo. En vez de una hamburguesa de ternera, piensa en un revuelto de garbanzos con verduras y unos cuantos daditos de carne.

Imagen de archivo de una hamburguesa vegana

Imagen de archivo de una hamburguesa vegana / Pexels

4- Platos sin carnes que ya conoces

No podemos olvidarnos de que hay muchos platos habituales en la gastronomía mediterránea que no contienen carne: tortilla de patatas, arroz a la cubana con huevo, gazpacho, cremas de verduras, ensaladas, croquetas de bacalao, pescado al horno, atún a la plancha...Piensa en todos los platos que ya conoces y que no llevan carne e intenta incluirlos más en tu dieta

5- "Vegetarianiza" tus platos

Llegados a este punto es un buen momento para investigar sobre recetas vegetarianas e, incluso, comenzar a introducir carnes vegetales en el plato como pueden ser el tofu, el seitán o a soja texturizada, las que más fácilmente se encuentran en supermercados y herbolarios. Es importante consultar recetas ya que estas carnes se cocinan diferente a la carne y muchas, como el tofu, necesitan coger el sabor de especias o marinados. No es que las carnes vegetales no sepan a nada. Simplemente hay que cocinarlas de forma diferente.

Una vez investigues, puedes pasar a a 'vegetarianizar' tus platos. Algunos ejemplos serían cambiar la boloñesa de carne por una de soja texturizada, hacer hamburguesas de legumbres o albóndigas de seitán. No es que la carne vegetal tenga el mismo sabor que la carne, pero puede ahcer que lo olvides.

6- Un día sin carne

Un día sin carne es mejor que ninguno. Si de forma progresiva has ido introduciendo todos estos consejos para reducir la carne de tu dieta, llegará un momento en el que puedas pasar un día entero de cada semana sin comer ninguna proteína animal. Sin carne, pescado, huevos, o lácteos. Es decir, 24 horas en las que tu dieta se base en verduras, legumbres, proteínas vegetales y frutas.

Para desayunar se puede optar por una simple tostada con mermelada y un café con leche vegetal o un té. Para algo más elaborado se pueden preparar unas tortitas sustituyendo la leche por bebida vegetal y el huevo por puré de plátano, por ejemplo. En la comida y la cena, lo mejor es optar por las legumbres, las verduras y las carnes vegetales. Y entre comidas, fruta.