El doble asesino de Parla, condenado a 36 años de prisión por el apuñalamiento mortal en un bar de Madrid

Ángel B. G., el doble asesino de Parla, ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 36 años de prisión por apuñalar hasta la muerte a dos personas en un bar. Un establecimiento en el que estuvo consumiendo alcohol y jugando a las tragaperras hasta altas horas de la madrugada y en el que terminó arrebatando dos vidas: la de Rubén, el dueño, de 62 años, y la de José Ángel, más conocido en el barrio como 'El Maño', de 51 y también cliente asiduo de La Espuela. La policía terminó localizando al asesino gracias a que aparecieron las llaves de su taxi en medio de un charco de sangre en el suelo del local.

En la sentencia, a la que ha tenido acceso El Periódico de España, se le condena a 18 años de prisión por cada uno de los dos asesinatos, aunque legalmente no podrá cumplir más de 30, y a pagar indemnizaciones por valor de 220.000 euros a los familiares de los fallecidos. Además, una vez que salga de la cárcel, deberá vivir cinco años bajo libertad vigilada.

Ángel, que trató de borrar sus huellas provocando un fallido incendio en el bar, aseguró durante el juicio que tenía "lagunas" temporales en sus recuerdos acerca de lo que sucedió aquel día a causa del alcohol, pero la investigación ha demostrado que las dos víctimas fueron brutalmente apaleadas, apuñaladas y degolladas por él. Y, después, intentó provocar un incendio en el bar que resultó fallido para borrar su rastro.

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El doble asesinato

El crimen tuvo lugar el 27 de diciembre de 2021, y, como relató el vertical de Sucesos de Prensa Ibérica en el arranque del juicio, fue un camarero de un bar cercano el que se percató, a las cuatro de la tarde del día siguiente, de que algo no iba bien en La Espuela.

Olía a quemado, "como a pólvora", y el cierre del establecimiento estaba a medio echar. Dentro, "cristales rotos, manchas de sangre y un cuerpo tumbado en el suelo", que terminaron siendo dos. Al principio se barajó la posibilidad de que se hubiera producido una explosión, pero, por la naturaleza de las heridas de las dos personas asesinadas, pronto se desechó esa idea.

El atestado policial habló de "múltiples golpes y puñaladas", y el fiscal, durante el juicio, llegó a relatar lo sucedido como un ataque tan violento y sorpresivo que ninguno de los dos pudo hacer nada para defenderse.

Según relata la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico, "en el suelo, debajo de una silla y junto a una mesa cuadrada, se localizó un juego de llaves con el logotipo Skoda sobre un charco de sangre". En él, había "un llavero redondo con la inscripción 'Pide taxi app' sobre el que había manchas de sangre". Tras realizar una primera batida alrededor del bar, encontraron el vehículo a solo 300 metros, y, en él, había una tarjeta de identificación del hoy condenado como asesino múltiple, que vivía justo enfrente.

Las manchas en las llaves resultaron ser clave, pues, según el informe pericial, éstas se produjeron durante o después de la agresión, por lo que se descartó la posibilidad de que pudiera haberlas perdido previamente y que luego se hubiese derramado la sangre sobre ellas.