GOLPE AL NARCO

Caen los 'Breaking bad' de Madrid: así trabajan los cocineros de la cocaína (a 900 euros el kilo)

"Son artesanos de las drogas" explican desde la Policía Nacional a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

Cinco personas malvivían en una finca de la sierra madrileña, separando cemento de la pasta de coca

El 'jefe de cocina' era el mismo que camufló la droga en Colombia y traía a sus dos 'pinches'

El laboratorio clandestino estaba escondido entre la maleza y cubierto por lonas

El laboratorio clandestino estaba escondido entre la maleza y cubierto por lonas / CNP

David López Frías

David López Frías

El 'jefe de cocina' llegó al aeropuerto de Madrid el 4 de julio, en un vuelo procedente de Bogotá (Colombia). Sus dos 'pinches' o ayudantes de cocina harían lo propio unos días más tarde en vuelos diferentes, para no levantar sospechas. Él aterrizó y se dirigió a un hotel próximo a la zona de Plaza Castilla. Allí le habían reservado habitación para esa noche. Al día siguiente, y tras desayunar, le recogió un coche. Se montó, le taparon la cabeza para que no supiese adónde se dirigía, y fue trasladado a una finca escondida de la sierra madrileña. Allí le esperaba una misión: separar la pasta de cocaína que él mismo introdujo en sacos de cemento en Colombia antes de venir a España.

La Policía Nacional acaba de completar la 'Operación Silicon', en la que han desmantelado una organización criminal acusada de narcotráfico. Habían montado el primer laboratorio de cocaína de España con la misma estructura que los existentes en Sudamérica. Un laboratorio precario y artesanal con capacidad para producir 120 kilos de clorhidrato de cocaína cada semana (que es la sustancia que llega al consumidor final). Un laboratorio a la intemperie, ubicado en una granja entre vacas y gallinas, y protegido únicamente por lonas y toldos.

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ha accedido a los detalles de la investigación, donde se explica quiénes son estos cocineros considerados "artesanos de la producción de droga" por los mismos policías. Tres colombianos y dos gallegos de origen dominicano malvivían en el entorno del laboratorio. Estaban hacinados en una pequeña caseta, durmiendo en colchones tirados en el suelo y duchándose a la intemperie para retirar el barro que les cubría tras llevar a cabo el proceso de cocinado de la cocaína.

Hay 12 personas detenidas en esta organización que tenía una jerarquía muy delimitada: la cabeza de la pirámide es un varón madrileño residente en la Costa del Sol. Un viejo conocido de la Policía Nacional que estuvo involucrado en otras operaciones de droga y que ha estado relacionado con Ana María Cameno, la mujer considerada 'reina de la cocaína' en España (que acaba de ser detenida esta semana para hacer efectiva su entrada en prisión).

Una de las imágenes tomadas por la policía tras el asalto a la finca

Una de las imágenes tomadas por la policía tras el asalto a la finca / CNP

Este jefe no se acercaba al laboratorio, por lo que tenía a una persona que ejercía de 'notario' de la cocaína y daba fe del número de kilos de droga que los cocineros iban produciendo. Ellos, por su parte, trabajaban con un rudimentario método que hace recordar a Walter White y Jessie Pinkman, los protagonistas de la popular serie Breaking Bad, con la diferencia de que en la sierra de Madrid no se cocinaba metanfetamina, sino cocaína a la antigua usanza.

El procedimiento

"La pasta base de coca entró desde Colombia por uno de los grandes puertos del sur de España, creemos que por el de Algeciras", explican fuentes policiales a este diario. El escondite era casi perfecto. La pasta de cocaína que se extrajo en Colombia, fue introducida en sacos de cemento en polvo. Tan integrada estaba, que su detección hubiera sido "imposible si no hubiera una investigación policial grande detrás. Son sistemas cada vez más perfeccionados", cuentan desde la Policía Nacional.

"Este es uno de los motivos por los que hacen venir a España al mismo cocinero que camufló la droga. Suelen colocarla en cualquier sitio. Botes de piña, agua de alcachofa, golosinas... y cada escondite requiere de un sistema para luego poder separar la droga en destino. En este caso venía en sacos de cemento, mezclada con el polvo. Venía en unos contenedores que pueden albergar cientos de sacos de cemento. La presencia de la droga sólo se puede detectar mediante un control de laboratorio, pero es imposible analizar todos esos sacos. Ellos los conocen por la numeración", explican los investigadores.

Además de conseguir un escondite casi indetectable, este procedimiento de camuflaje de droga en cemento "tiene la ventaja, con respecto a los escondites comestibles, de que no va a ser objeto de una inspección de sanidad, por ejemplo". La desventaja es que no es sencillo volver a separar la droga del cemento una vez llegase a España. "Por eso recurren al mismo 'jefe de cocina' que la ha escondido. Porque es el que sabe extraerla. Es un método bastante habitual. En este caso, se trata de un hombre con una dilatada experiencia en esto que además emplea un método bastante inusual".

Y es que, para cocinar pasta de cocaína, extraerla del escondite y convertirla en clorhidrato de cocaína hace falta contar con "un montón de precursores; de disolventes y sustancias químicas que se necesitan para llevar a cabo el proceso. Ese también es un factor a tener en cuenta, porque dichos químicos suelen 'dejar huella' al ser adquiridos y pueden poner sobre la pista a los investigadores. Estos cocineros, en cambio, sólo necesitaba tres ingredientes para separar la droga del cemento: gasolina, amoniaco y agua", puntualizan desde la Policía Nacional.

Gallinas y un notario

La red estableció su base de operaciones en una finca remota y de difícil acceso a las afueras de Navalagamella, un pequeño municipio de la sierra de Madrid con poco más de 2.500 habitantes. Una especie de granja con animales que pertenece a la hermana de uno de los cocineros colombianos. Allí, entre gallinas, vacas y juguetes de los hijos de la propietaria, construyeron un rudimentario laboratorio al aire libre. "Es una de las diferencias con el resto de laboratorios que se desmantelan habitualmente. Este era igual que los que montan en la selva colombiana, a la intemperie y bajo la maleza", apuntan fuentes de la investigación.

El equipo de trabajo estaba conformado por 5 personas de origen latinoamericano. Por una parte, los tres colombianos llegados para cocinar la sustancia: el jefe y sus dos pinches. El primero, el cerebro, reside en Medellín; sus ayudantes, en Bogotá y Puerto Narino respectivamente. Junto a ellos convivían dos gallegos de origen dominicano y residentes en Lugo. Uno de ellos se encargaba de la parte de vigilancia. El otro, de la verificación del material extraído. La edad de estas 5 personas oscila entre los 19 y los 40 años.

Utensilios usados por los cocineros para separar la droga del cemento

Utensilios usados por los cocineros para separar la droga del cemento / CNP

"Los jefes nunca se acercan al laboratorio. En este caso, jefe y lugarteniente son dos tipos con residencia en la Costa del Sol que llevan un alto tren de vida y que no pasan nunca por el lugar donde se cocina la droga. Por eso tienen a una persona de confianza que hace las veces de notario. Es decir, que controla que la cantidad de droga que extraen los colombianos es la misma que se haya cargado previamente en su punto de origen", cuentan a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA desde la Policía Nacional.

Esa era la labor esencial de uno de los dominicanos. El otro, junto a los dos ayudantes de cocina, se encargaban también de las labores de vigilancia. O lo que en argot delictivo se conoce como "dar el agua": "Cabe destacar eso, las fuertes medidas de seguridad adoptadas por los responsables del laboratorio. Vigilaban la finca desde el aire, mediante el uso de un dron. Además salían por la zona de vez en cuando a dar paseos, como pastores, para identificar cualquier amenaza".

Cuentan los investigadores que "estas cinco personas malvivían en la finca. La edificación que hay es pequeña y no estaba preparada. Dormían en condiciones pésimas, los cinco en colchones en el suelo". Además, el proceso de separación de la cocaína y el cemento hacía "que acabasen llenos de barro, por el agua y los líquidos. Para lavarse, se duchaban a la intemperie y con agua fría".

La ruta

¿Qué camino seguía la droga hasta llegar a este laboratorio? "Aunque los principales productores de coca del mundo son Bolivia y Perú, la pasta de coca se elaboraba en Colombia, que es el máximo exportador. Era camuflada por el mismo cocinero que luego mandaban a Madrid. Se introducía en sacos de cemento que iban a contenedores. Entraba por un puerto andaluz, presumiblemente Algeciras. De ahí pasaba a un chalet en Coín (Málaga), desde donde se transportaba en camiones o furgonetas hasta la provincia de Madrid. Antes de llegar a la finca, pasaba un tiempo en un lavadero de coches que un miembro de la organización tenía en El Escorial. Ese era el último destino antes de que la mercancía llegase a la finca de Navalagamella", apuntan los agentes.

No era la única infraestructura con la que contaba esta red criminal. También disponían de un trastero en Córdoba donde almacenaba disolventes, tal y como informaba el Diario de Córdoba. Allí almacenaban los precursores (en este caso, bidones de gasolina y amoniaco) y, pasados unos meses y como medida de seguridad, los trasladaban hasta un contenedor marítimo ubicado en un parking de vehículos de la Costa del Sol. De ahí los enviaban al laboratorio de la sierra madrileña.

Bidones a la intemperie para cocinar el polvo llegado desde Colombia

Bidones a la intemperie para cocinar el polvo llegado desde Colombia / CNP

Esta fue, según cuentan fuentes policiales, una de las claves de esta operación: "Llevábamos detrás de este caso desde mayo. Y fue precisamente uno de estos viajes de furgonetas desde la provincia de Málaga lo que nos puso en alerta". El proceso de vigilancia de la finca por parte de la policía tampoco ha sido sencillo: "El hecho de que vigilasen con un dron hizo que un día nos tuviéramos que marchar corriendo de la zona para que no nos sorprendiesen", concluyen los investigadores.

Hasta mil euros el kilo

Cuando llegó la policía, estos Breaking bad latinos ya habían conseguido separar 85 kilos de pasta base de coca. "El precio que cobra el cocinero depende del trato al que haya llegado, pero suele oscilar entre los 600 y los 1.000 euros por kilo de pasta conseguido", cuentan fuentes de la investigación. De ser el último caso, el cocinero habría conseguida más de 80 mil euros con esta operación. No obstante, los policías hallaron también otros 250 kilos de cemento impregnados en droga, esperando a ser separada.

Dada la peligrosidad de la operación, fueron los miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO) los que tomaron la finca y redujeron a los 5 sujetos que trabajaban dentro. Pero la 'Operación Silicon' también ha estado conformada por el Grupo 32 Brigada Central de Estupefacientes, el Grupos de Respuesta Especial para el Crimen Organizado de la Costa del Sol (GRECO), y el Grupo de la Brigada Central de Estupefacientes (UDYCO) de la comisaría provincial de Córdoba.

En total han sido 12 las detenciones. No sólo en Madrid y Córdoba. En la provincia de Málaga se detuvo al jefe del grupo y su lugarteniente, desmantelando así la cúpula de la organización. Además se llevaron a cabo seis registros domiciliarios en Málaga, tres en Madrid y uno más en Córdoba y se incautó un vehículo en el que se encontraba una pistola con seis cartuchos lista para usar, así como unos 36.000 euros en efectivo y documentación.

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