"MOMENTO SPUTNIK"

Geopolítica de la inteligencia artificial: una nueva carrera mundial en la que Europa aún puede competir con IA “democrática”

“A pesar del derrotismo, la UE tiene mucho que decir en IA. Pero hay que jugar con otras reglas, porque el partido ya ha comenzado”, explica Claudio Feijoo, experto en diplomacia tecnológica

21 de enero de 2025, Washington DC. El presidente Donald Trump recibe en la Casa Blanca a empresarios clave en IA: Oracle - Larry Ellison - Softbank - y OpenAI - Sam Altman

21 de enero de 2025, Washington DC. El presidente Donald Trump recibe en la Casa Blanca a empresarios clave en IA: Oracle - Larry Ellison - Softbank - y OpenAI - Sam Altman / Associated Press/LaPresse

Mario Saavedra

Mario Saavedra

El 4 de octubre de 1957, a las 20:12 de la tarde hora española, un cohete soviético despegó del cosmódromo de Baikonur, en el actual Kazajistán. Dentro llevaba el satélite Sputnik, que se convirtió, pocos minutos después, en el primero que la humanidad ponía en órbita terrestre. Estados Unidos quedó pasmado ante el logro del bloque comunista. Algunos pensaban que se trataba de una operación psicológica y que en realidad la proeza no se había producido. Pero la realidad era que la Unión Soviética había conseguido dar al gigante americano una lección de ciencia y tecnología sin precedentes. Fue una llamada de atención. Washington corrió a crear la agencia aeroespacial NASA. La carrera espacial había comenzado. 

El 27 de enero de 2025, DeepSeek, una pequeña empresa china, hizo público su último modelo de inteligencia artificial, un programa informático que permite al ser humano conversar con la máquina y recibir todo tipo de respuestas. Aseguraba que era igual de efectivo pero mucho más barato que sus competidores más avanzados de Estados Unidos, especialmente ChatGPT, de la empresa OpenAI. Como en el caso del Sputnik, algunos pusieron en duda partes clave del anuncio: ¿realmente se habían gastado solo unos pocos millones de euros en desarrollar la aplicación? ¿La habían logrado sin los potentes microchips estadounidenses, o los habían importado de estraperlo, burlando las sanciones? El Partido Comunista Chino controla las empresas del país, y un movimiento tectónico como este no iba a ocurrir sin su aquiescencia e intervención. Dio igual. Los mercados vieron que el mundo de la IA ya no era solo estadounidense. Las grandes empresas tecnológicas se hundieron en bolsa y se produjo la mayor pérdida de valor en un día de la historia.

Para muchos, la llegada de la IA china supone otro momento Sputnik de la humanidad. El arranque de una alocada carrera que esta vez es digital. Se entra en una nueva era de geopolítica de la Inteligencia Artificial: las medidas y decisiones de los gobiernos para permitir a sus empresas acelerar en el dominio de la nueva tecnología que cambiará el mundo, y para bloquear los avances de sus competidores.

Geopolítica de la IA

La geopolítica de la inteligencia artificial está construida a base de sanciones, enormes inversiones públicas, regulación y, sobre todo, el impulso privado de los grandes campeones nacionales

Estados Unidos va fuerte, y quiere garantizar su dominio total del mercado. Ya investiga el posible uso de chips restringidos por parte de DeepSeek. El presidente estadounidense Joe Biden ordenó la prohibición de las exportaciones de chips de inteligencia artificial a China, como los H20 de la empresa estadounidense Nvidia, que son el paradigma del desarrollo de IA. China los ha estado importando ilegalmente. Ahora, Donald Trump está considerando endurecer aún más las restricciones. Aunque públicamente dijo que le parecía fantástica la irrupción en el mercado de la IA china, para que sirviera de “llamada de atención” a las empresas estadounidenses. Libre mercado. Pero al mismo tiempo, el liberal americano anunció un fondo de inversión público-privado de medio billón de dólares, el Stargate. 

La Unión Europea tiene en marcha dos paquetes milmillonarios de inversión digital, Horizon Europe y Digital Europe. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró este martes que la UE está “lista para competir” en la carrera por el desarrollo de la inteligencia artificial, y ha prometido que esta tecnología será “central” en este lustro de legislatura europea. Pretenden sacarle partido a la legislación de Inteligencia Artificial más avanzada del mundo para crear una IA “en la que se pueda confiar y sea amigable para los usuarios”. 

Europa tiene opciones

En Europa ha cundido el temor a quedarse rezagado. Han corrido ríos de tinta sobre la incapacidad europea para competir. Pero esa visión catastrofista tiene muchos matices. No es solo que se pueda tener una economía perfectamente desarrollada siendo el segundo. Europa tampoco formó parte de la carrera espacial, y sin embargo ha conseguido situarse como la zona de mayor prosperidad del planeta, con una combinación propia de libre mercado y control estatal. La ventaja para el que llega segundo es que ha gastado menos, y puede hacerlo mejor siguiendo otros caminos. 

“A pesar del derrotismo, Europa tiene mucho que decir en IA”, opina Claudio Feijoo, titular de la Cátedra Jean Monnet en diplomacia tecnológica de la Universidad Politécnica de Madrid. “Estados Unidos es líder y va a seguir siéndolo. Pero no se trata de hacerlo todo en IA: si conseguimos bien algunas piezas clave, podemos jugar esta partida de póker geopolítico que es la inteligencia artificial”.

Hay muchos caminos posibles para las empresas europeas y españolas. Uno es centrarse en las aplicaciones industriales de la IA. Alemania es una potencia en robots industriales para fabricar coches. Añadirles inteligencia a esos robots podría suponer un salto de gigante en la productividad de esas empresas. 

Inteligencia artificial “democrática”

Y luego se puede diseñar otro tipo de inteligencia artificial. A menudo se usa la metáfora de las tres D’s para definir el encaje de Europa en la competición entre China y Estados Unidos: si China es la D de Dictadura y Estados Unidos es la D de Darwinismo, mercantilismo y capitalismo sin control, Europa sería la D de Democracia

La IA china tiene una clara debilidad competitiva: está fuertemente censurada y controlada por las reglas de la dictadura china. Un usuario del país asiático asegura a este diario que su teléfono bloqueó una aplicación de mensajería después de haber instalado DeepSeek y haber buscado términos sensibles políticamente, como la matanza de Tiananmen o la independencia de Tibet. Al mismo tiempo, la IA estadounidense carece prácticamente de regulación de respeto a la privacidad de los usuarios. ¿Qué impide a los países europeos desarrollar una IA en la que el respeto a la privacidad sea un factor? “Esa es, de hecho, 'la' pregunta”, explica Feijoo. “No tenemos aún la respuesta, pero hay dos formas de verlo: unos dicen que precisamente porque otros tienen marcos reguladores menos respetuosos nos van a llevar siempre ventaja. Otra forma de verlo es que puede que el camino europeo sea más complicado pero, al final, si las personas importan y tienen algo que decir en el futuro, lo cual está por ver, una IA respetuosa y con las personas en el centro pueda competir. ¿Es realidad o solo deseo? Aún no lo sabemos. Yo diría que en Europa tenemos que jugar con reglas distintas: el partido ha comenzado y si jugamos con las mismas de otros seguiremos retrasados”.

Europa tiene un mercado mayor que el de Estados Unidos: 500 millones frente a 330 millones, y con gran poder adquisitivo. Una IA del gusto europeo podría ser competitiva.

Un camino frente a la “fuerza bruta” americana

El ingeniero y economista, que conoce bien China y sus desarrollos en IA, aporta también argumentos técnicos sobre posibles vías para el desarrollo de la Inteligencia Artificial europea y española

Hay varias formas de competir en el mundo de la inteligencia artificial, explica. La primera es ser seguidista: ir por el mismo camino por el que va OpenAI. En ese caso, siempre se irá un paso por detrás, porque se tienen menos recursos económicos, menos chips y más regulación. Pero se puede intentar desarrollar modelos propios, adaptados al mercado local. 

Y esto es algo que, en la alharaca mediática de estos días, ha quedado eclipsado. La Inteligencia Artificial ya existe en la UE. Francia tiene la empresa de IA Mistral e inteligencias como Claude. En España está ALIA, una inteligencia artificial multilingüe, que se centra en el castellano hablado por 600 millones de personas en el mundo. No es un programa cualquiera. Es el modelo fundacional multilingüe público más avanzado de Europa y se entrena en el supercomputador MareNostrum 5 del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación.

02/10/2018 El ministro de Ciencia y Tecnología, Pedro Duque ante el supercomputador MareNostrum 4, el quinto mas potente de Europa, en Barcelona Supercomputing Center.

02/10/2018 El ministro de Ciencia y Tecnología, Pedro Duque ante el supercomputador MareNostrum 4, el quinto mas potente de Europa, en Barcelona Supercomputing Center. / Enric Fontcuberta

“Aunque vayas por detrás, es posible que necesites modelos propios, entrenados en tu idioma, acordes con tus ideas y tu cultura”, explica Feijoo. Se trata de aceptar que otros lideran los modelos fundacionales de la IA, la base racional de ChatGPT, para centrarse en entrenar con tus propios datos y tu propia información.

El tercer camino es el que ha abierto la china DeepSeek: frente a la fuerza bruta de los modelos estadounidenses, que gastan miles de millones de euros y mucha energía, buscar un camino más ingenioso en el que se pueda llegar al mismo punto con menos recursos. Para ello hay que tener ingenio, un grupo de ingenieros con una idea especial, un momento eureka. Nada impide que eso ocurra en Europa. Europa cuenta también con un enorme talento, porque el sistema de universidades funciona muy bien. “El MIT o Harvard se pelean por los ingenieros que salen de las universidades españolas y europeas. El problema, como apuntaba el informe Draghi, es retenerlos o atraerlos de vuelta cuando se van a Estados Unidos. Eso es lo que ha conseguido China”, aporta Feijoo. El creador de DeepSeek es un ingeniero que se hizo multimillonario con la creación de un algoritmo de inversión. “En patentes e invenciones per cápita estamos igualados a Estados Unidos. La dificultad, de nuevo, es llevarlas al mercado, porque aquí hay aversión al riesgo”.

Estos éxitos ya ocurren en la alta tecnología de la IA. La empresa holandesa de litografía de transistores diminutos, ASML, es una de las más importantes del ecosistema de la Inteligencia Artificial. Sin esa maquinaria no se puede desarrollar la IA. Por eso la empresa cayó en bolsa un 7% en el desplome de esta semana. 

La cuarta vía para la IA en Europa

Detrás de todo chatbot o robot conversacional con inteligencia artificial hay una suerte de neuronas digitales que se llaman “parámetros”. Son los que hacen funcionar el Modelo Largo de Lenguaje (LLM por sus siglas en inglés). ChatGPT usa la fuerza bruta para cada consulta. Tiene 220.000 millones de parámetros. La española ALIA tiene 70.000 millones. No tiene por qué se una desventaja a la hora de hacerla funcionar. “Si logramos bajar este número de parámetros, la IA puede correr en dispositivos más pequeños. Eventualmente, llevarlo al móvil sin necesidad de que corra en una nube de servidores de Amazon. Optimizarla”, dice Feijoo.

Esta cuarta vía es la más factible para Europa y España: competir en el modelo de funcionamiento de la Inteligencia Artificial. 

España posee algunas ventajas. La IA consume una gran cantidad de energía, y nuestro país es puntero en energías limpias.  Pero hay una gran cantidad de retos. Para empezar, está por ver cómo reaccionaría Washington: nada garantiza que no amplíe las restricciones de vender sus microchips a otros países además de a China. Y para lanzar una industria propia de microchips hacen falta muchos años. 

A eso hay que añadir las disfuncionalidades del mercado interior europeo. “Es preciso invertir y dar margen a los investigadores. Habría que ceder más soberanía a la UE y tener un mercado de tecnología más integrado”, explica Feijoo, que pone un caso concreto de ejemplo basado en una historia real. “Con IA han encontrado la forma de diagnosticar mejor el cáncer y hacer una terapia personalizada. Pero la empresa que lo ha descubierto necesita crecer e ir por ejemplo a Francia, donde le dicen que hay otra normativa, que hay que hacer unas pruebas y dentro de tres años podrá operar en el mercado. Mientras, en EEUU, me aprueba casi inmediatamente la FDA y me da acceso a un mercado de 300 millones. Nuestro mercado no es único”, concluye.