CUMBRE DEL GRUPO DE PAÍSES EMERGENTES

Putin busca un "nuevo orden mundial" en su cumbre de los BRICS y demostrar que Rusia no está sola

La agenda preparada por Moscú propone medidas para desdolarizar la economía y crear un sistema financiero alternativo al actual

Putin abraza al presidente indio Narendra Modi al inicio de la cumbre de los BRICS en Kazan.

Putin abraza al presidente indio Narendra Modi al inicio de la cumbre de los BRICS en Kazan.

Ricardo Mir de Francia

Ricardo Mir de Francia

Vladímir Putin y Binyamín Netanyahu tienen varias cosas en común. No solo dirigen dos países que mantienen una ocupación ilegal del territorio de sus vecinos, sino que ambos han sido acusados de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional. Sobre el primero pesa una orden formal de busca y captura por la deportación de niños ucranianos a Rusia. Sobre el segundo, la recomendación del fiscal para que sea procesado y arrestado por las graves violaciones israelíes de las leyes de la guerra en Gaza. Nada de eso impidió que Netanyahu fuera recibido entre ovaciones por las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos el pasado mes de julio. Y nada de eso ha impedido que Putin presida esta semana en su territorio la cumbre de los BRICS, a la que asistirán representantes de cerca de 40 países. Los paralelismos en ambos casos son evidentes. El relativismo vuelve a cotizar al alza en las relaciones internacionales. Y cuando las grandes potencias no cumplen las normas básicas del orden internacional, otros países se sienten alentados para subvertirlo o, como mínimo, para extraer concesiones triangulando entre ambos mundos.

Por más que sea de forma soterrada, todos esos elementos planean sobre la cumbre que Putin presidirá hasta el jueves en Kazán, la capital de la República de Tartaristán, en el suroeste de Rusia. Una cita que le servirá para demostrar una vez más que los esfuerzos occidentales para aislar a Moscú por su agresión en Ucrania han fracasado, pero también para calibrar hasta qué punto Rusia y China están dispuestos a desafiar la hegemonía occidental, cada vez más en entredicho por el creciente protagonismo del Sur Global y el activismo de las potencias de tamaño medio. Ambos países no dejan de insistir en su intención de crear un “nuevo orden mundial”, uno de los puntos en la agenda de esta cumbre de los BRICS. Putin abordó el asunto el mes pasado al afirmar que Moscú tratará de aprovechar la reunión para discutir con sus aliados “los parámetros de interacción en el emergente mundo multipolar” y “las formas de construir un nuevo orden mundial”, según recogió la agencia TASS. Un objetivo que empieza por tratar de desdolarizar la economía y levantar un sistema financiero alternativo al actual, dos de los temas que se tratarán en Kazán.

Los BRICS son un club en expansión. A sus miembros fundadores (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se unieron a principios de este año Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán tras ser invitados en la última cumbre de Sudáfrica. Por entonces también se abrió la puerta a Argentina, que declinó la invitación tras la llegada de Javier Milei a la presidencia, y Arabia Saudí, que todavía no la ha aceptado formalmente. Ese club ampliado representa ya el 26% del producto interior bruto mundial, frente al 44% del G7. Pero podría ser solo el principio porque Putin ha invitado también a más de una veintena de países que bien han solicitado el ingreso en los BRICS+ o lo están considerando. “Es indicativo de cómo parte del mundo se está alejando de Occidente, un demostración de un cambio sísmico en el orden mundial que busca desafiar la hegemonía económica occidental”, decía Callum Fraser, analista del Royal United Services Institute (RUSI), un laboratorio de ideas británico.

Instituciones globales dominadas por Occidente

Parte de la desafección se deriva de la escasa representación que las potencias emergentes tienen en las instituciones globales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI), dos de los pilares del sistema levantado por las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Pero también del interés de muchos por acercarse a China, que no solo invierte bastante más que Washington en el mundo en desarrollo sino que tiende a ahorrarse los sermones morales y a limitar los condicionantes que impone a cambio de sus préstamos e inversiones.

De ahí que uno de los puntos en la agenda sea cómo acabar con el dólar como divisa de referencia del sistema financiero internacional. En esa dirección se espera que Rusia proponga la creación de un nuevo sistema de pagos en divisas nacionales capaz de sortear las sanciones occidentales, un objetivo prioritario para Moscú ante las dificultades que enfrenta para comerciar con el resto del mundo. El sistema propuesto utilizaría una red de bancos comerciales conectada a los bancos centrales de los BRICS, según publica Reuters apoyándose en los documentos distribuidos por el Ministerio de Finanzas rusos en la antesala de la cumbre. Paralelamente, también se propondrá un mercado alternativo para la compraventa de productos agrícolas, concentrados hoy en bolsas como la de Chicago. El Kremlin incluso ha pedido a sus socios BRICS que exploren cómo crear su propia alternativa al FMI, el banco multilateral con sede en Washington que ejerce de prestamista mundial de último resorte.

Pero la ambiciosa agenda rusa está llamada a toparse con la división interna dentro de los BRICS, según los expertos. Tanto en lo que respecta a las futuras ampliaciones del club como a los planes para concebir una arquitectura financiera distinta a la actual. Países como India o Emiratos no quieren que el club se convierta en un nido de antiamericanismo dominado por China y Rusia. Otros recelan de adoptar el yuan como alternativa al dólar o temen que la entrada de nuevos países de su esfera geográfica pueda diluir su influencia dentro del club.

Lo que está claro es que el mundo multipolar sigue tomando forma. Y ni Washington ni Bruselas parecen tener una estrategia para revertir su rápida pérdida de influencia.