ENTREVISTA

Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia: "Hay un peligro real de que Polonia abandone la Unión Europea"

El dirigente europeísta, que ha recibido el Premio a la Construcción Europea del Cercle d'Economia, aplaude las medidas adoptadas por Barcelona para hacer la ciudad más sostenible

Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia.

Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia. / ZOWY VOETEN

Ricardo Mir de Francia

Ricardo Mir de Francia

Su cara de niño no debería confundir a nadie. Antes que alcalde de VarsoviaRafal Trzaskowski fue diputado en el Parlamento Europeo, ministro y diputado en su país y candidato a la presidencia de Polonia en 2020, un cargo que se le escapó en segunda vuelta por solo dos puntos. Número dos actualmente del partido opositor Plataforma Cívica, liderada por Donald Tusk, Trzaskowski (Varsovia, 1972) representa a la Polonia europeísta, liberal y democrática. Este martes ha recibido en Barcelona el Premio a la Construcción Europea que concede el Cercle d’Economia por su trabajo para acoger a los refugiados ucranianos en Varsovia y su defensa del Estado de derecho.

Tras el inicio de la invasión de Ucrania, Varsovia se enfrentó a un reto masivo. Cientos de miles de refugiados ucranianos recalaron en la ciudad. ¿Qué evaluación hace?

Más de 1,5 millones de ucranianos han pasado por Varsovia. Solo en las primeras tres semanas del conflicto, acogimos a 300.000 refugiados. Para que se haga una idea, durante la crisis en el Mediterráneo en 2015, unas 200.000 personas llegaron a Europa. A todo el continente, mientras que nosotros recibimos 300.000 solo en tres semanas. Fue abrumador, pero la sociedad civil respondió de forma increíble. Les abrieron los brazos y les alojaron en sus casas, pero fue solo la gente común la que ayudó. Yo estuve en Kiev ocho días antes de la guerra. Su alcalde, Vitali Klitschko, me dijo que habría una guerra. Nadie pudo predecir que sería a gran escala, pero empezamos a prepararnos, de modo que cuando estalló sabíamos lo que teníamos que hacer.

Estuve en Varsovia el verano pasado. Muchos auguraban problemas con el tiempo y decían que algunas fuerzas políticas instrumentalizarían a los refugiados. ¿Se han cumplido los malos presagios?

Teníamos miedo del síndrome de la fatiga. La guerra hizo que aumentaran los precios de los alimentos y la energía, pero el apoyo a nuestros amigos ucranianos se ha mantenido. Eso no quita que haya bastantes dificultades y algunas carencias respecto al alojamiento o la educación. Ha sido un esfuerzo titánico: dimos a los ucranianos la ciudadanía, acceso gratuito a la educación y la sanidad o derechos sociales.

Pero se ha criticado mucho la falta de una estrategia por parte del Gobierno polaco.

El Gobierno carece de estrategia a largo plazo. Un ejemplo: tenemos unos 70.000 niños ucranianos, de los que unos 20.000 están matriculados en nuestros colegios. Otros 50.000 reciben clases online, pero no tenemos forma de verificarlo. Cuando empezó la guerra acudimos al ministro de Educación, que nos odia porque es un demagogo. Le dijimos que no podíamos acoger a decenas de miles de niños en nuestras escuelas, que necesitábamos apoyo, recursos y una estrategia. Nos dijo que no era su responsabilidad y que aceptáramos a tantos como pudiéramos.

¿Les quedan recursos para ayudar a los refugiados?

Pase lo que pase seguiremos ayudando. Colaboramos con el Gobierno populista, pero han empezado a cambiar la fiscalidad por motivos políticos para reducir los fondos que reciben las ciudades. En los últimos tres años, hemos perdido casi 2.000 millones de euros. Eso ha complicado nuestra vida y nos ha obligado a pedir ayuda a EEUU, la UE y agencias de la ONU como Unicef.

El Gobierno polaco no quiso aceptar un solo sirio y se comportó con mucha dureza con los migrantes que trataban de cruzar desde Bielorrusia. En cambio con los ucranianos ha sido muy generoso. ¿Ha sido el color de la piel un factor para el Gobierno de Mateusz Morawiecki?

Tiene toda la razón. Yo era ministro de Integración Europea en el anterior Gobierno, cuando negociamos con los refugiados del Mediterráneo. Le dije a nuestros amigos europeos que la idea de las cuotas era una locura. No iba a funcionar que la Comisión decidiera en base a fórmulas matemáticas. Dijimos que aceptaríamos a 7.000 para mostrar solidaridad, pero el Gobierno posterior anuló la decisión. En cuanto a nuestra política en la frontera bielorrusa, es un tema complicado porque Putin y Lukashenko querían desestabilizar Polonia y por eso empezaron a meter a los inmigrantes en aviones y enviarlos a nuestras fronteras. Eso nos obligó a tomar medidas duras. Las expulsiones no fueron humanitarias, y eso es un problema. Con Ucrania todo fue diferente. Todas las fuerzas políticas están de acuerdo en que hay que ayudar y abrir las fronteras porque todo el mundo en Polonia cree que los ucranianos están luchando por nuestra libertad. Por la libertad de Polonia, la libertad de Europa y la estabilidad transatlántica.

¿Pero diría que el doble rasero del Gobierno responde actitudes xenófobas o racistas?

No hay duda de que sirvió para espolear la xenofobia en Polonia. Durante la crisis en el Mediterráneo, Kazinski llegó a decir que los migrantes traían enfermedades. Políticos de la derecha afirmaron que violarían a nuestras mujeres. Lograron crear miedo al extranjero. Y también lo usaron contra nosotros, contra todos aquellos que queríamos abrir las frontera a gente ajena a nuestra cultura.

Desde el principio los polacos se comportaron como si Putin hubiera atacado también Polonia. Han pasado 15 meses desde la invasión. ¿Ha cambiado la forma en que perciben la amenaza rusa?

Gracias a la unidad que hemos demostrado y las garantías de EEUU, ahora nos sentimos más seguros. Pero Putin es impredecible y la amenaza rusa sigue ahí, de modo que no habría que subestimarla. También estoy seguro de que Putin calculó mal. No pensó en que los ucranianos actuarían con tanta valentía y unidad o que estarían bien preparados para la guerra. Creyó que Ucrania se desmoronaría. En estos meses ha sido fundamental que Europa fuera capaz de romper algunos tabús. Quién iba a pensar que del presupuesto europeo se financiaría la ayuda militar a Ucrania. O que se entregarían tanques y aviones de combate. Europa y la OTAN han demostrado seriedad y es muy importante porque todos los dictadores locos del mundo están muy pendientes de cómo nos comportamos.

¿Le ha sorprendido el desempeño de Rusia en esta guerra?

A quién no le ha sorprendido. Putin fue engañado por su gente, su entorno le hizo pensar que toda la inversión militar había servido para crear un ejército moderno y competente. Pero se ha demostrado que cuando lanzas una guerra de agresión, en la que tu población no cree, cuando vives en una sociedad cleptocrática en la que parte del equipamiento se roba o no se mantiene, cuando empleas tácticas militares obsoletas y no tienes una estrategia, al final fracasas. Putin solo ha querido usar medias medidas. No movilizó a toda la población, sino que se ha dedicado a enviar a gente de las provincias al frente para no importunar a las élites en Moscú o San Petersburgo.

¿Cómo podría acabarse esta guerra?

Es muy difícil saberlo. Yo espero que Ucrania gane y creo que no deberíamos dictarles a los ucranianos ni condiciones ni tiempos. Todo lo que dicen los políticos occidentales puede ser malinterpretado. Son los ucranianos los que tienes que decidir. Europeos y norteamericanos tenemos que limitarnos a garantizar su seguridad.

El giro autoritario de Polonia preocupa en la UE desde hace años. ¿Sigue siendo Polonia una democracia?

Es una democracia asediada por las fuerzas populistas, como en tantos otros lugares. Fíjese en Trump, en Orban en Hungría, en Francia o en Vox en España. Nuestras sociedades están muy polarizadas y el populismo sigue al alza. No es solo un fenómeno polaco, pero es cierto que [Jaroslaw] Kaczynski [líder del gobernante Partido de la Ley y la Justicia] quiere destruir la independencia judicial y de muchas de nuestras instituciones. Hace solo una semana abrieron una investigación parlamentaria sobre la influencia rusa en Polonia y ahora quieren juzgar a Donald Tusk [expresidente del Consejo Europeo y líder del principal partido de la oposición] en un tribunal bolchevique que podría condenarle a 10 años y apartarle de la vida pública.

¿Un tribunal especial en el Parlamento?

Exacto, una farsa inconstitucional, quieren evitar que se presente a las próximas elecciones. No es solo la politización de las instituciones, han convertido la televisión en una maquina disparatada de propaganda y usan todo el poder del Estado contra la oposición. Nunca antes en democracia habíamos vivido algo semejante.

Hungría tiene un Gobierno similar, pero, a diferencia de sus pares polacos, Víktor Orban es un estrecho aliado de Putin.

Hungría es todavía menos democrático que Polonia. Orban es un gran cínico increíblemente corrupto cuando se trata de gestionar el dinero, algo que no ocurre en Polonia a la misma escala. Piensa que hay dinero que ganar, dinero con el que adquirir energía barata y dinero con el que comprar votos. Por eso proyecta cínicamente su amistad con Putin, aunque a la hora de votar las sanciones, la presión es tan grande que vota igual que todo el mundo.

¿Cree que hay alguna posibilidad de que Polonia abandone la UE?

Me temo que sí. No creo que el Gobierno polaco vaya a decir mañana que quiere abandonar la UE. Pero si te dedicas a atacarla todo el tiempo, reniegas del Estado de derecho, culpas a Bruselas de todos tus problemas y te comportas de forma tan irresponsable que la UE acaba bloqueando los fondos que necesitas como el agua, eso crea un clima específico. Mire lo que pasó con el Brexit. Hay algunos políticos en Polonia convencidos de que nos iría mejor fuera de la UE y el resto les siguen el juego, lo que podría acabar precipitando la decisión en un futuro cercano.

¿Se haría de forma unilateral o mediante un referéndum?

Probablemente optarían por un referéndum, pero de momento se dedican a crear el clima adecuado diciendo que no somos soberanos o que la UE nos cuesta demasiado dinero. El peligro es real. Algunos políticos de la coalición gobernante son abiertamente antieuropeos y están avivando el clima contra la UE.

Las ciudades tienden a fijarse en otras ciudades como modelo de inspiración. ¿Ha inspirado Barcelona a Varsovia durante su mandato como alcalde?

Trabajamos juntos en distintas organizaciones y nos fijamos en lo que la otra hace a la hora de conseguir que nuestras ciudades sea más verdes y sostenibles. Me encanta cómo lo ha hecho Barcelona, cómo ha priorizado el transporte público sobre los coches que contaminan el centro urbano. En Varsovia estamos tratando de hacer lo mismo.

Pero sabrá que Ada Colau ha sido muy criticada por algunas de las medidas que ha tomado, tanto que acaba de perder las elecciones municipales.

Este tipo de medidas son controvertidas, pero si de verdad quieres transformar la ciudad, luchar contra el cambio climático y la polución, no hay otro camino. Tienes que ser valiente y adoptar decisiones polémicas.