CARIBE

La depresión y los suicidios se ceban en una Cuba azotada por la crisis y el desencanto

La tasa de personas que se quita la vida es de 14,11 por cada 100.000 habitantes, por encima de la media a nivel mundial | El 70 por ciento son hombres

La pobreza asola Cuba.

La pobreza asola Cuba.

Se llamaba Yinet. Había ingerido tantas pastillas que nunca volvió a despertarse. Tenía 15 años. Gloria era un año mayor. Se arrojó desde un edificio de 12 plantas. Las redes sociales informaron de que ambos casos ocurrieron con escasas semanas de diferencia en la provincia cubana de Guantánamo, escenario de una reciente protesta contra el Gobierno en la localidad de Caimanera por el alcance de la crisis. Los diarios callaron las verdaderas razones de ambos acontecimientos. En lo que respecta al destino aciago de las dos adolescentes, la palabra suicidio no forma parte del lenguaje estatal.

El léxico médico es elusivo, inclusive en las estadísticas. Días atrás, el portal oficial 'Cuba Debate' dio cuenta de que las enfermedades cardíacas son la primera causa de muerte en la isla, seguidas de los tumores malignos, las enfermedades cerebrovasculares, la influenza y la neumonía, y los accidentes. Le siguen las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores; las enfermedades arteriales, la diabetes, la cirrosis y otras afecciones crónicas del hígado y, "las lesiones autoinfligidas". Se trata del décimo desencadenante de fallecimientos.

De acuerdo con las últimas estadísticas disponibles, la tasa de suicidios es de 14,11 por cada 100.000 habitantes, por encima de la media a nivel mundial, que es de 9,49. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ubica a Cuba en el séptimo lugar en la región. La mayor cantidad de casos se da entre las personas que pasaron los 60 años. El 70% de los episodios involucra a los hombres.

A mediados del siglo XIX, en la isla, todavía colonia española, se registraba uno de los índices más altos del mundo. En 1950, se contabilizaban ocho veces más suicidios que en México. La literatura ha dado cuenta con brevedad y contundencia de esos desasosiegos fatales. 'En el insomnio' es uno de los grandes cuentos escritos por Virgilio Piñera, uno de los grandes poetas, dramaturgo y narrador cubanos, quien en los años setenta fue hostigado por el castrismo. En muy pocas líneas habla de la imposibilidad de un hombre de conciliar el sueño. "A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto, pero no ha podido quedarse dormido", relata. El cuento fue llevado al cine de manera independiente a fines de los años ochenta por Ricardo Vega, como si la cámara leyera una premonición. Pocos años más tarde se desintegró la Unión Soviética y Cuba quedó casi huérfana. En 1993, durante el llamado Período Especial en tiempos de paz, se suicidaron 2.374 personas. Se trató de una de las cifras más altas en las últimas seis décadas.

Suicidios revolucionarios

El cubano Paul Lafargue fue un periodista y médico que estuvo relacionado con la formación del socialismo español y francés en el siglo XIX. Conoció a Carlos Marx y se casó con una de sus hijas, Jenny. Es el autor de 'El derecho a la pereza', una de las grandes críticas al trabajo. Lafargue y Jenny se suicidaron en 1911, a los 69 años. "Sano en cuerpo y mente, termino mi vida ante una vejez despiadada que me ha quitado mis placeres y alegrías uno tras otro", escribió el cubano en su carta de despedida.

"Muero con la alegría suprema de saber que, en algún momento futuro, la causa a la que me he dedicado durante cuarenta y cinco años triunfará". A pesar de su linaje con el marxismo, al punto de que Lenin estuvo en su entierro, el castrismo lo ha ignorado. "Tal vez (siempre y cuando sobreviva a la debacle) la izquierda caribeña del porvenir reivindique a este hombre que magnificó la pereza como arma revolucionaria y colocó el placer como elemento subversivo allí donde su ilustre suegro había situado el sacrificio", señala en su libro 'Posmo' Iván de la Nuez, uno de los mejores intelectuales de su generación, quien abandonó la isla antes del Período Especial, el mismo año en que se suicidó en Estados Unidos el narrador Reinaldo Arenas.

Lafargue al margen, la historia del castrismo es, también, la de resonantes suicidios de estrechos colaboradores de Fidel. Haydée Santamaría, cuyo hermano Abel fue uno de los próceres de la Revolución, se quitó la vida en el verano de 1980, en medio del gran estallido social de Mariel que concluyó con la salida del país de más de 100.000 personas. Ella fue un gran referente de la cultura. Se la dio por muerta el día 28 de julio. Siempre quedó en el aire la sospecha de que falleció el día 26 de la gran efeméride nacional, nada menos que "el día de la Rebeldía". Tres años más tarde haría lo mismo Osvaldo Dorticós, quien se desempeñó como vicepresidente y fue uno de los redactores de la Constitución.

Depresión y falta de fármacos

El presente cubano se mira en el espejo del dramatismo y la escasez de los noventa. Arrecia la migración y el desapego. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), Cuba es el segundo país de la región con mayor cantidad de personas con "desórdenes depresivos", casi 600.000 casos, solo superados por Brasil. La escasez de fármacos para tratar esas situaciones que pueden llevar a situaciones drásticas es alarmante. El ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda, reconoció que el sector ha sido duramente golpeado por la "falta de financiamientos" y el "recrudecimiento" de las sanciones económicas norteamericanos que "han impedido adquirir medicamentos, equipos e insumos imprescindibles".

Todo suicidio es innombrable públicamente, al menos de que se hable de "lesiones autoinfligidas". Pero eso no impide que se convierta en canción, como ocurrió con 'El grito mudo, de Carlos Varela', impactado por la decisión que tomó una adolescente, Lucía: "Aquella tarde gris hizo una carta/ donde decía no aguanto más".