ELECCIONES EN TURQUÍA

El voto exterior turco pone a prueba su fidelidad a Erdogan

El millón y medio de ciudadanos de Alemania con derecho a voto en las elecciones presidenciales y parlamentarias de Turquía del domingo 14 de mayo puede ser un factor clave

Cola para votar en la embajada de Turquía en Berlín, el pasado 27 de abril.

Cola para votar en la embajada de Turquía en Berlín, el pasado 27 de abril. / EFE

Marina Ferrer

"Según cuál sea el resultado, me buscaré un billete de vuelta a Turquía o una tumba en Berlín", escribía esta semana en 'Der Spiegel' el periodista Can Dündar, exiliado en Alemania y condenado a 27 años de prisión en su país en sucesivos procesos por terrorismo o espionaje. La frase no es propia, sino "adoptada" de otro turco exiliado, aclara, en la columna que acompaña al reportaje de dicho semanario de referencia, que dedica su portada al rostro pétreo de Recep Tayyip Erdogan. Por primera vez en 20 años, las encuestas no dan al presidente turco como "imbatible", recuerda la publicación. A la alianza entre seis partidos –entre ellos, el prokurdo HDP–, con Kemal Kiliçdaroglu como candidato único, le reconocen algunos sondeos opciones a imponerse a Erdogan, aunque por una ventaja mínima.

El millón y medio de ciudadanos de Alemania con derecho a voto en las elecciones presidenciales y parlamentarias de Turquía del domingo 14 de mayo puede ser un factor clave. Supone aproximadamente la mitad de los germano-turcos que viven en el país, incluidos los nacidos en Alemania, y corresponde a los que mantienen la nacionalidad y derecho a voto turco. Es decir, quienes mantienen un vínculo con su país de origen. Es el mayor colectivo de electores fuera del territorio turco. Y su voto fue, hasta ahora, claramente 'erdoganista'. En 2018, con un índice de participación del 46%, el presidente y líder del partido islamista AKP se impuso en el voto exterior alemán por un 65%. Más de 10 puntos por encima del total en su país y que le dio la victoria en la primera vuelta –un 53%, con un índice de participación nacional del 86% entre sus 64,1 millones de ciudadanos con derecho a voto–.

Para los 1,5 millones de potenciales votantes de Alemania las urnas se abrieron en una veintena de ciudades alemanas el 27 de abril y se cerraron este martes, cinco días antes de la jornada electoral en Turquía. El consulado general berlinés ha sido estos días escenario de largas colas de votantes que dejan montañas de basura, para disgusto del vecindario del barrio del extremo oeste de la capital donde se encuentra. O al menos así lo relataba el sensacionalista diario 'Bild'. Para este medio, la elección ha llevado el "caos" a esa zona residencial, alejada de los barrios multiétnicos de Kreuzberg, Neükölln o Wedding, donde se concentran los aproximadamente 200.000 ciudadanos de raíces turcas de la capital alemana y donde más de la mitad de la población es de origen extranjero.

Sin presencia de Erdogan

En las elecciones de 2014 se habilitó para el voto exterior turco el Olympiastadion berlinés, ya en las afueras de la capital y más alejado de los barrios propios de la inmigración. Esta vez se acercaron algo más las urnas al ciudadano. No ha habido grandes actos de campaña ni mucho menos la presencia de Erdogan, que en anteriores comicios llenó pabellones alemanes entre arengas e insultos a la entonces cancillera Angela Merkel. Pero la campaña turca ha estado muy presente en los medios, no solo en los medios citados, además de en el debate político.

Probablemente el nombre del exiliado Dündar diga poco o nada a muchos de estos votantes germano-turcos. Tampoco les debe haber llamado la atención la portada de 'Der Spiegel' hostil a Erdogan. Es un colectivo más que acostumbrado a que se le dediquen titulares, portadas o reportajes no exactamente amistosos, sean medios serios o prensa amarilla, especialmente cuando se trata de la política de Turquía. Erdogan es una figura que crea rechazo entre la clase política alemana, pero al que asimismo se reconoce como clave en la geopolítica global, en tanto que socio de la OTAN. Por no hablar de su papel para frenar la llegada de refugiados en la crisis migratoria de 2015, en virtud del acuerdo entre Turquía y la Unión Europea (UE) promovido entonces por Merkel.

"Con los comicios parlamentarios y presidenciales turcos se abre la opción de dejar atrás los años de liderazgo autoritario de Erdogan y volver a la vía de la democracia", según la resolución aprobada por la cúpula de los Verdes. Es decir, el segundo socio en el tripartito del canciller Olaf Scholz entre socialdemócratas, ecologistas y liberales. Es el partido de la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, quien fuera del ámbito de su partido obviamente no puede emitir "recomendaciones" electorales.

A favor de la oposición

Tampoco lo hará su correligionario y titular de Economía, Robert Habeck, con rango de vicecanciller tras Scholz. Pero sí se expresa sin reparos a favor de un triunfo opositor y un relevo en el poder el ministro de Agricultura, Cem Özdemir, expresidente de los Verdes y ejemplo de integración exitosa en la sociedad alemana. En 1994 marcó un hito al convertirse en el primer diputado de origen turco en el Bundestag (Parlamento federal) –nació en Alemania, el país al que llegaron hace décadas sus padres como otros tanto millones de inmigrantes turcos–.

Y ha sufrido amenazas u hostilidades desde el entorno de Erdogan, lo que ha obligado a su familia a vivir bajo custodia policial en el corazón del Kreuzberg más "turco". Özdemir es una opinión reclamada estos días en los medios alemanes, incluida la televisión pública ZDF, donde deja claro adónde iría su voto –al opositor–. Pero también que, como tantos otros germano-turcos de segunda o tercera generación, no tiene pasaporte turco ni derecho a voto.

"Hoy fui a votar. Gracias a todos los que me saludaron con cariño. Y a los que insultaron a mi madre para provocarme, que se los lleve Alá", escribía en su cuenta el boxeador y bloguero berlinés Ünsal M. Arik, con 169.000 seguidores en su cuenta en Twitter. Arik es autor de un libro autobiográfico donde cuenta su combate contra sí mismo, contra su estigmatización como turco, pero también a favor de los derechos humanos. "Espero que el puño de la democracia ponga fin a esta era", proclama en un mensaje ilustrado con un clip animado en que pide el voto para Kiliçdaroglu.