Francia

La moción de censura contra el Gobierno francés fracasa por solo 9 votos

El texto presentado por un grupo centrista de oposición se queda a menos de 10 votos de la mayoría absoluta y no evita la adopción definitiva de la reforma de las pensiones

Emmanuel Macron.

Emmanuel Macron. / MICHEL EULER / EFE / EPA

EFE

Victoria pírrica —y por solo 9 votos— para el debilitado Gobierno francés de Élisabeth Borne. La Asamblea Nacional rechazó este lunes la 

moción de censura

 de un grupo centrista de oposición, impulsada en respuesta a la aprobación a través de un decretazo de la impopular reforma de las pensiones. El texto, impulsado por LIOT (compuesto por diputados centristas y regionalistas) y respaldado por la izquierda, obtuvo 278 votos a favor y se quedó cerca de los 287 necesarios para forzar la dimisión del Ejecutivo de Borne, además de la retirada del aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 cotizados para recibir una pensión completa). 

"Queríamos votar, incluso los miembros de la mayoría (presidencial) lo deseaban. (...) Esta votación probablemente la hubieran perdido ustedes, pero así funciona la democracia. ¿Cómo podemos aceptar este menosprecio del Parlamento?", dijo desde el estrado el centrista Charles de Courson, presidente del grupo LIOT, en el discurso de presentación de la moción de censura. Esta iniciativa había sido impulsada después de que Borne anunciara el jueves la aprobación de la reforma de las pensiones a través del polémico artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar una medida por decreto gubernamental. Y sin una votación parlamentaria a posteriori que lo valide, a diferencia de lo que sucede en España.

Fuerte desgaste para Borne y Macron

"El odio y la brutalidad nunca deberían tener lugar en el debate parlamentario. Si no podemos debatir en la Asamblea Nacional, es el funcionamiento mismo de nuestra democracia el que se ve impedido", aseguró para Borne para defenderse de las críticas por no haber respetado a la Cámara baja. Todos los presidentes franceses han recurrido en un momento u otro al 49.3. Su utilización, sin embargo, se multiplicó en este segundo mandato del presidente 

Emmanuel Macron

, en que no dispone de mayoría absoluta en el Parlamento, algo muy poco habitual en la política francesa.

Después de dos meses de multitudinarias protestas contra el aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años —las más masivas en este siglo XXI—, la imposición de la reforma por decreto acentuó aún más la indignación en el bullicioso país vecino. De la contestación social se ha pasado a un malestar democrático por la manera de gobernar de Macron, quien se mostró inflexible ante las reivindicaciones de los sindicatos y aprueba leyes a golpe de decreto en ese segundo mandato.

Pese haber superado el voto de censura, el dirigente centrista y su Ejecutivo salen muy desgastados del pulso por las pensiones. Macron atraviesa uno de los momentos más delicados de su presidencia. Su popularidad ha caído a sus niveles más bajos desde la crisis de los chalecos amarillos. Solo un 28% de los franceses están satisfechos con su acción de gobierno.

La ultraderecha de 

Marine Le Pen

 (tercera fuerza en el Parlamento, con 88 escaños) también presentó una segunda moción de censura —igualmente examinada este lunes—, aunque con ninguna opción de prosperar. Todas las miradas estaban puestas en el desenlace de la moción impulsada por los centristas de LIOT y respaldada por la coalición de izquierdas NUPES (segunda fuerza en la Asamblea, con 149 escaños). Este texto contó, asimismo, con el voto favorable de los representantes lepenistas y de más de 10 disidentes de Los Republicanos (LR, afines al PP).

División en la derecha republicana

A pesar de no haber alcanzado el umbral de apoyos necesario —el mínimo de 287 de la mayoría absoluta—, ningún texto de censura había obtenido tantos votos favorables en los últimos 30 años en Francia, donde los partidos presidenciales solían disponer de amplias mayorías en el Parlamento. El recurso a este tipo de mociones resulta habitual en el país vecino (se debate de media una cada año), pero casi nunca triunfan. Solo una moción de censura fue aprobada en la historia de la Quinta República: en 1962, contra el Gobierno de George Pompidou. A diferencia de lo que sucede en España, un voto de censura no comporta la investidura de un Ejecutivo de la oposición, sino que fuerza la renuncia del Gobierno censurado.

El desenlace de la votación estaba en manos de LR. Esta formación conservadora se ha dividido con el tenso debate por las pensiones. Más de 15 de sus representantes (de un total de 62) votaron a favor de uno de los textos de censura, a pesar de las amenazas de expulsión por parte de Éric Ciotti, presidente de este histórico partido inmerso en una tendencia decadente. "Seamos claros, el problema no es la reforma de las pensiones, sino el presidente de la República", dijo Olivier Marleix, quien encabeza el fragmentado grupo parlamentario de la derecha republicana.

No obstante, esta fuerza de oposición salvó al Ejecutivo centrista y su impopular reforma de las pensiones. El Gobierno francés respira un poco más este lunes por la tarde, aunque se enfrenta a una potente oleada de indignación social. "Los asalariados deben ser conscientes de ello. El partido no se ha terminado", defendía este lunes Laurent Berger, líder de la moderada CFDT, organización sindical con un mayor número de afiliados en el país vecino.

Los sindicatos han convocado para este jueves una nueva huelga general, la séptima en dos meses desde el 19 de enero. Aunque las movilizaciones mostraron la semana pasada los primeros síntomas de fatiga, confían en que el impopular 49.3 los ayude a mantener la presión social. Desde que el Ejecutivo pulsó el botón rojo, se repiten todos los días los cortes de carretera y protestas espontáneas (algunas de ellas con disturbios). Las huelgas ilimitadas en transportes, refinerías de combustible o recogida de basura experimentaron un ligero repunto. La principal moción a la que se enfrenta Macron es la de su bullicioso pueblo. Una prueba más difícil de superar.