CONFLICTO INTERNACIONAL

El Kremlin conmemora, aislado, el noveno aniversario del "regreso a casa" de Crimea

El Código Penal ruso considera un atentado contra la integridad territorial y una ofensa criminal negar que el territorio pertenezca a la Federación Rusa

Un cartel celebra el aniversario de la ocupación rusa de Crimea en Simferopol.

Un cartel celebra el aniversario de la ocupación rusa de Crimea en Simferopol. / EFE

Àlex Bustos

"Crimea es nuestra, Crimea es nuestra", gritaba la multitud el 21 de marzo de 2014 en la plaza Roja de Moscú. El mismo presidente ruso anunciaba ese mismo día, desde el escenario que había montado para la ocasión, que "Crimea había vuelto a casa". Esa fue la primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial en la que Rusia creció en superficie, justo al contrario de lo que sucedió en 1991, cuando la URSS se disolvió. Moscú – y muchos rusos – consideran que esta península es una región más de su país. Años más tarde, en 2022, el Kremlin repitió la jugada en el este de Ucrania con las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiya, de las que también se dijo que "regresaron a casa".

A día de hoy, decir en público en Rusia que Crimea es parte de Ucrania no solo es algo tabú, sino incluso está castigado legalmente por el artículo 280.1 del Código Penal ruso, ya que se considera un atentado contra la integridad territorial del país. Sugerir que debería devolverse a Kiev, también lo es. Históricamente, había pertenecido de forma directa a Rusia hasta 1954, cuando bajo el liderazgo de Nikita Jruschov se decidió ceder la soberanía de Crimea a la República Socialista Soviética de Ucrania, en un gesto de buena voluntad. En ese momento, la disolución de la Unión Soviética en diferentes países parecía algo impensable, por ello no se le dio importancia; y la gestión de los conflictos nacionales por la URSS como si ésta fuera a ser eterna ha generado a la postre, una vez desaparecida la Unión, un buen número de disputas territoriales en Asia Central y el Cáucaso, además de Crimea.

"Es que Crimea fue históricamente rusa", justifica Svetlana –nombre ficticio–. Sobre el papel, tiene razón. Y es precisamente por este motivo que siempre fue la región de Ucrania con más porcentaje de rusos étnicos y de rusoparlantes. Sin embargo, lo que la comunidad internacional criticó con su anexión es la falta de legitimidad de Rusia para asumir esa parte de Ucrania y la poca transparencia del referéndum celebrado el 16 de marzo del mismo 2014. Según la votación organizada por el Kremlin, el 96% de la población votó a favor de "volver" a Rusia. El militar ruso Igor Girkin, también conocido como "el pistolero", admitió años más tarde haber obligado a políticos locales, junto a otros militares, a votar a favor en la consulta debido al escaso apoyo de algunos sectores de la población.

Más que disputada

Además del orgullo patriótico, algo relevante para la popularidad del presidente ruso, Crimea también supone algo importante: es donde se halla la base naval rusa del mar Negro, en Sevastopol, una de las pocas que se puede usar todo el año en Rusia al no estar en aguas frías. Después de la disolución de la URSS Moscú y Kiev, acordaron en 1997 que Rusia podría seguir usándola, aunque finalmente Moscú optó por la vía rápida y se anexionó toda la región.

La península de Crimea ha pasado por diferentes manos a lo largo de la historia. Desde Bizancio, pasando por la Rus de Kiev –antecesora de Rusia– , el janato de Crimea –vasallo del Imperio otomano– o la Horda mongol, aunque el dueño más importante que consiguió el control fue el Imperio Ruso en 1783, y posteriormente la Unión Soviética conservó esta región.

En la actualidad, Rusia mantiene el pleno control de Crimea a pesar de que Ucrania es la legítima dueña de este territorio a ojos de la comunidad internacional. Únicamente la reconocen como parte de la Federación Rusa unos pocos países afines como Bielorrusia, Venezuela, Bolivia, Cuba, Corea del Norte, Nicaragua, Sudán y Siria. El resto del mundo reconoce a Crimea como ucraniana, incluyendo algunos estados con buena relación con Rusia como China, Kazajistán, India, Hungría y Serbia. Cuando en 2022 Moscú hizo más anexiones de territorios ucranianos, la situación se replicó con la mayor parte de los estados del mundo rechazando reconocer la ampliación de las fronteras rusas.